Autores: VVAA
Año: 2019
Editorial: autoeditado
Género: antología de fantasía y ciencia ficción
Traducción: Marcheto
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
Cuentos para Algernon: año IV es un regalo que desenvolver, apreciar y agradecer
Es la sexta vez que Marcheto ofrece una antología 100% no comercial traduciendo relatos de ciencia ficción de autores internacionales galardonados y aclamados. Por ello, esta antología goza de buena reputación y es acogida por el fandom con ganas. Varios relatos de los publicados han obtenido el Premio Ignotus a mejor cuento extranjero; Tres tazas de aflicción a la luz de las estrellas de Aliette de Bodard es el que se lo llevó en 2018. En esta antología encontramos una selección cuidada, formada por seis obras largas con otros doce cuentos ultra cortos. Esta flash fiction hace las veces de interludio entre las de mayor longitud. Este posicionamiento es un completo acierto ya que ameniza la lectura. Además, vemos nombres tan sonados en nuestro país como Ken Liu, uno de los autores que ganaron la encuesta anual por la que se deciden algunos de los relatos y autores. Es digno de mención que esta cuidada antología incluye una pequeña presentación de cada autor para conocer más sobre su carrera de escritor. También hay una nota de agradecimiento por el relato que firma Marcheto, pero que coincido en que todos apoyamos. La edición es sublime ya que incluye una ilustración que te hace empezar el relato con algo en mente. Y de ahí a seguir leyendo hasta que la luz se va hay poco.
Temas sorpresa y un dominio de la narrativa increíble
La primera obra que nos encontramos es «Renacido» de Ken Liu, un cuento cuyo título ya desvela uno de los conflictos principales. Este relato de ciencia ficción habla de Joshua Rennon, un trabajador de la Agencia para la Protección de los Tawnin. Los tawnin son una raza alienígena no binaria que comparte espacio con los humanos. Y de ahí llegan varios de los temas que se tocan en la obra como la conquista de especies, el terrorismo, la xenofobia y el amor interespecie. Este agente se dedica a detener a aquellos que han cometido crímenes al igual que lo haría un policía, solo que esta nueva agencia de protección se dedica también a la parte de juzgar y procesar. Y ha cambiado. Ya no hay derechos ni juicios. El renacer es perdonar los pecados mientras se extirpa esa parte mala de la persona para que, en la nueva vida, no vuelva a ocurrir. Y, por ello, la historia nos hablará también de qué son los recuerdos, la personalidad y la identidad. Hay una sensibilidad muy impactante en el relato con el que me he implicado emocionalmente. ¿Solo por este relato merece la pena descargarse la antología completa? Sí, rotundo y definitivo. Tiene todos los elementos que yo busco en un relato de ciencia ficción.
Los siguientes dos relatos son de ficción ultra corta que apenas se puede resumir sin destripar. Su lectura dura apenas unos minutos. «La paradoja de la señora Zenón», de Ellen Klages habla de unas señoras que van a compartir un postre. Podría calificarse de imagen divertida que gustará a aquellos interesados en la física. «El azogue», de Jeff Noon, es un relato sin un protagonista definido y con muchos a la vez que incluye espejos y situaciones imposibles. Es una curiosa idea que también gozarán los físicos y aquellos más interesados por la ciencia.
La segunda obra larga que aparece en Cuentos para Algernon: año VI es «Das Steingeschöpf», de G. V. Anderson. Este cuento narra la historia de un novato que ha recibido su insignia del gremio de creadores. Un importante encargo le surge a pesar de que no se considera capacitado para él. El problema de todo es el pago, ya que solo se pueden permitir a alguien como él y debe restaurar a Ambroise, que tiene problemas en los ojos y el rostro ya que está esculpido en algo que puede llamarse piedra viva. Además de la increíble idea del relato, lo mejor de todo son los sentimientos que despierta este. Queda claro por qué ha ganado el World Fantasy Awards. También hay que mencionar que el contexto histórico del relato es la Alemania de 1928 y, por tanto hay palabras y expresiones en alemán por todo el texto. Al final hay un glosario que consultar gracias a Marcheto.
