Hace dos meses, Libros prohibidos anunciaba que se especializaba, como revista, en literatura de género. Esta decisión, en parte tomada por el compromiso con la literatura independiente, no fue sorpresa entre los seguidores más fieles, ya que, cada vez más obras reseñadas por la revista respondían a la etiqueta de género. A otros, lo que verdaderamente les desconcertaba era quizá la amplitud de la etiqueta «independiente» sin estar sujeta a algo más concreto. Por eso, otra de las razones por las que se tomó la decisión fue para que el público supiese con claridad qué se trataba en la revista. Es decir, para acotar. Y, a pesar de eso, cuando se habla de etiquetas siempre surge…

La eterna discusión: ¿son o no son útiles las etiquetas?

Para aquel que coge un libro cualquiera porque los devora, las etiquetas que los acompañan no suelen tener ninguna importancia. Realmente hay lectores que leen de todo sin fijarse más que en título y portada. Por otro lado, tenemos los lectores que saben lo que quieren encontrar al abrir un libro. O, también, lo que no quieren encontrar. Las sinopsis pueden destriparlo todo para aquel que quiera llevarse las sorpresa máxima y otras pueden, simplemente, no decir nada. Es ahí donde entran en juego.

Los subgéneros y etiquetas son una palabra o un pequeño conjunto que crea una imagen general sin llegar a destripar nada, pero perfila muy bien, aunque estereotípicamente, lo que vamos a encontrar en una obra.

Esta discusión genera otra pregunta, ya que lo importante no es si son útiles o no, si no… ¿para quién lo son?

Se dice que son solo útiles para que el librero pueda colocarlos en una balda u otra y así venderlo mejor, pero hoy por hoy, el marketing del libro recae sobre todas las personas que están en contacto con él. El editor tiene que saber venderlo bien tanto en redes, a las librerías y en presentaciones y eventos. El propio escritor también debe hacer el marketing de su obra en redes, ser conciso y evitar las comparaciones con otros escritores y obras ya que eso puede causar más mal que bien. Y por último, los lectores y reseñadores a los que les haya gustado la obra y deseen recomendarla, también deben dar su opinión bien informada sobre lo que han leído para llegar al público objetivo.

Las tres grandes etiquetas y su mezcla

Fantasía, ciencia ficción y terror. Los tres son géneros no realistas. Se pueden definir de forma que sean excluyentes entre sí también, pero en la realidad es que cuando cogemos un libro, nos podemos encontrar cierta hibridación y líneas que se cruzan. ¿Son entonces inútiles si a veces no funcionan por sí mismas? En realidad, mezclarlas también nos dice mucho de la obra. Es entonces cuando la acotación se hace más acusada y empiezan a nacer subgéneros hibridados y subgéneros no hibridados.

Aquellos hibridados por dos de las tres grandes etiquetas y subgéneros son: ciencia ficción de horror, fantasía científica (o ciencia ficción fantástica) y fantasía oscura.

De los no hibridados, los más conocidos serían:

• Dentro de la fantasía: épica, futurista, urbana, grimdark, humorística, espada y brujería, crossworlds y realismo mágico.
• En la ciencia ficción: ciencia ficción social, space opera, distopías, colonización espacial, ciencia ficción militar, retrofuturismos: (cyberpunk, steampunk, biopunk y dieselpunk), ciencia ficción dura, ciencia ficción blanda, postapocalíptica, viajes en el tiempo, ciencia ficción erótica y ucronías.
• En el terror: terror psicológico, slasher, gótico, noir y sobrenatural.

Los grandes subgéneros que el mainstream empieza a manejar

Hay subgéneros más famosos que otros y que no son tan independientes y conocidos solo por los más fans acérrimos. Estos han saltado a la corriente más mainstream gracias a varias obras que han vendido bien. La space opera (Hyperion, de Dann Simmons), la fantasía urbana (Harry Potter, de J.K Rowling) y el grimdark (Canción de Hielo y Fuego de George R.R.Martin o La voz de las espadas de Joe Abercrombie) son algunos ejemplos. El el steampunk (La máquina diferencial, de Gibson y Sterling) también es reconocible, pero sobre todo gracias a que se ha convertido en algo más: un movimiento sociocultural y artístico fácilmente identificable por una estética y unos valores muy definidos.

