Título original: Brown Girl in the Ring
Idioma original: Inglés
Año: 1999
Editorial: Apache (2019)
Género: Novela (ciencia ficción/fantasía)
Traducción: Arrate Hidalgo y Maielis González
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
Os damos la bienvenida al Vudupunk
Pues pese a haber leído a Nora K. Jemisin y a Nnedi Okorafor, todavía no había reseñado todavía nada de los llamados afrofuturismos. Hoy es un día perfecto para ponerle solución a esto. Lo hago con la ganadora del Locus y el John W. Campbell —quien por ello debe de estar retorciéndose en su tumba, por cierto— de 1999: Hija de Legbara, de la jamaicana Nalo Hopkinson. Más de veinte años ha tardado en llegar a nosotros esta obra, cosa que tenemos que agradecer a la editorial Apache.
Los ricos y privilegiados han abandonado Toronto. Han cercado la ciudad y encerrado a todos los que no pudieron salir. La ciudad está a punto de desmoronarse. Los que quedan en la ciudad han tenido que redescubrir las antiguas costumbres: la agricultura, el trueque, la medicina tradicional…
Sin embargo los del exterior han seguido con sus costumbres y han logrado alargar la vida gracias a los trasplantes de órganos, utilizando a los pobres como materia prima.
Ahora los poderosos necesitan una nueva cosecha de cuerpos.
Sin tener donde ir, Ti-Jeanne, una mujer joven, debe sobrevivir en este mundo futuro y abrirse a los poderes ajenos y al misterio trágico que rodea a su familia. Para ello deberá negociar con los dioses ancestrales y dar a luz a una nueva leyenda.
La premisa de Hija de Legbara es, como mínimo, interesante. Se trata de una Canadá futurista donde el capital y las personas de bien han abandonado el centro de las ciudades para marcharse a vivir a las afueras, único lugar donde pueden encontrar ciertas garantías de vida digna y seguridad. ¿Quiénes se han quedado en el mogollón de las ciudades? Exacto, los pobres, desarrapados y demás parias, que malviven en los nuevos guetos. Paradojas del destino. En Toronto, en la sociedad de estos marginados tiene un peso especial la comunidad de caribeños, afrocanadienses, descendientes de inmigrantes de segunda o tercera generación. En su cultura perviven con fuerza las tradiciones religiosas y mágicas, como la santería y el vudú, lo que le da nombre al vudupunk, licencia que me he tomado para «etiquetar» esta obra.
Con esta base tan sorprendente y un worldbuilding que tampoco va mucho más allá, la historia va avanzando. No se desmarca Nalo Hopkinson por un estilo contundente, directo, ni siquiera elaborado. Se limita a tirar pa’lante, cosa que por otro lado pues tampoco está mal. Aunque esto es algo engañoso y que estoy convencido que se debe a la traducción —cosa de la que hablaré más en profundidad en su propio apartado, porque tiene bastante peso—, también es justo que diga que la autora sabe conducir el relato; el interés del mismo, después de la sorpresa inicial seguido de un periodo de calma chicha, va escalando y ganando fuerza progresivamente.
Otro punto interesante y que no suele verse en la literatura, menos la de ciencia ficción: en Hija de Legbara los hechos son narrados desde el punto de vista de mujeres negras en un mundo que sigue siendo de hombres blancos. Esto aporta una nueva dimensión a este mundo distópico, que ya es complejo y desalmado de por sí. Muchas veces vemos que las protagonistas han de abrirse paso a machetazos en un medio que no está hecho para ellas, que las rechaza, que incluso niega su existencia. Esto exige de lectores como yo un esfuerzo por comprender, pero también nos ayuda a empatizar y a ver cuán compleja puede llegar a ser la vida para quienes son marginados entre los marginados.
Tony intentaba llamar su atención. Ti-Jeanne podía sentir su mirada tirando de ella. Se arriesgó a mirarlo otra vez. Sus facciones seguían siendo tan elegantes como las recordaba: piel suave como cacao caliente, una mandíbula cuadrada, labios carnosos y bien definidos, ojos castaño oscuro. Los ojos de Bebé eran igualitos.
Currazo de traducción
He reservado un espacio aparte para la traducción, ya que, como adelanté antes, se las trae. Y es que los diálogos de Hija de Legbara no están escritos originariamente en el inglés canónico que todos —más o menos— conocemos, sino en lenguas criollas caribeñas, un tipo de lenguas mestizas que se originan en aquellos lugares en los que está presente la colonización y el mestizaje cultural; las lenguas criollas caribeñas, por la historia de estos territorios, mezclan inglés, español, francés, portugués y lenguas africanas como el akan. Para la versión en español, tal y como las propias traductoras cuentan en un apéndice del libro, han elegido usar el español caribeño, y creo que ha sido un acierto por su parte.
Sin embargo, las soluciones que presentan no terminan de quedar bien. No por que se trate de una mala traducción —ya digo que no lo creo así en absoluto—, sino por lo corta e insuficiente que resulta la gramática española. En el libro, muchas veces tienen que recurrir a transcribir fonéticamente las palabras, ya que nuestra propia escritura no está capacitada para captar correctamente los sonidos. Con ello, por tanto, no se transmite toda la riqueza del habla caribeña. Y es una pena, porque creo que es uno de los puntazos del libro.
—Cuando mis muchacho encuentren el cuerpo, ustede tienen que llegar rápido, ¿verdá? ¿Antes de que el corazón de la persona deje de latir?
—Pues sí, pero…
—¿Y qué pasa si es en una de esas calles llenas de basura, o si una pandilla de niños les va pa arriba? Cualquier retraso y se jodió su donante.
Hasta aquí esta reseña de Hija de Legbara, novela muy interesante que, por fin, podemos disfrutar. No la dejéis pasar.
Hazte con un ejemplar de Hija de Legbara aquí.
¿Quieres conocer más ciencia ficción con raíces africanas? Hazte mecenas de Libros Prohibidos para que podamos seguir con nuestra labor sin recurrir a publicidad. Sorteamos todos los meses UN EJEMPLAR EN PAPEL de nuestros libros favoritos entre nuestros mecenas.
Y si quieres conocer más sobre nosotros y estar al tanto de todas nuestras publicaciones y novedades, apúntate a nuestra maravillosa lista de correo.
Síguenos en Facebook, Twitter e Instagram.
Fotos: Natalya Letunova. Unsplash