[…] pero sí recuerdo su cara. Es un hábito de Schöpfers, supongo, acordarse de los rostros interesantes. Apenas tenía barbilla, el labio inferior se fundía con el cuello casi sin solución de continuidad, y el aspecto hundido y demacrado de sus mejillas delataba una pérdida de peso excesiva en un periodo demasiado breve. Tenía el cabello más entrecano que rubio, y era lo bastante mayor para tener hijos adultos.
«Algo que a lo mejor no sabíais sobre Vera», de J. Robert Lennon son 1500 palabras de sorpresa en una rutina explicativa narrada desde el punto de vista del novio de Vera. Y Vera también está presente, claro. «Cese y desistimiento» de Tyler Young es un relato escrito por un abogado que disfrutarán abogados y también traductores de documentos de este tipo ya que está muy logrado. Claro que la ciencia ficción hace que el proceso sea mucho más entretenido.
«Amor Vincit Omnia», de K. J. Parker es un relato que comienza fuerte, con la entrevista a un testigo de un suceso inusual, algo que te hace mantenerte atento a todas las páginas. La magia está en la historia, pero no se le llama magia ni es conocida por la mayoría de los humanos. El conflicto de todo es la búsqueda de la existencia de Lorica, la palabra de un conjuro que puede que sí o puede que no exista. Uno defensivo. Contra todo. Y por inocuo que parezca, no lo es. Existen las leyendas, pero las leyendas tienen una parte de verdad. Tremendamente interesante el sistema de magia que se usa en este relato que comparte mundo con otros del mismo autor. Aquellos interesados en la fantasía lo apreciarán como es debido.
En el siguiente interludio podemos encontrar «Érase una vez un pueblo…» de Eliza Victoria. Estoy de acuerdo con la presentación de Macheto, será corto, pero es inolvidable por la emoción que destila la resurrección de los muertos de un pueblo. En «Rex», de Laird Barron se dibuja una historia de canes con una gran cronología y mucha oscuridad.
Originalidad desbordante en cada página
Lo mejor de leer antologías es no saber qué te vas a encontrar al empezar el siguiente cuento. Y eso pasa en Cuentos para Algernon: año VI y lo considero como algo positivo. Hay antologías que tienen un hilo unificador en cuanto a temas, pero aquí, si lo hay, es por calidad. «La ecuación del trébol negro», de Zach Shephard también forma parte del interludio antes de una una obra más larga, pero en este caso encontramos un relato primeramente de humor y después con tintes de ciencia ficción. Gracias a la pequeña introducción de Marcheto sobre unos aspectos clave queda todo mucho más claro antes de empezar a leer. Imposible hablar de él sin destripar nada. De los relatos cortos que más he disfrutado.
«La chica picadillo», de Ian R. McLeod es una historia que se ambienta en la Segunda Guerra Mundial. Por tanto, trata temas como la guerra, la muerte y la suerte. Este último con especial atención, ya que no hay lugar donde el azar juegue un papel más decisivo. Pero también se tocan otros como el amor, la amistad y la soledad. Nuestra protagonista y narradora es la chica picadillo, una muchacha que se presenta voluntaria para el servicio y acaba en las Fuerzas Aéreas. Pero, obviamente, en un puesto que consiste en escribir pedidos de mostaza a máquina. Las llamaban Auxiliares Femeninas de las Fuerzas Aéreas, y acababan muy cerca de soldados, siendo una parte importante de la supervivencia de muchos a nivel mental. Me resulta muy interesante esta visión de la guerra puesto que siempre se tiende a hablar solo de las primeras filas de hombres luchadores y balas que sobrevuelan trincheras. Hay otra cara de la guerra que mostrar. Es de agradecer la nota del autor que ha escrito expresamente para la antología. Como toque final aporta mucho. No ha sido de mis favoritos, pero no ha estado mal leerlo.
