El último, que no menos importante, de nuestros nominados al Premio Guillermo de Baskerville 2016 a la categoría de Relatos es Pablo Santiago Chiquero, autor de Once goles y la vida mientras.
Pablo Santiago Chiquero nació en Valenzuela (Córdoba, España) en 1981. Es licenciado en periodismo y ha trabajado como guionista de televisión para diversos programas y documentales. Tras trabajar en el mundo editorial y participar en numerosas publicaciones colectivas, en 2011 apareció su primer libro, Historias del Guadalquivir, un viaje literario y antropológico por el corazón de Andalucía. Actualmente reside y trabaja en Heidelberg (Alemania) y es uno de los promotores de World Literary Atlas, una página web que pretende aunar literatura y geografía. Once goles y la vida mientras es su debut en la ficción.
Nos cuenta que suele escribir de madrugada “de lunes a viernes, con una disciplina decantada y asimilada durante años. Me levanto a las cinco, a las cinco y media, si ando cansado a las seis y media o siete. No solo me levanto para escribir, sino también para beber café, leer, pensar, mirar por la ventana a la calle desierta. A esas horas del día, aún no se tienen deudas pendientes, y con un poco de suerte las palabras y los pensamientos fluyen sin resistencia al ritmo adecuado. Conforme pasa el día, uno va adquiriendo deudas, con tu mujer, tu hijo, tu jefe, tu teléfono móvil, con la lista del supermercado que llevas en el bolsillo, por eso la escritura a media tarde no tendría en mi caso ningún futuro. A las seis de la tarde no sería capaz de hacer la o con un canuto.”
Aunque reconoce que es una rutina ideal, ya que no siempre la consigue. “Hace unos meses fui padre; Miguel tiene, en estos momentos, seis meses y tres dientes. A mi hijo no le importa un carajo mi escritura. Se la trae floja. No se lo reprocho: supongo que tiene motivos para ello.”
Dice ser tan consecuente para la lectura como para la escritura. Reconoce que cuando un autor le engancha, intenta leerlo todo de él, o casi todo. “De esta forma he tenido mis meses de Proust, Hemingway, Saul Bellow, o Camilo José Cela más recientemente. No lo hago por prurito intelectual, sino más bien por adicción. Si uno tiene la suerte de abrir una buena botella de vino, no se bebe un vaso y deja que el resto se eche a perder. Te la bebes entera. Y si andas bien de pasta e hígado, te compras una caja y la disfrutas con tu mujer, con tus amigos, con tus padres, contigo mismo.”
Su trabajo actual en un touroperador alemán no es nada literario, aunque viva en una ciudad como Heidelberg. “Aquí hay un río y mucho bosque. También una universidad repleta de muchachas de buen ver. Una alegría, las muchachas y el bosque. Creo que es un buen sito para que mi hijo crezca, así que probablemente nos quedemos aquí.”
En un futuro próximo, además de dedicarse a su familia, a Pablo Santiago Chiquero le gustaría publicar una novela, toparse con buenos libros, beber una cerveza o un vino por la noche, mientras las deudas que ha traído el día se van disipando con el sueño.