Título completo: Infestación. Una historia cultural de las casas encantadas
Autora: Érica Couto-Ferreira
Año: 2021
Editorial: Dilatando Mentes
Género: Ensayo (terror)
En Infestación, y con el buen hacer editorial de Dilatando Mentes, Érica Couto-Ferreira nos lleva de la mano a recorrer algunas de las grandes casas encantadas de la literatura de los siglos XIX y XX.
Hay casas que parecen estar vivas. Sientes su hálito gélido en la nuca aunque se trate de una soleada habitación en pleno verano. Un pasillo que siempre se mantiene frío aunque a él llegue el sol. Estancias en las que no quieres permanecer mucho tiempo a solas sin saber muy bien por qué. Te estremeces y buscas el exterior.
Hay otras casas que florecen como cadáveres incorruptos que en su corazón albergan espectros de quienes allí vivieron. Una sobra entrevista, un aleteo de ropas o una mano helada en tu mejilla. Alguien que se fue hace mucho tiempo sigue ocupando sus espacios.
Pero hay muchas casas más: palpitantes y a la espera, olvidadas y yacentes, doloridas y rugientes.
Así comienza «Gente muerta en casas vacías», el prólogo de José Luis Forte al libro Infestación. Una historia cultural de las casas encantadas, el magnífico ensayo de Érica Couto-Ferreira que he tenido la suerte de leer y que traigo hoy a Libros Prohibidos.
Érica Couto es historiadora especializada en Próximo Oriente antiguo, redactora y traductora y durante años se ha dedicado a la investigación. Ha publicado un buen número de artículos y libros sobre medicina antigua, salud femenina y rituales terapéuticos. El terror y la literatura de lo extraño son los protagonistas de su estupendo blog En la lista negra y junto al citado José Luis Forte lleva los mandos del podcast Todo tranquilo en Dunwich, dedicado a la literatura fantástica, la ciencia ficción y el terror.
Después de publicar los ensayos Cuerpos. Las otras vidas del cadáver (GasMask Editores, 2017) e Infierno. El más allá en la Mesopotamia antigua (Aurora Dorada Ediciones, 2020), así como artículos y relatos de ficción en varios medios y antologías, este mismo verano llegó a las librerías Infestación. Una historia cultural de las casas encantadas, de la mano de Dilatando Mentes Editorial.
Infestación, o de cómo han evolucionado las casas encantadas en la literatura
Hay libros que mucho antes de leerlos uno ya sabe que le van a gustar y eso es lo que me ocurrió en cuanto eché un vistazo al índice de Infestación y comprobé las obras elegidas por la autora. Algunas muy conocidas, sí, pero otras no tanto, al menos para aquellos no demasiado versados en la temática.
Infestar, según la RAE, significa invadir un ser vivo y multiplicarse en él, como los parásitos en sus hospedadores.
Para abrir boca, tenemos un fantástico prólogo, ya citado, que sirve de más que efectiva bienvenida a lo que nos espera a continuación. Después de preguntarse qué es una casa encantada y de un completo esbozo de su evolución con el paso de los años, las décadas e incluso los siglos, Érica entra en materia a lo grande, situándonos en la Norteamérica de «La caída de la casa Usher» (1839), de Edgar Allan Poe, y de La casa de los siete tejados (1851), de Nathaniel Hawthorne. La conciencia de la relación genética de los Estados Unidos con la vieja Europa, por una parte, frente al puritanismo y el fervor religioso, por otro.
El siguiente es, posiblemente, mi capítulo favorito: las casas encantadas de la literatura victoriana.
Con el célebre caso de la familia Fox (1848) como introducción a una época en la que el espiritismo cogió mucha fuerza, una de las grandes alegrías que me he llevado leyendo este ensayo es encontrar en él al irlandés Fitz-James O´Brien.
En Libros Prohibidos ya reseñé su antología La lente de diamante y otras historias de terror y fantasía, en la que se incluye el texto que cita Érica Couto en Infestación: «La habitación perdida» (1858) o «El cuarto perdido», según la traducción, un relato en el que el protagonista hace un repaso a los objetos de la habitación en la que se hospeda y de los recuerdos asociados a ellos. Un día comprueba que la habitación ha cambiado y unos extraños seres se han apropiado de ella.