Tim Pratt es conocido de sobra en esta serie de antologías ya que cumple como ella la sexta edición. Esta vez se incluye «Carta», el relato más corto incluido en Cuentos para Algernon hasta la fecha. Al igual que el resto de relatos especiales ultracortos tiene un humor fino sutil y es más de lo que las palabras dicen. Para explicar «Telomerasa», de Ian Muneshwar voy a pecar de nuevo de reiterativa. Es otro cuento emotivo, diría el que más pese a su longitud. La potencia la gana al tratar el tema de las enfermedades. No solo lo hace con el antes y el después sino también con una comparativa entre dos trastornos y dos personas. Se inicia de esta forma arrolladora:
Tú perdiste tu primera palabra cuando yo empecé a perder pelo.
Y por el magistral uso de las palabras para un relato donde se pierden, lo recomiendo.
«Antes y después» es un ultracorto de Ken Liu, que repite en esta edición. La recomendación que doy es leerlo más de una vez porque es increíble en su forma. Te quita el aliento y lo hace literal y literariamente.
Con «Masacre en el pícnic del monte Frost», de Seth Fried volvemos a los cuentos largos que son el corazón de Cuentos para Algernon: año VI. Marcheto nos menciona en su presentación la cantidad de veces que ha sido premiado y seleccionado además de avisar de lo kafkiano e inquietante que es. Tiene una de las primeras frases más interesantes con las que se puede empezar un relato. Y no solo eso, sino que sigue durante un largo párrafo. El título nos lo deja claro, pero además no hay momentos de tregua. El relato es una narración sobre las desgracias que acaecen en este lugar. No hay diálogos, solo narración directa y sombría.
El año pasado, los organizadores del pícnic nos hicieron saltar por los aires. Cada año es peor. Me refiero a que cada año son más los que mueren. […]
«Más allá del Paraparapara» de Rhys Hughes nos cuenta la historia de como el país con ese nombre llegó a ser independiente y a convertirse en país pese a ser solo una región. Y como lo consiguió también Parapara. Y el surrealismo de unas fronteras más que reales. Una buena idea, pero uno de los relatos que menos he disfrutado a pesar de su ironía. «Amarillo muerto», de Tanith Lee es un relato situado en el 2036, donde ocurre «el fenómeno», que es algo que afecta a la vista y a los colores de una manera extraña y acaba cambiado la forma de vivir de todos. Interesantísimo y bien escrito. Este tiene de las mejores frases finales.
Como cierre de la antología nos encontramos «Botánica Veneris: Trece recortados de Ida, condesa de Rathangan», de Ian McDonald, el cuento más largo de todos. La trama principal de este relato se basa en los diarios, cuadernos, bocetos y notas de campo de Ida, tía abuela de la protagonista que las recopila. Por cada descripción de planta hay una historia de cómo se encontró. Por tanto, hay historias dentro de una misma historia que forman un collage narrativo. Mezcla la ciencia ficción al llegar a localizarse en lugares como Venus, pero tiene guiños a obras como Orgullo y prejuicio que le confieren un carácter antiguo. Sin duda, muy bueno.
Si quieres pertenecer al fandom, lee Cuentos para Algernon: año IV
Marcheto siempre recomienda que si no hemos leído ninguna de las antologías empecemos por las últimas. Por eso me he subido al carro ahora, aunque me arrepiento de no haberlo hecho antes ya que en Libros Prohibidos también tenemos la reseña de Cuentos para Algernon: año V, que también te la vende muy bien. Esta publicación independiente cuenta ya con numerosas reseñas favorables en Goodreads de personalidades importantes en el fandom. Ya solo por toda la ficción larga merece la pena. Y la corta es tan corta que no pierdes nada por leerla, a pesar de que no resulta tan interesante como los cuentos más largos. Las tres palabras que más he utilizado para definir los relatos leídos han sido: emotivo, gracioso y entretenido, y así debería leerse.
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Foto: Adrian Swancar. Unsplash