Título original: Binti
Idioma original: Inglés
Año: 2015
Editorial: Crononauta (2018)
Traducción: Carla Bataller Estruch
Género: Novela corta (ciencia ficción)
Un futuro para África
La editorial Crononauta inicia su andadura con una novela corta de ciencia ficción. Es curioso: de un tiempo a esta parte, es habitual encontrarse obras de este género y de esta envergadura. Literatura en pequeñas dosis, de autoras interesadas por renovar los tropos habituales, por encontrar nuevas formas de escudriñar la prospectiva. No hay más que ver la selección del Premio Guillermo de Baskerville de novela corta de 2017. Y en este momento crucial llega Nnedi Okorafor a España y llega Binti, la primera chica himba admitida en la universidad interplanetaria. Con ella nos embarcamos en un tremendo viaje del que, sin embargo, en este primer volumen tan solo podemos atisbar un pequeño fragmento.
—Soy Binti Ekeopara Zuzu Dambu Kaipka, de Namib.
Creo que es necesario comenzar diciendo que me resulta muy interesante toda la concepción de la obra. Tanto por parte de Okorafor como de editoras y traductora supone un proyecto ambicioso, una perspectiva renovadora y un trabajo serio, inteligente y muy afinado. Así, Binti, como obra dentro del afrofuturo, se constituye como una obra novedosa en algunas de sus partes, pero lo que más sorprende es lo muy original y diferente que puede llegar a ser siendo tan solo… real, y honesta con aquello que se quiere plantear. Se trata de una space opera, sencilla en sus formas, en su presentación, en la trama, y sin embargo tiene algo que la hace muy original: se asemeja poco a tantas otras obras del género.
En este sentido, uno de los aspectos más entrañables y poderosos que nos trae es la presentación de los personajes, sobre todo en la vinculación con el worldbuilding. Se trata de una novela de tan solo 110 páginas, por lo que aquí no se busca desarrollar todo un complejo entramado de datos absurdos. Así y todo, Binti ayuda al lector dándole una serie de pistas aquí y allá sobre elementos culturales, seres que aparecen y, por supuesto y como no podía ser de otra manera, la estratificación social existente en el mundo. Sin estridencias ni aspavientos innecesarios, tan solo con una breve viñeta en las primeras páginas, observamos la dolorosa diferencia entre himba y koush, y el trato que estos últimos profesan a los primeros.
Tradición y tecnología unidas
Pero también, como os digo, podemos disfrutar de una serie de elementos tradicionales muy interesantes cuyo principal atractivo es su relación con las matemáticas. Porque este libro va de matemáticas sin ir de matemáticas. Binti es ramificadora, que es una movida relacionada con las matemáticas, y ese cubo que porta en sus manos en la portada es el edan, algo que, sin querer spoilear a nadie, también tiene algo que ver con su especialidad. Esto es muy curioso porque la unión se produce de una forma simbiótica y muy natural: tal y como se apunta aquí, parece que las matemáticas están vinculadas a todo en la cultura himba (pero no me arriesgo a decir más de esto, que soy muy de letras). Cultura esta muy importante para la protagonista. Suele pasar en las obras escritas por autoras de ascendencia africana que hay un conflicto muy fuerte entre aquello vinculado a la tradición y aquello vinculado al progreso; la ciencia ficción es una excusa perfecta para desarrollar esto en su totalidad.
Los himba no viajamos. No nos movemos. Nuestra tierra ancestral es vida; si te alejas de ella, te apagas. Incluso nos cubrimos el cuerpo con ella. «Ojitze» es tierra roja.
Como proyecto, por tanto, es una propuesta interesante; pero el objeto final no se queda atrás. Se trata de una novela corta que tan solo ofrece el planteamiento de un personaje, pero en el que ya disponemos de aventuras, combates entre el bien y el mal y una serie de deliciosos giros de guion, marcados pero coherentes. Que sea una primera parte hace que se haga muy breve, puesto que tan solo asistimos a un episodio de la vida de Binti, pero Okorafor no convierte esto en excusa y nos ofrece una historia intensa, llena de detalles discretos y planteamientos temáticos interesantes. Tenemos aquí, por supuesto, la ruptura del joven con la familia, la huida hacia delante que Binti lleva a cabo cuando marcha a la Universidad. Tenemos, también, toda la problemática que emerge de la combinación entre la cultura propia y el futuro. Tenemos los comentarios que ya os he mencionado sobre la estratificación social, como una cierta denuncia.
Tenemos muchas cosas, como podéis ver. Pero quisiera hablaros de las medusas. No de las medusas en sí, sino del papel que ejercen en Binti (es decir, de la trama de la novela). Las medusas son la especie enemiga, el antagonista, pero también son el elemento de la obra que ejerce mayor presión para el cambio. Siendo uno de los temas más singulares del libro el conflicto racial, plantear dos especies en guerra, pero en una especie de stand-by por razones narrativas es un movimiento inteligente. Okorafor consigue así examinar una serie de aspectos de la protagonista y de su cultura con mucha solvencia. Así le da un cierto carácter de urgencia a la trama que le sienta a las mil maravillas. Todo esto acompañado de una prosa elegante, resuelta y certera, muy capaz de detenerse en pequeños detalles sin caer en el tedio ni la explicación, como he apuntado más arriba, sino construyendo la trama, palabra a palabra, de modo muy agudo.
Muerte. Cuando abandoné mi hogar, morí. No había rezado a las Siete antes de marcharme. No creía que fuera el momento. No me había ido de peregrinación como una mujer de verdad. Estaba convencida de que regresaría a mi pueblo convertida en una mujer plena para hacerlo.
No quiero contaros nada más (y ya me parece mucho). Es una obra muy breve que me ha encantado haber leído y que os recomiendo, sobre todo si disfrutáis de la ciencia ficción más habitual y estáis hartos de los tropos cansinos. Eso sí: Binti sabe a poco. Quedáis avisadas. Yo me quedo aquí, esperando Who Fears Death y la segunda y tercera partes de esta serie.