Volvemos con otro de nuestros nominados a los Premios Guillermo de Baskerville 2016, en esta ocasión, a la categoría de Libro de relatos: Felipe R. Navarro, autor de Hombres felices.
Felipe R. Navarro (Málaga, 1969) es escritor de relatos, o como él prefiere llamarlos, de cuentos. Publicó su primera colección de relatos, Las esperas, en el año 2000, y posteriormente se le ha incluido en tres antologías más. Hombres felices es su segundo libro en solitario.
Nos comenta que entre la publicación de sus dos libros de cuentos pasaron dieciséis años. “Parece que usar aquel título (Las esperas) fue bastante premonitorio. En la portada, un hombre aguardaba con una maleta en las manos, y parece que el viaje fue largo. Supongo que no hacía falta ningún libro mío más en medio de esos dos, y no estoy seguro de que vaya a hacer falta alguno más después de Hombres felices, lo que resuelve la habitual pregunta acerca de si uno está escribiendo ahora y sobre qué.”
Se considera más lector que escritor. “Los autores que frecuento, que son mis amigos aunque, como decía Chandler, sean amigos a los que no he visto nunca, son Kafka, Camus, Benjamin, Ribeyro, Simic, Cortázar, Cervantes, Kertész… Por tanto, la literatura y la idea de literatura que me interesa es la que te pone boca abajo y te zarandea y te desampara y te arroja en mitad de un páramo de preguntas y te obliga a caminar para salir de él y te obliga a generar tus propias respuestas, a intentarlo al menos. La escritura que me interesa afrontar surge de esa necesidad de explicación, y de la inevitabilidad de que esa reflexión cruce por mitad de una historia”.
Cree firmemente en que nos sostenemos gracias a las historias. “Y ya es bastante trabajo flotar en mitad de tantas corrientes que nos zarandean y amenazan con ahogarnos.”
Cuando se le pregunta por sus manías a la hora de escribir, Felipe R. Navarro lo niega. “Cuando uno ha nacido en una familia numerosa y ahora tiene la propia también numerosa no suele tener tiempo ni espacio para tener manías. Todo lo más, algo de silencio al comenzar o en algunas pausas, o llevar ropa interior azul, pero tampoco siempre porque no siempre es posible. O tal vez no, tal vez todo es de otro modo, tal vez todo lo anterior es mentira y sólo uso calzoncillos con tonos verdes y estoy ahora escribiendo un ensayo sobre la artesanía en coral y soy hijo único y vivo solo en un piso sin apenas ventanas sobre una sucursal bancaria cerrada y leo y releo las novelas de El Coyote que escribió José Mallorquí. Ni sería raro ni sería ilógico y sólo debería preocuparnos si es verosímil: todo es ficción”.