Año: 2015
Editorial: Puck
Género: Juvenil/Fantasía
Valoración: Recomendable
Cuando recibí el libro recuerdo que pensé ‘oh no, otro libro juvenil; con las ganas que tengo de leer algo más profundo; ¡y encima tiene 316 paginacas!’. Pero como no sé rechazar un libro y, además tengo que admitir que el género de fantasía me encanta (entre los libros juveniles se encuentran muchos de mis favoritos), me dije, ‘no va a pasar nada por empezarlo…’
Vayamos al grano. Penélope es una niña curiosa con una imaginación desbordante y una chispeante personalidad. Quiere ser escritora, pero por desgracia su madre no le ve la parte práctica al asunto y prefiere planificarle todas las horas del día para que no esté ociosa, pues eso es algo muy negativo. Gracias a un descuido de su madre, Penélope encontrará un hueco para colarse en el Reino de las posibilidades, un lugar mágico donde se encontrará con personajes peculiares y con un villano que le resultará familiar.
Para empezar, algo que me gusta mucho de los libros de fantasía es que son una excusa perfecta para transmitirnos un mensaje claro sobre los problemas de la realidad actual. El reino de las posibilidades, a pesar de ser un libro juvenil, deja que su mensaje resuene en un público que ya no es tan joven.
En esta novela nos encontramos con una crítica a la prisa. Cuando lo empecé enseguida lo comparé con Momo, pero rápidamente adquirió su propia personalidad, su propio mensaje oculto y, al mismo tiempo, claro. Sus páginas susurran: ‘quédate quieto, relájate, tómate tu tiempo, sumérgete en la nada, y sobre todo, no dejes de fabular, no dejes de creer en las posibilidades, no dejes de entender la realidad del otro’.
La mezcla de realidad y fantasía está bien hilada y diferenciada, siendo una el espejo de la otra. La parte de la vida real de Penélope y sus padres es un reflejo de lo que pasa en muchos hogares: el ahorro de tiempo, la sobreestimulación de los más jóvenes, la carga de responsabilidad y el poco espacio para ser niños. En el mundo de fantasía las cosas no van mucho mejor: hay un villano al que le encanta ahorrar tiempo y una fabuladora que es capaz de crear pequeñas posibilidades que, si las meditas, pueden llegar a ser muy grandes.
Dicho todo lo anterior, no puedo negar que el libro me ha gustado, pero hay peros. Creo que el problema no es el contenido, es más bien cómo se transmite este. Y es que nos encontramos con una historia que ya hemos leído muchas veces: una niña, un país de fantasía, una búsqueda, aventuras y fin. La sensación de saber los pasos que se van a seguir lo hace un poco pesado. Los personajes también son algo que nos suena de otras veces, y aunque alguno me ha sorprendido para bien, el resto se quedaron un poco planos. Pero, claro, no todos los días se escribe La historia interminable.
Conclusión, lo recomiendo a quienes disfruten de las historias de fantasía sencillas, a aquellos que necesiten quitarle hierro a las preocupaciones, y a quienes lleven una vida dirigida por el reloj. Claro está, también se la recomiendo a cualquier niño de diez años al que sus padres no le dejen tranquilo con las actividades extra escolares.