Año: 2016
Editorial: Fundación Uxío Novoneyra / ith Crowdfunding
Género: Poesía
Valoración: Recomendable
Los teóricos de la literatura llaman paratexto a todo lo que acompaña a una obra literaria pero que no es el texto en sí: desde la portada, el título o el prólogo hasta la biografía del autor en la solapa. Son generalmente lo primero que percibimos de una obra literaria y, por lo tanto, tienen una gran importancia (aunque muchas veces no les prestemos la atención suficiente), pues cumplen una función explicativa o informativa sobre el texto al que escoltan. Sin embargo, en el caso del libro que os traemos hoy, el paratexto hace algo confuso al lector el acceso al libro.
El título Sin habitación propia remite directamente al ensayo de Virgina Wolf, lo cual se confirma al leer la contraportada: “A lo largo de la historia de la Literatura las mujeres han tenido que pelear contra la industria de masas y contra el machismo imperante”. ¿Estamos entonces ante un ensayo feminista? Eso parece. Hasta que en la misma contraportada, unas líneas más abajo, leemos: “Un homenaje a dieciséis poetas que acabaron quitándose la vida, ahogadas por la falta de libertad o por la enfermedad”. ¿Serán biografías? ¿Una antología? ¿Por qué el factor suicidio-enfermedad? ¡Qué intriga! Al hojear el libro se ven poemas, pero también bastante prosa: ¿quizá una antología comentada? El índice inicial está compuesto por dieciséis nombres de mujer, y al final del libro hay unas cuantas páginas tituladas “Índice de autoras” con breves biografías. Sí, debe de ser una antología comentada, pero ¿por qué no lo han puesto en la portada, a modo de subtítulo o algo así?
Comencemos la lectura para salir de dudas. Lo primero que nos encontramos es un prólogo de José María Garrido que insiste en la idea de suicidio y que alaba a Carmen Moreno, la autora, por “haber sido capaz de hacer funcionar una obra (…) con personajes, vidas y estilos muy heterogéneos (…) como un conjunto literario perfecto y simétrico”, consiguiendo “que el lector (…) entable un diálogo inmediato con cada poeta”. ¿Un conjunto literario con personajes?, entonces no es una antología, ¿no? Pasamos página y aparecen unas “Notas de la autora”. Quizá en ellas nos aclare el concepto de su libro. Pero no, lo que encontramos es un breve repaso a la evolución histórica de las ideas sobre el suicidio y sobre la relación entre creatividad artística y enfermedad mental. Desde la Grecia Clásica hasta el siglo XXI, pasando por Freud, por supuesto, pero sin hacer mucho hincapié en aspectos feministas.
Así que dejamos atrás el paratexto sin tener muy claro todavía cómo se mezclan en esta obra poesía, biografía, ensayo, feminismo y locura. Pero bueno, la obra literaria en sí comienza con Safo, así que nos da igual: siempre es necesario volver a leer a Safo. Pero antes de leer algunos de sus poemas tenemos tres páginas en prosa en las que, sorprendentemente la leemos a ella, a la propia musa de Lesbos en primera persona, desmintiendo aquella leyenda sobre su suicidio por amor a un hombre. Y precisamente es Safo la que nos da la mejor pista sobre el concepto que subyace tras este libro:
Habrá mujeres en todos los tiempos, en todos los rincones de este mundo nuestro, que mueran por las heridas que los hombres les vayan haciendo. Podrá la suerte acabar con sus nombres, pero no con su estirpe porque habrán cantado al amor, a la desesperación, a la vida y al duro encuentro con la sinrazón. Sus palabras, femeninas y fuertes, quedarán por siempre grabadas en la tierra.
Y, de esta forma, si conseguimos ignorar la incertidumbre sobre ‘qué’ es lo que estamos leyendo y simplemente nos sumergimos en la propuesta, confusa pero muy atractiva, de la autora, vamos leyendo poemas de escritoras que tienen en común el hecho de haberse suicidado. Releeremos con gusto a ‘viejas conocidas’, como Plath, Storni, Tsvietaieva o Pizarnik, y descubriremos con más gusto todavía a otras como Elise Cowen, Antonia Pozzi o Karin Boye. Antes de los poemas de cada una de ellas, Carmen Moreno nos hace una breve introducción ficcional en la que resalta generalmente las relaciones de cada autora con los hombres (padres, maestros, amantes, maridos…) que las atormentaron. En estas introducciones Moreno se mete en la piel de las propias poetas o da voz algunos de los protagonistas de sus vidas. Y en las últimas páginas del libro descubriremos, quizás con sorpresa, a Marilyn Monroe como poeta, leyendo a la propia Safo y cerrando así el círculo de esta obra.
Tras leer Sin habitación propia habremos leído mucha poesía interesante, agrupada con un criterio original (el del suicidio) y habremos disfrutado de la arriesgada apuesta de Carmen Moreno por recrear la voz agonizante o el contexto opresivo de todas las poetas. Sin embargo, es probable que todavía no se haya borrado de nuestra mente parte de la incertidumbre inicial sobre los objetivos y planteamientos de la autora. Al igual que tampoco tendremos muy claro de dónde han salido las traducciones de las autoras no hispanohablantes, pues sólo se citan traductores en algunos de los poemas. Afortunadamente, hoy en día tenemos a ‘San Internet’ para ayudarnos, mostrándonos en algunas de sus webs (como la de la propia autora) que Sin habitación propia era un proyecto personal, de más de cinco años, que pretendía no sólo ser una antología poética, sino también un coro (una única voz, suma de voces) de mujeres que quizás no pudieron gritar en vida sus angustias, pero “a las que nadie pudo arrancarles la lengua”. Un proyecto financiado a través de crowdfunding y que ha implicado la traducción, por parte de Carmen Moreno, de obras que no estaban disponibles todavía en castellano y que incluso son difíciles de encontrar en su idioma original. Así como uno de los primeros trabajos en incluir a Marilyn Monroe como poeta. Toda una serie de factores y consideraciones que realzan el valor de este libro y que es una pena que no hayan estado más claramente reflejados en el paratexto, pues habrían acabado de perfilar y de complementar un muy buen texto y una propuesta enormemente interesante.