Si hay algo que se repiten los escritores como mantra para motivarse a continuar escribiendo es «solo tú puedes contar esa historia». Y puede que sea el único consejo universal de escritura que no depende del momento o de la persona. Ya está todo contado y solo se juega con la forma y las perspectivas. Por eso, hay ciertas voces, aquellas que no han podido ser escuchadas antes, que deben escribir ahora más que nunca. Son aquellas que saben de lo que hablan porque trasladan su realidad a la ficción de una forma que otros no pueden hacer. Y los lectores reclaman esos escritores y su forma única de contar. Es importante, como lectores, saber entender y apreciar estas voces. Y, sobre todo, hacerles el hueco que merecen.
¿Qué son las voces propias exactamente?
Voces propias (own voices) es una categorización que surge gracias a Corinne Duyvis cuando, en 2015, creó el hashtag para pedir y dar recomendaciones de literatura infantil con personajes de identidades minoritarias escritos por autores de esa misma minoría.
Era importante que compartiesen identidad, autor y protagonista, ya que podrían dar una visión diferente que fuese más allá de ser un mecanismo para la trama.
En su web, la autora tiene un pequeño espacio para hablar de esta iniciativa y da respuestas a preguntas que le hacen frecuentemente. Son tantas las personas que quieren expandir más esa primera definición que se dio, que la autora se ha pronunciado y está de acuerdo con todos; dice que no desea moderar y restringir la iniciativa. Así pues, aunque en su creación se habla de literatura infantil, en la actualidad vale también para juvenil, adulta, cómics, películas, etc. En definitiva, para cualquier tipo de ficción.
Lo mismo pasa con la amplia definición que es «grupos minoritarios diversos». Recoge distintas orientaciones sexuales, identidades de género, estatus socioeconómico, tipo de cuerpo, discapacidades físicas y mentales, etnias y culturas…
Pero debe compartirse la misma identidad entre autor y protagonista.
En general, se entiende como minoría a cualquier identidad que difiere de la de persona cisgénero (nombre que se le da a quienes se identifican con el género asignado al nacer) blanca heterosexual de clase alta o media sin discapacidades físicas o mentales. Ya hablamos de que, a pesar de que podemos definir con tanta claridad lo que se entiende por normalidad, en realidad no lo es y no representa realmente el mundo diverso en el que vivimos. Pero al ser el grupo que ostenta el poder social, es el que acaba teniendo mayor representación en la ficción. Lo interesante es que haya cabida para todo tipo de personajes para que haya más variedad de elección al leer. No se trata de censurar, sino de hacer hueco a otros. Mostrar realidades a través de la ficción para lleguen a más personas.
Si te interesa leer voces propias en inglés, el hashtag #ownvoices está siempre activo y lleno de libros, recomendaciones y discusiones de lo más interesantes. También hay una lista en Goodreads ya que la gente los etiqueta como tal en sus estanterías virtuales.
¿Por qué voces propias en el fantástico?
A pesar de que lo primero que quiero escribir ante esta pregunta es: ¿y por qué no? y dar por acabado el artículo, voy a explicarlo.
Si incluso las personas que no son cisgénero, ni blancas ni heterosexuales y tienen discapacidades físicas o mentales, han acabado recreando ese prototipo de «normalidad» con sus propios protagonistas, eso nos dice que la representación es poderosa y, sobre todo, influyente. A pesar de que algunos escritores son parte de una minoría, nunca la han visto representada en la ficción, y creen que no pueden vivir aventuras a pesar de los problemas que acarrea pertenecer a ese grupo identitario. Ocurre igual con los lectores. Nunca se han visto representados de la manera que querrían en la ficción. Hasta ahora que se están impulsando de verdad estas historias y hay autores que las quieren contar porque son suyas, porque pueden y deben.
Si acaso, el tipo de personajes que pertenecen a minorías son relevados a secundarios con poca visibilidad. Acaban siendo meros tokens de diversidad. Darle este rol a un protagonista y que una persona con este tipo de problemas pueda incluirlo en sus historias con un punto de vista personal y propio es maravilloso. Porque estas personas no hace mucho no tenían voz.
Si estás luchando contra opresiones, no tienes tiempo para escribir tu propia historia, y mucho menos para incluirla en el fantástico. Si algo caracteriza al fantástico es la creación de nuevos mundos y futuros posibles. Y en ellos, precisamente, se puede ser más visible.
La sensibilidad que tienen estas personas para mostrar sus vulnerabilidades en las historias es palpable. Y no se piden sus historias solo por eso. Si no para decirle al mercado que merecen ser leídas. Que las queremos, importan y son válidas. Que por muchos estudios que se hagan sobre qué tramas son las que más suelen gustar y cuáles son los libros con más posibilidades de triunfar no deben fiarse, porque cualquier libro puede ser un éxito de ventas si sabe cómo llegar al público y si se apuesta por él desde el principio.
