Obra finalista de los Premios Guillermo de Baskerville 2018. Categoría de novela.
Año: 2018
Editorial: Antipersona
Género: Novela (Ciencia ficción)
De vuelta a lo esencial
En Libros Prohibidos tenemos un altar para los ganadores de los Premios Guillermo de Baskerville. Son nuestros referentes; los recomendamos e idolatramos sin cortarnos. Y cuando volvemos a leer algo de ellos es una fiesta porque vemos su evolución, porque no decepcionan, porque conseguir nuestro querido premio no es tan fácil —que no solo tienen que convencernos a nosotros, sino a un jurado externo—. Espero que entendáis mi entusiasmo al hablaros de Fafner, la última novela de Daniel Pérez Navarro, ganador del Premio Guillermo de Baskerville a la mejor novela corta de 2017 con Los príncipes de madera.
La llegada de la nueva naturaleza tendrá lugar a lo largo de 3 generaciones. La primera descorrerá los velos y predecirá el futuro observando el vuelo de los pájaros. La segunda vivirá el estallido y recorrerá los caminos durmiendo entre la maleza. La tercera lo destruirá todo y marcará su frente con ceniza. Quien escriba la crónica de la tercera generación contará la historia de los que se entregaron al incendio.
Sabiendo que el contenido es de mi agrado —más abajo os voy a explicar cuánto—, voy a permitirme hablaros de la calidad del continente. La edición de Antipersona es sencillamente maravillosa. Con una portada digna de un libro de culto, una acusada tendencia a la sobriedad —bien— y unos acabados REBONITOS, así con mayúsculas. A mí me encantan los libros así; ojalá todos mis libros tratados de esta forma algún día.
Vamos con la novela. Fafner es un personaje mitológico de las sagas islandesas, aunque, conociendo la melomanía del autor, se referirá al despiadado gigante de la ópera de Wagner El anillo del Nibelungo. Y es que algo así como un terrible gigante es el protagonista de la novela de Daniel Pérez Navarro. Vemos que Fafner es un superviviente que se ha hecho al medio de tal forma que incluso llega a rechazar su propia humanidad. Se comporta como una criatura del bosque y ni siquiera habla, lo que le viene de perlas en un futuro dominado por una naturaleza desproporcionada y fuera de control que casi ha llevado a los seres humanos a la extinción.
El autor refuerza la idea de brutalidad y simplismo de su protagonista con un estilo rotundo, directo, seco, cortante en ocasiones, sin apenas diálogo —obvio, por otra parte—, con la urgencia y el rigor de la tercera persona del presente. Perfecto para relatar los hechos. Está sembrado de chispazos Mccarthyanos propios de La carretera, y es el mejor piropo que se puede hacer a una distopía.
—¿Quién es Luci?
—Su gata. Murió anteayer. Había una nota. Un trozo de papel de una página arrancada de una revista. «Me voy con Luci». Más detalles. La casa olía a orines. La decoración del salón era un sofá raído y un sillón orejero sacado de la basura. El eterno cuadro con dos ciervos en un bosque. Un televisor antiguo y un cenicero lleno de colillas encima de la tele. Yo también me habría suicidado.
Pero Fafner no es un libro de supervivencia en un medio hostil durante sus 200 páginas. Tiene algunos capítulos denominados «entreactos» —de nuevo el autor jugando con la estructura para unificar mejor novela y ópera— en los que vemos de pasada los días previos a la venida del desastre. Un mundo como el nuestro en el que muchos ya están preparando la llegada de la primera generación de la nueva naturaleza. Pero no solo conocemos el momento presente —bueno, es 2011 en realidad— a través de estos entreactos, sino que hay una parte hacia el final donde conocemos más pistas. Debo reconocer que esto me despistó. Era una forma tal vez demasiado abrupta de contar qué había pasado con el mundo, especialmente en un libro que hasta ese momento se había demostrado tan sutil y minimalista. Además, se vuelve un poco demasiado abstracto. Me pregunto si era realmente necesario recurrir a esta parte, aunque, y de nuevo, conociendo la trayectoria del autor, seguramente se deba a alguna referencia alegórica o musical cuyo significado no queda tan claro a primera vista. A algunos les parecerá una parte que aporta una información de agradecer, pero para mí es bajar un escalón. No arruina la fórmula, pero sí que la rebaja.
No sé si tengo que matizar estas palabras. A mí Fafner me ha parecido una obra superlativa, de lo mejor que he leído en lo que va de 2018. Sin embargo, una de las cosas que más estaba apreciando era su poco apego por el contexto. Hay worldbuilding, y tanto, pero hasta que llegan las ya mencionadas explicaciones la historia no se debe a él; solo fluye, con agilidad y fuerza, pero siempre hacia delante, sin detenerse. Porque para mí la principal virtud de esta novela es que te hace vivir el momento y disfrutar de lo que estás viviendo, de lo que tienes ahora mismo entre manos. La referida parte final también tiene momentos estremecedores y mantiene esa narración descarnada; tiene que ver y casa a la perfección con lo que se ha visto anteriormente, pero rompe la dinámica y, en cierto sentido, la magia. Aunque también es muy posible que esto no sea otra cosa más que una de mis cabezonadas literarias.
Realismo hiriente
Consideraciones personales aparte, me encanta la narración en esta obra. Se detiene en detalles que podrían parecer insignificantes y pasa de puntillas por la acción propiamente dicha, resolviendo situaciones de tensión, a veces, con una sola frase. Tiene una elegancia literaria al alcance de muy pocos. A eso hay que sumarle la ya mencionada urgencia de su estilo y espolvorearle por encima un realismo absoluto; Fafner muestra las cosas tal y como son, sin cortarse, sin importarle si el efecto causado en el lector es desagradable. De hecho, si es así, tanto mejor. También nos encontramos con unas descripciones certeras que demuestran el dominio del autor en temas tan diversos como medicina, biología, caza o técnicas de supervivencia. Es ficción que coquetea con el documental.
El veneno es paralizante. Ha tenido suerte de poder salir del lago, allí dentro se la habrían comido viva. A los pocos minutos nota un dolor intenso y profundo en la pierna. Las venas se están hinchando.
Coge una cuerda de intestino de su mochila. Aprieta con ella el muslo, lo comprime hasta que siente un dolor aún mayor. No entiende de mordiscos, pero lo que aquellas raras serpientes le han inyectado está afectando a su pierna y se le ocurre que debe impedir que el veneno o lo que sea se extienda hacia arriba.
En fin, mis queridos lectores, Fafner, un libro que os recomiendo con gusto.
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Foto: Sergei Akulich. Unsplash