Título original: Herald of the Storm (Steelhaven I)
Idioma original: Inglés
Año: 2014
Editorial: Umbriel
Género: Novela / Fantasía
Valoración: Recomendable
El heraldo de la tormenta fue el primer libro que nos llegó de parte de la editorial Umbriel, mmmmm, no, en realidad fue el segundo libro ya que el primero fue La corona rota, segunda parte de El heraldo de la tormenta. He de admitir que fue mi error pedir una segunda parte sin haber leído la primera porque me estaba comprometiendo a meterme en una saga (es en realidad una trilogía) que siempre puede salir rana. En fin, que después de tanta confusión y torpeza por mi parte, puedo decir que me arrepiento profundamente. Y es porque ahora estoy to enganchao a esta mier.
Pongámonos en situación. Un hombre llegado de lejanas tierras arriba al puerto de Steelhaven, la orgullosa capital de los Estados Libres. Trae consigo un encargo de parte de Amon Tugha, caudillo sanguinario que ha declarado la guerra a este país. Ni la ciudad ni sus habitantes están preparados para la serie de acontecimientos que se empiezan a desarrollar entre sus calles.
Con un argumento así daría la sensación de que todo queda muy abierto, y es cierto. Posiblemente, la capacidad de mutabilidad argumental, tanto por parte de los múltiples personajes como de las múltiples tramas, es el principal acierto de este libro. Sin llegar a marear al lector, las historias se van entrelazando entre sí, dando saltos constantemente, haciendo ver por los ojos de cada uno de los personajes (que son como diez) qué está pasando y cómo es la ciudad de Steelhaven. La heredera al trono, un mercenario caradura, una ratera del tres al cuarto, un aprendiz de mago, una monja guerrera… todos los estratos de la sociedad quedan convincentemente reflejados. A mitad de la obra, sin pretender dar grandes explicaciones ni llevar de la manita, Richard Ford consigue familiarizar por completo al lector con el complejo entorno.
Al haber tantos episodios y tantas tramas abiertas, los hilos argumentales llegan en ínfimas dosis, chupitos novelados, donde el interés por saber qué demonios va a pasar nunca decrece. Es cierto que al autor se le nota más cómodo a la hora de crear y empezar a desarrollar las historias que finalizándolas, algo que es una lástima. Si bien el arco descrito por los personajes es sobradamente creíble, no llega a ser del todo satisfactoria la ausencia de final propiamente dicho. En este caso, la presencia de un continuará en la última página, deja abierto el futuro de los personajes. Demasiado abierto para mi gusto.
Entoces, ¿se podría decir que El heraldo de la tormenta es uno de esos libros sin final? En absoluto, no me entiendan mal, sólo que su lectura tiene poco sentido si no se piensa seguir con la segunda parte, eso es todo. La buena noticia es que dan ganas de agarrar el segundo tomo conforme se deja el primero. Muchas ganas, arf.
No quería terminar la reseña sin destacar el sentido del humor exhibido en cada uno de los capítulos de El heraldo de la tormenta, y eso que tiene pasajes llenos de violencia y crudeza. Pero el amigo Richard Ford es un cachondo y no desaprovecha ni una sola oportunidad para hacer reír, mediante los, a veces, chocantes pensamientos de los personajes durante las conversaciones, con símiles tan curiosos como descabellados, y usando un lenguaje desenfadado nada típico de este tipo de libros, pero siempre adecuado para cada situación.
En resumen, amigos de las sagas y/o de la fantasía, aquí tienen un perfecto libro de playa y piscina, recomendable como él solo, y que si no se lleva mejor nota es porque hay que valorarlo en el conjunto de la trilogía. Veremos si sigue así de bien.