El problema al que se enfrentan las voces propias en el mercado anglosajón es que este no quiere parecer saturado de ciertas historias. Se habla de cupos con los que cumplir, pero sin exceso. La historia sobre racismo del momento o la novela LGBT+ de turno. Casualmente quieren hacer ver que solo hay hueco para una. Y, si así se contempla, que se valore la que ha creado la persona privilegiada sobre quien escribe sobre su propia opresión es un problema.
Pidiendo más historias de este tipo es como se rompen los cupos. No se desea una única historia de una escritora negra, solo una con personajes trans, ni solo una sobre lesbianas. Se desean todas fervientemente.
Problemas que solucionan las voces propias
El primer elemento bueno que suelen poseer es que no caen en los estereotipos dañinos y fórmulas que sirven a las tramas que sí usan autores que no pertenecen al colectivo. En ocasiones, cuando se ha querido visibilizar o representar, se han escrito cosas tan peligrosas como mágicas curas de discapacidades para lograr salvar el mundo. Probablemente no había malicia, pero el lector afectado por esa representación lo interpreta como que no puede salvar el mundo ni hacer nada de provecho tal y como es. O sí, con el gran «pero» de no ser así.
Algo también bastante horrible y que se ve sobre todo en la ciencia ficción es la de mostrar futuros eugenésicos donde se ha acabado con, por ejemplo, autistas o personas con acondroplasia en la búsqueda de la perfección. Esto no es solo invisibilizarles, sino dañarles profundamente. Una voz propia no imaginaría el mundo sin él mismo. Probablemente escribiría sobre la lucha de la gente como él contra esa supuesta perfección sin caer en esa apatía y conformismo de las historias en las que ya está todo mal.
No suelen incluir estas minorías para añadirle drama a la historia, sino que se cuenta todo desde una perspectiva que lo valida incluso cuando se muestra el rechazo, el dolor y las dificultades que se vive.
Problemas que tienen las voces propias
Por desgracia, muchas de las mejores iniciativas acaban siendo un arma de doble filo. Por eso hay que tener en cuenta sus puntos débiles. O más bien los puntos en los que se basan otros para atacarlas.
Own voices no es realmente una iniciativa ni pretende forzar a nadie a escribir estas historias, ni a exponerse ni a leer solo las de este tipo. Se trata de una etiqueta más, aunque apostando por que estos libros intenten cambiar la dinámica del mercado.
Y, a pesar de que estos libros suelen tener buena representación, la etiqueta en sí, puesta sobre cualquier tapa, no debería ser un sinónimo automático de calidad ni de representación total de un colectivo. Una voz propia es eso. Una voz. No puede ser más que eso en ocasiones. La experiencia trans es amplia, la bisexual, la de discapacitados físicos… no se puede encontrar siempre algo que lo muestre por completo. Habrá pequeñas similitudes, pero nunca hay que olvidar que la experiencia individual puede ser eso, individual o minoritaria. Y no por ello es malo ni menos representativa.
¿Qué voces propias podemos encontrar ahora mismo en el fantástico?
Actualmente, a pesar de que el término no es poco conocido en nuestro país, hay bastantes obras ya que han causado furor en el mundo anglosajón y han acabado traducidas. A pesar de que hay muchas en general, solo hablaré de aquellas que tienen traducción para una mejor difusión.
De hecho, hay tantas que podemos indicar qué tipo de voces propias son o dividirlas en subgrupos para mayor goce del que busque algo concreto.
Mujeres y racializadas
En principio, ser mujer no es pertenecer a una minoría, pero ya que las dos autoras han coincidido y han querido hacer transversal su doble opresión, lo mencionaremos. A pesar de ello, el rasgo que comparten es ser negras.
En Binti de Nnedi Okorafor hay un componente racial muy fuerte. La autora, de ascendencia africana comparte este rasgo con Binti, que además pertenece a la tribu Himba. En este futuro galáctico e intercultural, vemos racismo de los Koush a los Himba, de las Medusas a los humanos y, más adelante en la trilogía, también de los Himba hacia otras tribus. La obra, precisamente, quiere hablarnos de la importancia de escuchar y de saber de otros para entender y formar lazos que eliminen ese racismo. Y, además, el tema de la cultura propia como forma de identidad también está presente. No solo como un equivalente, sino como la suma de múltiples influencias y el efecto que tienen sobre una persona.
En Parentesco, de Octavia Butler tenemos viajes en el tiempo para meternos de lleno en 1815, más concretamente en Maryland. Lo hacemos de la mano de una escritora afroamericana llamada Dana que abandona su época: 1976. El racismo en esta novela se incluye de la manera más directa, en la época en la que las personas negras eran tratadas apenas como personas. El viaje en el tiempo es casi una excusa para dar una lección de historia que no se debe olvidar.
Las problemáticas de Asia
Estamos en plena irrupción de ciencia ficción china, pero no siempre ha sido lo que nos ha llegado a las manos y hay ciertas problemáticas sobre las que estos autores quieren hablar. Y justamente ellos, son los más capacitados.
