«Temo al olvido. Como escritora, es lo peor que me podría pasar».
Hoy volvemos a traer a otra de nuestras nominadas a los Premios Guillermo de Baskerville 2017. En esta ocasión se trata de Felicidad Martínez, finalista en la categoría de novela corta por Despertares.
Nuestra protagonista nació en Valencia en 1976, donde estudió Ingeniería técnica en diseño industrial, ya que, según nos cuenta, desde niña ha sentido fascinación por las ciencias. Trabajó de ello durante años hasta que, harta de las dificultades, decidió ser profesora.
En un mundo donde eres la jefa de oficina técnica de una empresa pero tus jefes te presentan a otros empresarios como la secretaria, entre otras lindeces del estilo, decidí mandar todo a la mierda. Algo que, por otro lado, siempre quise ser al acabar la universidad.
Ahora vive en Gijón, la que considera como una de las mejores decisiones que ha tomado en su vida.
Eso de seguir la inercia, y más cuando es lo que se espera de ti, nunca ha sido lo mío.
Felicidad Martínez empezó a publicar tarde. Defiende que prefiere escribir calidad antes que cantidad, aunque eso suponga el «riesgo» de no sacar material nuevo cada año. Por ese motivo cree que ha sido varias veces finalista de los Premios Ignotus con novela corta (La textura de las palabras, Adepta, Fuego cruzado, En tierra extraña) y también en relato (El pastor de naves). Hoy en día su producción se centra en la novela corta, formato con el que se siente muy cómoda. También tiene publicadas dos novelas: Horizonte Lunar y Los rostros del pasado (esta última, escrita a cuatro manos con Rodolfo Martínez, por quien siente una gran admiración).
En ambas aprendí un montón y me ayudaron a encontrar mi «voz» de autora, como se refleja en mi antología La mirada extraña, con la que fui finalista de los Premios Celsius 2017 y, actualmente, está nominada a varias categorías de los Premios Ignotus.
Felicidad Martínez se confiesa jugadora de rol y de videojuegos, devoradora de series y animes de una sola sentada. En principio, no sabría dar nombres concretos de sus referentes, ya que son numerosos y pertenecientes a distintas disciplinas, pero de elegir algunos serían John Brosnan, Suzette Haden Elgin y Orson Scott Card (antes de que se le fuera la pinza con su adoctrinamiento mormón), y Mark Frost, que no escribe fantástico, pero La lista de los Siete consiguió sorprenderla.
Acaba de terminar su última novela, que entraría en lo sobrenatural, aunque reconoce que no puede evitar que la parte cifi, sobre todo en la especulación social, esté ahí. Su siguiente proyecto es un reto personal: escribir una historia de fantasía plagada de magia hasta hartar y criaturas oníricas. Quiere probar el formato por entregas. También tiene pendiente la continuación de Horizonte Lunar, que estará relacionada con la continuación de una de las historias que aparece en La mirada extraña.
Quiero llegar a los setenta o los ochenta, mirar atrás y poder decir «Yo estuve ahí cuando el mundo despertó a la literatura escrita por mujeres e hice todo lo que se me ocurrió para ayudar a mis compañeras y que no fuera algo pasajero».
Felicidad Martínez se considera atea, protegida por el manto de seguridad de la fría lógica, lo que no quita que sienta fascinación por lo que las emociones aportan al ser humano; tanto para lo bueno como para lo malo. Nos dice que es incapaz de hacer dos cosas a la vez, que hasta que no termina una cosa no puede ponerse con la siguiente por mucho que le apetezca ponerse con la segunda.
Podéis encontrarla en Twitter y su web personal.