Año: 2018
Editorial: Carmot Press
Género: Novela (fantasía)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
La última novela de R. G. Wittener es todo lo que promete. Desde su sinopsis hasta la preciosa portada de Cristina Martos, Monozuki: la chica zorro ya habla de aventuras y lugares remotos, de magia y espíritus, y también de la confrontación entre la tradición y el progreso. Con un ritmo pausado pero rico en detalles, el autor nos sumerge en la historia de una adolescente llamada a ser vidente, que se verá envuelta por accidente en una lucha cuyo origen ya forma parte de las leyendas de su pueblo.
Las aventuras de Monozuki
La novela da comienzo el día en que Monozuki acude con su abuela a la Isla Santuario para conocer al pastor de kaijus. Desde el primer momento nos hallamos en un lugar rodeado de magia y espiritualidad, que recuerda en cierto modo al imaginario reflejado en las películas del Estudio Ghibli. Esa espiritualidad va ligada estrechamente a Monozuki y su abuela, vidente de Tojinbo, su pequeño pueblo, que sirve de unión entre los lugareños y los grandes espíritus de la naturaleza: los kaijus. La chica, de hecho, también guarda una relación que desconoce en gran medida con los espíritus zorro y que se irá revelando conforme avanza el libro.
El mar de Tojinbo está bajo la protección de la Poderosa Kuragena. Eso fue lo que acordaron los grandes señores y los pastores en la época de la Gran Desolación, a cambio de que los kaijus nos protegieran de los Maestros del Hierro.
La ambientación huele a Japón desde el primer momento, pero también a mucho más. No es un Japón pseudomedieval, sino que Wittener introduce elementos más propios del steampunk y otras formas alternativas de obtener energía. La búsqueda de esta materia prima dará inicio a la verdadera aventura de la protagonista: cuando están capturando cristarrayos en una tormenta, unos barcos aparecen de improviso, arruinando toda la pesca.
Monozuki es llevada entonces ante el señor de las tierras y descubre que unos antiguos enemigos han regresado a su hogar tras ser desterrados gracias al poder de los kaijus. Sin embargo, la chica descubrirá que las intenciones de sus señores no son tan buenas como parece y que atentan directamente contra todo en lo que cree. De esta forma, lo que al principio sugería un camino del héroe centrado en el aprendizaje de Monozuki en las labores de vidente, se transforma en una aventura en la que la joven tendrá que seguir su instinto y tomar sus propias decisiones mucho antes de lo que imaginaba.
Tradición vs. progreso
Sin duda, este es el tema central de la novela. Además de los secretos que rodean el pasado de Monozuki, así como la sed de venganza de unos y otros, el debate siempre gira en torno a la relación de los seres humanos con la naturaleza.
Sus leyes son que todo les pertenece. Si pescas en su río y no les has pedido permiso, te persiguen. Si excavas una mina en sus montañas, la hunden encima de ti. Sus bosques sagrados están llenos de caza. Hay praderas donde cultivar arroz. Pero no nos dejan usarlas.
Nuestra joven aprendiz se da de bruces con gente que ha dejado atrás la tradición y quiere abrazar un cambio que no acaba de llegar porque los espíritus se interponen en ello. Quizá nos resulte una posición muy recurrida y que da lugar a dualidades extremas, pero dada la relación con Japón que tiene la historia, tampoco esperaba otra cosa. Es más, en un momento como el actual en que ya hablamos de refugiados climáticos y una situación climática de no-retorno, se hace necesaria una reflexión mucho más profunda que la simple demonización del progreso.
Aparte del hecho de que el autor ya haya incursionado con anterioridad en el steampunk (tiene un relato en la antología infantil El vigilante de las estrellas y otros cuentos), me parece que la inclusión de elementos de este subgénero carece de trivialidad. La máquina de vapor marcó un antes y un después en la historia tecnológica de la humanidad. La Revolución Industrial se dio gracias a su creación y también trajo una serie de problemas aparejados: entre ellos, la contaminación y la explotación de recursos a unos niveles nunca vistos con anterioridad.
Esta es la verdadera denuncia que hay en Monozuki: no la de alejarse de la tradición, sino la de distanciarse de la naturaleza sin pensar que, si abusamos de ella, la destruiremos.
Los secretos de Monozuki
La novela también encierra una suerte de secretos, algunos de los cuales iremos descubriendo poco a poco, mientras otros quedarán en suspenso. Y es que esta obra, a pesar de tener un cierre definido y satisfactorio, da pie a mucho más.
No obstante, no deja con la miel en los labios, sino que da la información debida para que la novela se entienda sin necesidad de añadidos. El autor dispone los elementos necesarios para utilizarlos según le conviene y también deja algunos cabos sueltos. Esto, unido a un estilo sencillo pero efectivo, hace que la lectura sea ligera y amena. Es también un estilo muy visual, quizá en exceso, dada la relación de los personajes con la naturaleza, y se advierte también un abuso de los gerundios que convendría revisar.
Monozuki, la chica zorro es una aventura de lo más deliciosa, una pequeña fábula construida con mimo que gustará tanto a jóvenes como a adultos. Sin duda, una novela muy recomendable que hace que te enamores de algunos de sus personajes y te deja con ganas de saber más de cierto espíritu zorro.