El zoo de papel, de Ken Liu es el relato que da nombre al libro. Trata los problemas de una identidad cultural doble como la del autor: china y norteamericana. Se centra, sobre todo, en sentir vergüenza por una de ellas y esconderla. China pierde contra la hegemonía blanca cuando un niño pequeño se avergüenza de su madre asiática que hace, precisamente, animales de papel.
El Ciclo de Xuya, de Aliette de Bodard estaría en el límite de lo que sería una historia de own voices, aunque es mejor no acotar tanto el término. Esta escritora franco-estadounidense con ascendencia francesa/vietnamita es la creadora de una ucronía en la que china descubrió América primero. A partir de ahí, desarrolla todo un nuevo mundo en el que siempre se toca la identidad cultural, ya sea individual y minoritaria o doble como ella. Además, también tiene una gran cantidad de personajes femeninos protagonistas en prácticamente todos los relatos de la antología.
En Planetas Invisibles, una antología de relatos de varios autores chinos coordinada por Ken Liu, está el relato «La ciudad del silencio» de Ma Boyong. En una pequeña introducción, Ken Liu nos cuenta que ha trabajado con el autor para devolver el relato a su forma original: con ambientación en China. Para su primera publicación en dicho país, el autor tuvo que ambientarlo en Nueva York para saltarse la censura. Es un relato que habla de la censura de palabras en las redes por parte del gobierno. Se trata de un relato claramente dentro del subgénero ultraunreal propio de China. Es una voz propia, y gracias a Ken Liu, devuelta parcialmente ya que podemos saber la inspiración del autor.
Voces propias de personajes con discapacidades
Las discapacidades pueden ser tanto físicas como mentales y el rango es muy grande. Ceguera, sordera, enfermedades degenerativas que causan problemas físicos… en general, cualquier impedimento para realizar cierta acción. Cabe destacar que se pide no usar la palabra «minusvalía» por sus connotaciones negativas y que se prefiere siempre discapacidad.
Seis cuervos, de Leigh Bardugo es el primero de una aclamada bilogía. La discapacidad que comparten autora y protagonista es física. Bardugo tiene una enfermedad degenerativa llamada osteogenesis y según cuenta en entrevistas, al principio de escribir el libro, no hizo una conexión con su enfermedad. Entonces no caminaba con bastón porque no quería, porque eso te señala como enfermo, pero al final compró uno y fue una gran decisión y una ayuda increíble para caminar más y no quedarse sentada en su casa por el dolor. En su libro, Kaz, también acepta esa herida y su discapacidad.
A las puertas de la nada, de Corinne Duyvis es una novela young adult cuya traducción llegó a la par que la celebración del festival Celsius de este 2018. Duyvis y su protagonista tienen autismo, aunque solo Denise tiene que enfrentarse a una posible catástrofe planetaria causada por un meteorito. El espectro autista, es como su nombre indica, un espectro, por lo que esta historia puede no resonar con otras personas con autismo, pero definitivamente es interesante. Se equipara a Duyvis con Becky Chambers en su optimismo al representar las relaciones entre personas. Además, es interesante porque es la impulsora del hashtag ya mencionado al principio del artículo, y tiene distintos libros en los que es voz propia por otras identidades, como la de ser bisexual.
Voces propias LGBT+
Hay muchas historias sobre el drama de ser LGBT+ y el rechazo que causa, especialmente los despertares sexuales. Y, en la actualidad, lo que se pide es normalidad. Que la inclusión no tenga que ver con la trama principal. Y, por suerte, cada vez hay más de estas historias, y además tratadas por los propios autores que no pretenden regodearse en el sufrimiento, sino contar su experiencia y no la de la reacción de la sociedad ante de identidad de género u orientación sexual.
Cada corazón, un umbral, de Seanan McGuire es un libro con una protagonista ace/asexual. Además, cuenta con representación trans en personajes secundarios, por lo que es un libro muy interesante si se busca mucha representación. Ha sido muy aclamado y obtuvo los Premios Hugo, Locus y Nébula 2017, ha sido finalista del World Fantasy Award y del British Fantasy Award. Gracias a Runas (y a María Pilar San Román) tenemos su traducción, y la segunda parte acaba de salir.
Leñadoras es un cómic con una gran representación de personajes marginales y diferentes entre sí. La trama del cómic es directa: cinco chicas que, estando de campamento de verano, chocan con lo sobrenatural en forma de criaturas que no habían visto antes. Y algunas de ellas también se encuentran con el amor. En este caso, entre chicas. Todo el equipo es de mujeres, desde el dibujo, el guión y la edición, y han conseguido que el público juvenil se interese por él.
Hay muchos más tipos de voces propias de las que no hemos hablado, pero que también merece la pena investigar y leer. En general, cualquier cosa que se aleje del punto de vista que lo comercial y lo que ya está escrito debería investigarse con más detenimiento. Se esconden muchas joyas y se ha de hacer lo posible para que sean traducidas en España. No debemos conformarnos solo con aquellos proyectos que se traducen por ser premiados. Debemos pedir más diversidad en lo que se edita en nuestro país.
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