También hay otros subgéneros que son difícilmente clasificables pero van ganando adeptos con rapidez.

La ficción climática se va abriendo paso cada día más, irónicamente, al ser un problema cada vez más real. El futuro es bosque, una antología editada por Apache libros es una de las últimas publicaciones que tenemos en España. El bizarro es otro de esos subgéneros o géneros en sí mismos muy difíciles de clasificar y que se potencian desde editoriales como Orciny Press para que, a pesar de ser independientes, sea conocido. Es, por así decirlo, hermano del new weird, al que no se sabe si colgar bajo el cartel de fantasía, ciencia ficción, terror o los tres a la vez.

Lista de nuevos subgéneros y etiquetas menores -punk

El sufijo -punk dice que las obras dentro de ese género son revolucionarias o van en contra del sistema. Eso les da cierta intencionalidad, pero siempre dentro de un marco temporal, ya que el sistema controlador contra el que revelarse cambia y también las formas de hacerlo.

La mayoría de estas etiquetas son nuevas o tienen pocas obras que las representen. Son, por tanto, las etiquetas más independientes. Aquellas que hay que luchar para sacar adelante.

También, por desgracia, aquellas que hay que explicar en profundidad para entender bien el nombre. Quizá no llegan tanto al mainstream, pero son gratamente recibidas por el fandom. Unos pocos subgéneros y etiquetas a destacar son:

• Solarpunk: Nace en contraposición a las distopías tecnológicas que tienen tanta popularidad que acaban saturando y es visto como el sucesor del steampunk. En el solarpunk se cambia el vapor por las energías renovables como la solar y la eólica y es ficción especulativa con una clara intencionalidad esperanzadora. Para ello, se busca que sea lo más realista posible dentro de que es futurista. Se quiere mostrar un futuro inspirador y ecológico para convencer que el cambio es posible.
• Greenpunk: Este término fue acuñado por el publicista literario Matt Stag y es la otra cara de la ficción climática. Si esta suele representar un futuro arrasado por el cambio climático para hacer crítica, el greenpunk es la lucha por mostrar la consonancia del humano con la naturaleza de una forma más positiva. De forma similar al solarpunk, no quiere criticar, sino mostrar esperanza y posibilidad de cambio, aunque no responde a esa intencionalidad realista y permite más licencias fantásticas.
• Hopepunk: Otra etiqueta que surge en contraposición a otra, en este caso, al grimdark. Si este se centra en mostrar lo gris de la moral de los personajes, eso definitivamente, no deja en buen lugar a ninguno y hace caer en el nihilismo. Sigue la idea pesimista y cínica en la que se han instalado otros subgéneros. De ahí que nazca otro para aquellas personas que prefieran romper con ello y sentirse esperanzados y no quieran conformarse con esa oscuridad permanente y deseen, ante todo, luchar por mejorar. Actualmente se está potenciando con concursos y convocatorias para que haya nuevas obras bajo esta etiqueta. Nuevas editoriales, como ediciones Dorna o Hati son quienes piden obras de este tipo.
• Postcyberpunk: Una nueva dirección del cyberpunk de los 80, creada en los 90 y que es menos nihilista y que intenta acabar con la apatía que produce ese ambiente oscuro y pesimista. Menos punk que cyber porque no pretende ir contra los gobiernos y el sistema sino que es más realista y sabe que la mayoría de personas viven dentro de los sistemas y han de cambiarlos y no simplemente destruirlos. También se reconoce porque los personajes no son tan individualistas.
• Silkpunk: Es un derivado del steampunk, pero con un contexto tan específico como el que esté ambientado en la China de la Dinastía Han. Es una mezcla de ciencia ficción y fantasía cuya estética se basa en los materiales más identificativos del este asiático: Bambú, papel, seda . Su único exponente es Ken Liu con La Gracia de los Reyes.
• Divinepunk: Esta etiqueta, poco conocida e independiente, designa a aquellas obras de ficción especulativa, tanto de fantasía, ciencia ficción y terror que exploran la temática religiosa sin hacer proselitismo. Cristina Jurado fue quien definió el término a partir de la obra de la obra de Miguel Santander titulada La Costilla de Dios. Para ella, es importante hacer una distinción entre la ficción religiosa de aquella que, a pesar de que toca el tema, no lo hace con afán de buscar adeptos.
• Delibespunk: Esta etiqueta cuenta con un estilo híbrido y fue creada por Conchi Regueiro y Editorial Cerbero para englobar las historias de la revolución del humo. En ellas se habla de una época de transición de la magia y lo rural a la técnica y lo urbano. Su nombre contiene la palabra «Delibes» porque, al igual que en las obras del autor vallisoletano, los personajes sufren esos cambios de sociedades antiguas a otras más modernas, al margen de los triunfalismos con que se adornan esos cambios. Además, Estas obras suelen hacer uso de un lenguaje coloquial rico, al margen de vulgarismos, que viene a representar la variedad de esos tipos humanos que refleja.

