El ocho — Katherine Neville

Título original: The eight
Idioma original: Inglés
Año: 1988
Editorial: Ediciones B
Género: Novela
Valoración: Infumable
Debo reconocer que le pedí permiso a Javier para encargarme yo personalmente de esta reseña, y eso que él ya se había quedado a gusto cuando escribió sobre el otro libro de Katherine Neville: El círculo mágico. Pero seguía deseando meterle mano, y con toda la razón del mundo.
Pero hoy es mi oportunidad de presentaros un libro archiconocido, una de las novelas más exitosas, uno de los mayores best-seller de nuestro tiempo, y una de las bazofias de peor digestión. Con ustedes El ocho.
 
Como supongo que la mayoría de personas que están leyendo esto ya han experimentado el supremo placer de zamparse este paquetito, no nos vamos a preocupar en contar demasiados detalles del argumento, o si cae algún spoiler. Pero por favor, muy importante, si no lo han leído, salgan corriendo, enciérrense en sus casas, escóndanse bajo la cama, y vayan pensando en eliminar definitivamente a quien se lo recomiende de su lista de contactos. No es broma.
 
Vayamos al grano. Hubo un tiempo, no hace tanto de esto, que para escribir una novela no era necesario narrar una historia ocurrida en diferentes siglos, o en recónditos lugares del globo, o que apareciera ningún personaje histórico, o que valiera la magia arcana de alguna tradición perdida. No amigos, no era necesario, y en realidad, sigue sin serlo, pero resulta que gracias a queridos autores como Katherine Neville, esto se empezó a convertir en tendencia. Y claro, mil millones de moscas no pueden equivocarse…
Ingredientes de una “novela” de éxito, por Katherine Neville: una protagonista que resulta ser la propia autora en versión idealizada (también llamado síndrome de la paja mental); personajes secundarios siempre altamente sofisticados que tienen al menos una de sus características exageradas al extremo y son demasiado: histriónicos, raros, estúpidos, malvados, misteriosos, odiosos… ; sucesos del pasado acaecidos siempre en un momento crucial de la historia; personajes históricos a la altura, cuanto más distinguidos y variados mejor; una selección de tópicos ocultistas y misteriosos, como si la autora los hubiera sacado de programas al azar de Cuarto Milenio; y un final… ¿final?, ¿y eso qué ser? Mí no saber.
Lo removemos un poco con una fuerza de, no sé, cincuentamil megatones, y luego lo servimos como salga, total, si al final no sabes qué va a hacer el personaje principal con la fórmula de la inmotalidad, y francamente, da muy igual. Curioso e inquietantemente parecido al caso del despreciable El círculo mágico.
 
¿Qué ocurre? Pues que la historia está muy bien contada, tiene ritmo, tensión, los personajes son una basura pero tampoco importa, y el nudo de la historia está muy bien pensado y calculado. Es por eso por lo que jode tanto que mediante se va acercando el final las pocas respuestas que aparecen sean tan insultantemente vacuas, y que las piezas encajen tan horriblemente mal. Y para colmo, llegar a una “batalla final” en la que ambos bandos “pelean” en la formación del ajedrez: uno de los capítulos más bochornosos que he tenido la oportunidad de leer en mi vida, dicho sea de paso.
Así que ahí lo dejo, aunque lamentablemente el daño ya está hecho. Lástima no haber tenido este blog en aquel 1988 en el que salió publicado este engendro infumable…