Año: 2015
Editorial: Expediciones Polares
Género: Biografía
Valoración: Recomendable
En la editorial Expediciones Polares hacen libros preciosos y además son tan majos que tienen a bien mandarnos, de vez en cuando, alguno de ellos. Ya hemos hablado de uno por aquí y éste que nos ocupa hoy continúa la receta de la casa: papel bueno, tapas duras, guardas de cartulina, diseños de portada cuidados y estéticamente impecables y, en este caso, un color rosa muy llamativo. Rosa a juego con el título, rosa como los elefantes que Serge Gainsbourg confesaba ver tras beber grandes dosis de alcohol, en una de sus canciones.
Estamos ante una biografía de Serge Gainsbourg (1928-1991), una de las figuras más influyentes de la música popular francesa (y quizás de todo el mundo) de la segunda mitad del siglo XX. Pero no es cualquier biografía, sino que es la primera escrita directamente en castellano. En Francia, Gainsbourg siempre tuvo una enorme presencia en los medios y fue un personaje muy conocido, a veces querido y a veces odiado, pero desde hace varias décadas muy admirado y entronado como artista de culto. En Inglaterra también tuvo cierto renombre, sobre todo a partir de su matrimonio con Jane Birkin y por el hecho de que allí grabó gran parte de sus discos. Por estas razones existen muchísimos libros sobre él escritos en francés y en inglés. Sin embargo, en el mundo hispanohablante la figura de Gainsbourg nunca ha llegado a calar de forma profunda (más allá del revuelo causado por la prohibición de su mayor éxito mundial, “Je t’aime… moi non plus“, por la dictadura franquista en España). Quizá esto explique que hasta hoy sólo una de las biografías inglesas hubiera sido traducida al español y que haya habido que esperar 25 años desde su muerte para que aparezca una escrita originalmente en nuestro idioma.
Sólo por este argumento de novedad, el libro de Felipe Cabrerizo ya sería reseñable, pero es que además de ser la primera biografía de Gainsbourg en español, resulta ser una muy buena biografía. Cabrerizo (que tiene sobrada experiencia en esto de la cultura popular, literaria, cinematográfica y, sobre todo, musical a través de su programa de radio Psycho Beat!) no se ha conformado con hacer un resumen-traducción de tres o cuatro biografías previas, sino que ha buceado en una cantidad ingente de documentación, de la cual da cuenta fielmente en más de 380 notas detalladas. Además ha tenido el detalle de incluir estas notas al final del libro, en vez de a pie de página, por lo que así no interrumpen la trepidante lectura de las mil y una anécdotas de la vida de este artista (y cuando digo artista entiéndase en el sentido más amplio de la palabra: pintor, músico, escritor, fotógrafo, guionista, actor y director de cine, pero sobre todo transgresor, provocador e irreverente). También al final del libro se incluyen varios anexos con las listas de la extensa bibliografía sobre Gainsbourg, de su discografía y filmografía, más extensas todavía, y de sus ya directamente inabarcables composiciones para otros y versiones hechas por otros de canciones suyas. Y pese a esta minuciosa documentación y profusión de datos, he dicho antes “trepidante lectura”, porque los principales logros de Felipe Cabrerizo en este libro han sido, en primer lugar, conseguir condensar en unas 360 páginas una vida que parece haber sido vivida sin respiro entre calada y calada, entre trago y trago (antes de la página 100 el bueno de Serge ya lleva cuatro discos propios, nosecuántas canciones para otros cantantes, un alcoholismo innegable, una mujer y al menos tres queridas, además de todas las prostitutas con las que se inició en el amor) y, en segundo lugar, conseguir hacerlo sin aburrir al lector, sabiendo hilar casi sin que se note unos eventos con otros y enlazando diferentes puntos de la narración a través de coincidencias novelescas o de reapariciones inesperadas. Y es que recorrer la vida de Gainsbourg es como recorrer la historia cultural y política de la segunda mitad del siglo XX, con lo que por las páginas de este libro aparecen, desaparecen y vuelven a aparecer toda una riada de personajes interesantes, de Sartre a Pablo VI, de Marley a Mitterrand. Como ejemplo de las reapariciones de personajes que Cabrerizo utiliza muy acertadamente como guiños al lector, no me resisto a contar el caso de Dalí, en cuya casa de París Gainsbourg tuvo la oportunidad de pasar una noche de pasión con su primera mujer (cómo llegaron hasta ahí no os lo voy a spoilear). El extravagante pintor catalán (al que Serge admiraba y del que probablemente aprendió más de una lección sobre vida-pública-de-artista-provocador) vuelve a la biografía muchas páginas más tarde, llamando al músico “¡maestro!” mientras le hace una reverencia en una gala en la que coincidieron. Sólo Gainsbourg entendió toda la importancia y las connotaciones de aquél gesto de Dalí, pero gracias a la cuidada narración de Cabrerizo, también lo entiende el lector, que no puede evitar una sonrisa.
