Idioma original: Sueco
Año: 2005 – 2007
Editorial: Destino
Género: Novela negra
Valoración: Mejor no
Ya sé que me estoy metiendo en camisa de once varas, y que más de uno va a querer correrme a gorrazos al ver la valoración que he hecho de esta trilogía, pero prometo que está justificado. Sigan leyendo, por favor.Primero de todo, quería apuntar que desde que enLibros Prohibidos levantamos la veda de reseñar best-sellers (para ponerlos a caldo) pensé en la posibilidad de darle un repaso a la obra de Larsson. Voy a dar por supuesto que si estáis leyendo este post es porque os encontráis dentro de esos millones de lectores que han consumido estos libros. Si no es así huid insensatos leed sólo el primero de los tres. En serio.
Y es que esta saga no estuvo pensada para ser una trilogía. Como supongo que sabéis, Larsson murió al terminar el tercer libro, pero según apuntan sus allegados, tenía la intención de seguir escribiendo más, no sabemos si ad infinitum (aunque lo sospechamos), pero sí unos cuantos libros más. En mi modesta opinión, creo que Stieg debió quedarse sola y únicamente en el primero de ellos: Los hombres que no amaban a las mujeres.
Sin llegar a ser uno de los grandes clásicos de la literatura, el número uno de la saga es una novela realmente buena. El estilo es uniforme, rocoso, sin fisuras, como un batallón de guerreros espartanos que avanza inexorablemente. El ritmo es igualmente sostenido, ni pausado ni veloz. Las descripciones son austeras pero efectivas: apenas sin metáforas ni otras alegrías literarias, yendo brutalmente al grano. Por otro lado, hay siempre muchísimos personajes y lugares diferentes, todos ellos con nombres que nos suenan más a una cómoda o un sofá que a otra cosa.
Y sin embargo, cuando uno se quiere dar cuenta, ya se ha bebido 300 páginas y pide más. ¿Qué me está pasando, Dios?, nos llegamos a preguntar algunos. Tal vez sea por el completo misterio que envuelve a la trama y a todos y cada uno de los personajes que en ella aparecen. El trabajo de investigación que le encargan al protagonista es de lo más sórdido e intrigante, por ejemplo. Tal vez sea la atmósfera oscura, cargada, incluso sucia, que Larsson es capaz de crear (usa cientos de páginas en ello, todo hay que decirlo). O tal vez sea la pareja de personajes principales: el periodista Mikael Blomkvist (una versión ampliamente mejorada del propio Stieg Larsson, o si no vean su biografía y comparen), y sobre todo ella, la inolvidable Lisbeth Salander.
La cuestión es que esta mezcla consiguió hacer enloquecer a los lectores, y un libro con apariencia de ladrillo negro, era devorado sistemáticamente por millones de personas en todo el mundo. Sinceramente, a este libro le pondría una valoración de Muy recomendable, y no por quedar bien.
No quedó la cosa ahí, y el amigo Stieg tenía un nuevo libro esperándonos. Entiendo que crear unos personajes tan buenos tuvo su esfuerzo, y claro, ya que estaban ahí y le habían quedado tan monos, ¿por qué no meterlos en otro lío? Dicho y hecho: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Aquí empezó el declive de la saga (y mi cabreo), pues la historia es bastante floja. De hecho me sorprendió bastante cómo fue capaz el autor de escribir otro ladrillazo con tan escaso contenido. Porque esta segunda parte, además de exagerar un poco al personaje de Mikael (ahora es más íntegro, más inteligente, más tenaz, más valiente, más buena persona, y más irresistible), le otorga unos insospechados y casi paranormales atributos a Lisbeth. A saber: ahora es multimillonaria (porque es hacker y puede hacer lo que quiera así que mucho cuidadito con ella, capullo), tiene unas habilidades para la lucha que la convierten en prácticamente imbatible en el cuerpo a cuerpo, y además es hija de un sicario fuera de la ley, chungo que te cagas, que abandonó a su madre y su (atención novedad) hermana gemela. ¡Toma ya!
Veredicto: sólo por ser la segunda parte de un libro tan bueno, merece ser mejor considerada. Además un desliz lo tiene cualquiera y seguro que la siguiente novela es mejor. Vale, le ponemos un Pasable, confiando en que de segurísimo la tercera parte será mejor. Sí, eso es.
Con esa intención acudieron los fans a las librerías para adquirir su nueva dosis de ladrillo. ¿Cuál creen que fue el resultado? ¿No lo saben? Pues empieza por bazo y termina por fia. Una historia sobre un juicio que dura 800 páginas y que al estar el autor muerto, se sabe que no lleva a ningún sitio. Osea, episodio de transición hacia ninguna parte. ¿Alguien habló de ética en el mundo editorial? Nota: Infumable.
Desconocemos qué nuevas ideas habitaban en la cabeza de Stieg Larsson para las siguientes entregas. A lo mejor planeaba contarnos cómo Lisbeth Salander, de un día para otro, aprendió a volar y echar rayos gamma por los ojos, o quizá dedicaría una breve explicación (de 400 páginas) a cómo Mikael Blomkvist usó su tiempo libre para desbaratar él solito una conjura que terminaría en la tercera guerra mundial. Quién sabe. Supongo que son cosas que jamás sabremos. Nos quedamos con lo que aquí consideramos como su legado: su memorable primer tomo, Lisbeth Salander, y la moda de poner títulos interminables a las novelas. Por lo demás: mejor no.