Año: 2015
Editorial: Triskel ediciones
Género: Novela / Ciencia ficción
Valoración: Recomendable
Hacemos un nuevo alto en el Mes Delibes para reseñar otro de los posibles candidatos para el Premio Guillermo de Baskerville 2015. No, no paramos. Antes de seguir, me gustaría aclarar que, aunque este libro ya fue publicado en Amazon como autoeditado en 2014, nosotros nos regimos por su actual publicación (2015) para nuestro premio. Y es que en esta próxima edición también vamos a premiar la mejor labor editorial independiente del año, pero chist, que de momento es secreto.
Bueno, a lo que vamos, Invierno humano, primera novela del joven escritor Kiko Labiano. En un mundo extremo, desolado, cubierto de nieve y abandonado de cualquier forma de civilización, sus desdichados habitantes se dedican a lo único que les está permitido: sobrevivir. Es un mundo reducido, montañoso y arbóreo, donde apenas hay comida pero sobran los depredadores. Sin embargo, el mayor peligro son los otros humanos, ya sean extraños o conocidos. La muerte, tan presente en la historia como el propio narrador, juega un papel ambiguo bueno-malo para los protagonistas. Es el crudo invierno humano.
Pasemos a la chicha. El momento, el escenario, las sensaciones… todo comienza claramente influenciado por la genial La carretera de Cormac McCarthy, lo que sienta de perlas para arrancar. La acción empieza desde la primera página, bueno, miento, la acción ha empezado un rato antes de que el lector abra el libro. Este recurso tan cinematográfico (siempre bienvenido en escenas movidas) es miel sobre hojuelas para meter al lector en el papel de los protagonistas. En un visto y no visto, si no ha habido nada de fuerza mayor que obligue a parar la lectura, es fácil tragarse los 5 o 6 primeros capítulos. Minipunto para Kiko Labiano. El problema llega cuando el efecto de un inicio tan fulgurante se disuelve, más o menos, a la altura del capítulo siete. Hay una caída de la intensidad que en absoluto afecta a la calidad del texto, pero sí que puede repercutir negativamente en los adictos a la adrenalina.
De cualquier forma, soy de la opinión de que poner un poco de pausa siempre viene bien: la historia se para a respirar, los personajes (que no son pocos) son mejor presentados, y la historia, bueno, la historia que cada uno la interprete como quiera, ya que los detalles sobre lo que ha pasado son casi inexistentes. Esta aureola de misterio, unida a los secretos que los propios protagonistas guardan, crean una intencionada sensación de inestabilidad, de inseguridad, incluso de miedo, formándose así un caldo de cultivo excelente para introducirse de lleno en la segunda mitad del libro.
Y ahora la de arena (o la de cal, no sé, soy de ciudad, nunca tuve claro cuál era la buena y cuál la mala). Veo el final un poco precipitado, en él coinciden demasiados factores improbables, lo que resta bastante a ese realismo que con tanta perseverancia se había ido construyendo desde el principio. Es un final a la altura, sí, pero creo que una historia tan buena merecería un desenlace más acorde con el resto. Por otro lado, tampoco soy muy fan de las explicaciones del epílogo, la mayor parte de las cuales veo innecesarias.
Gustos personales y manías aparte, recomiendo Invierno humano, una novela bien planteada, sólida, y cuya lectura atrapa. Y no sólo para amantes de la ciencia ficción.