Y aunque Cabrerizo no escatima en anécdotas donjuanescas, jugosos cotilleos o datos biográficos, no pierde de vista que está escribiendo la biografía de un músico, en la que, por lo tanto, lo más importante es la propia música. Uno de los aspectos más positivos de Elefantes rosas es el detalle con el que se describen y analizan los discos, películas y singles de Gainsbourg, así como los principales éxitos que compuso para otros. Además, es muy de agradecer que no se trate de una biografía “de fan”, en la que todo es absolutamente maravilloso, cada canción una obra maestra y cada disco insuperable, sino que ha sido bastante objetivo en sus análisis críticos, reconociendo, cuando era necesario, los puntos débiles en la obra gainsbourgiana: los álbumes más flojos, las canciones de relleno, las películas de serie z… Pero la característica más destacable del libro, la que más debemos agradecer a Felipe Cabrerizo, es la atención y el espacio que ha dedicado a las letras. Lo que ha consagrado a Gainsbourg en el panteón de la música popular han sido sus letras porque, reconozcámoslo, él no cantaba bien (o ni siquiera cantaba) y las bondades musicales de sus canciones fueron debidas en gran parte a los arreglistas con los que trabajaba. Las letras son su señal de identidad: ácidas, sorprendentes, escabrosas, a veces demasiado directas, en ocasiones delicadas, siempre muy sentidas, llenas de referencias, con inagotables juegos de palabras… Y para que todo esto se pudiera apreciar, el autor ha tenido el acierto de complementar las reseñas de las mejores canciones de Gainsbourg con sus estrofas más destacables, tanto en francés como en su traducción española. Así, esta biografía funciona también como una antología bilingüe en la que se puede disfrutar plenamente de la maestría poética de Gainsbourg.
Elefantes rosas es todo un ejemplo a seguir en el difícil arte de las biografías de artistas. No es de extrañar que hasta le hayan dedicado un programa entero en la televisión pública española, porque se trata de un libro exhaustivo pero fácil de leer, que aúna biografía, crítica y homenaje sin que se noten las costuras y que abre al lector la posibilidad de interminables conexiones culturales, cual hipervínculos, a partir de la obra de Gainsbourg. Quizás la mejor (y casi única) forma de resumirlo sea la que eligió Javier Rebollo en el prólogo, marcándose cuatro páginas seguidas de adjetivos, uno detrás de otro, para intentar caracterizar toda la complejidad de la figura de Gainsbourg y también la de este libro. Pero como ya hemos comentado con otras biografías de músicos, lo más difícil de reseñar estos libros es su valoración. Obviamente, no es un libro para todos los públicos. Si detestas la figura de Serge Gainsbourg o no te atrae lo más mínimo, Elefantes rosas no es el libro más recomendable (aunque si cayera en tus manos probablemente te haría cambiar de opinión), pero si te gusta/atrae/interesa la música francesa, la música de los ’50-’80 o la historia cultural reciente, la lectura de Elefantes rosas no es que sea recomendable, es que es prácticamente obligatoria. Y si después de leerla ves el biopic de Joann Sfar, mejor que mejor.
Como no podía ser de otra forma, hoy toca despedirnos con música. Ahora que Beyoncé parece que está volviendo a poner de moda los discos-concepto-audiovisuales, os dejo con la unánimemente aclamada obra cumbre del gran Serge: Histoire de Melody Nelson (1971). Para que recordemos que antes de Pink Floyd, Michael Jackson o Beyoncé, estuvo Gainsbourg.