Otros nuevos subgéneros y etiquetas

En la comunidad anglosajona no dejan de aparecer nuevos términos que nos llegan poco a poco y, quizá, son menos utilizados si no consiguen la suficiente fama o apoyo. El afrofuturismo, por ejemplo, sí que se está abriendo paso y llega de la mano de traducciones como Binti de Nnedi Okorafor o gracias a la antología Afrofuturos. Y, aunque no es nueva, sí que está experimentando un crecimiento que solo puede verse como algo muy positivo, ya que el foco de atención se aleja de la cultura blanca anglosajona. Pero cada vez hay más y solo hay que indagar un poco para entender por qué nacen. Ultra-unreal es un subgénero literario de china que es comparable al realismo mágico en cuanto a que la realidad china es más extraña que la ficción, siendo casi mágico. Se vale de la especulación de temas sociales problemáticos y actuales del país, pero llevándolo a un futuro ficticio, de cuento y sin criticar, solo tomando un enfoque filosófico. Una obra muy representativa sería Entre los pliegues de Pekín de Hao Jinfang. Gulf futurism es otro subgénero que busca potenciar otra cultura, en este caso, la de los países pertenecientes a las monarquías del golfo pérsico. Una obra que debes leer: Desert Strike EP de Fatima Al Qadiri. Water crisis thrillers, son aquellas obras que hablan de la sequía y de las crisis de escasez del agua que ya están empezando a ser una realidad. Es un subgénero hermanado de la ficción climática pero más acotado.

No hace falta que tengan más que un par de obras exitosas que las respalden para que surjan más que las adopten. La idea que las conforma suele ser lo suficientemente potente como para que consigan visibilidad de este modo.

En este artículo no hemos podido mencionar todas las etiquetas existentes porque las diferentes culturas van creando las propias según las necesitan. Como ejemplo, tenemos nuestra cachava y boina española. Un género revivido hace bien poco gracias a la Editorial Cerbero con la antología No son molinos que también puede pertenecer a los tres grandes y lo que lo diferencia del resto es esa ambientación rural española con leyendas antiguas y únicas.

A pesar de que siguen surgiendo nuevos subgéneros y etiquetas, solo el tiempo y los estudiosos del género determinarán cuales han dejado huella y se han ganado su espacio y cuales no. De igual forma, tanto si somos escritores como lectores, podemos impulsarlas para escribir y leer lo que más nos gusta, sin olvidarnos que muchas tienen un papel muy importante como parte del activismo.

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