De sorpresa en sorpresa, descubro que la autora nos lleva a otra de las obras que leí en su momento y que me alegra encontrar aquí: La casa y el cerebro (1859), de Edward Bulwer-Lytton, una historia que podría calificarse de investigación detectivesca sobrenatural. Narrada en primera persona, es una novela corta, de unas 100 páginas, el texto de Bulwer-Lytton fue considerado por H.P. Lovecraft como uno de los mejores relatos de casas encantadas jamás escritos, mientras que Lafcadio Hearn no dudó en asegurar que, en su opinión, era la mejor historia de fantasmas escrita en lengua inglesa. Casi nada.
El periodo victoriano supuso la incorporación de un buen número de autoras al mercado literario. Fundadoras de revistas, colaboradoras habituales en las publicaciones de la época y, a menudo, también célebres novelistas de éxito, las escritoras decimonónicas cultivaron con asiduidad el cuento de fantasmas.
Después de repasar otras obras interesantes como «El testamento del hacendado Toby» (1868), del también irlandés Sheridan Le Fanu, y a escritoras tan recomendables como Mary Elizabeth Braddon («La sombra en la esquina», 1879), Charlotte Riddell (La casa deshabitada, 1875, o «La puerta abierta», entre otros relatos) y Margaret Oliphant (con un relato homónimo al de Riddell, «La puerta abierta», 1882), Couto dedica un buen número de páginas a desgranar el interés de Charles Willing Beale por el hipnotismo, el esoterismo y lo oculto, reflejado a la perfección en El fantasma de Guir House (1897), donde están muy presentes las doctrinas teosóficas y espiritistas.
La llegada del siglo XX supuso un cambio en las creaciones sobre casas encantadas y qué mejor que explicarlo con ejemplos prácticos. Más allá de autoras y autores como Mary Eleanor Wilkins Freeman («La habitación sudoeste», 1903), Edith Nesbit («La sombra», 1905, y «La casa del silencio», 1906), Algernon Blackwood («Un caso de oídas» y «La casa vacía», ambos relatos de 1906), Edith Wharton («La campanilla de la doncella», 1902, y «Después», 1910), M. P. Shield («La mansión de los ruidos», 1911) o E. F. Benson («La habitación de la torre», 1912), quizá lo más interesante de esta parte del ensayo sea la influencia en este tipo de literatura de las guerras que proliferaron en esa época.
Érica Couto cita a dos autoras que reflejaron esto en algunos de sus relatos. «La pared susurrante» (1916), de H. D. Everett —autora cuya biografía es un misterio, por cierto— tiene una protagonista principal: la I Guerra Mundial.
Por su parte, la irlandesa Elizabeth Bowen («El espino rosa», 1945), también tiene muy presente las guerras en sus relatos, ya sea la de Independencia de Irlanda o las Guerras Mundiales.
Daphne Du Maurier escribió en 1946 un relato autobiográfico, «La casa de los secretos», en la que cuenta su relación con la mansión Menabilly, influencia más que evidente a la hora de crear su archiconocida Manderley de Rebeca (1938). Érica Couto le dedica un capítulo completo, el penúltimo del libro, a la escritora londinense y en concreto a esta obra, adaptada al cine por Alfred Hitchcock en 1940.
El broche de oro a este fantástico libro lo pone la gran Shirley Jackson con La maldición de Hill House (1959). Érica Couto despacha sus buenas treinta páginas para diseccionar la obra de Jackson, desde su origen y antecedentes (otros relatos, mansiones reales e incluso obras como el Saducismus Triumphatus de 1681, del clérigo Joseph Glanvill), las conexiones de la escritora norteamericana con el psicoanalista Nandor Fodor, la arquitectura de Hill House y cómo no, la infestación de la casa y el papel de Eleanor en los sucesos que allí ocurren.
Suelo destacar la gran labor de edición de Dilatando Mentes e Infestación no es una excepción. A la calidad del contenido que ofrece Érica hay que sumar una serie de detalles que hacen aún más completa la experiencia lectora: una magnífica portada, obra de Raúl Ruiz, la lista de lecturas en orden cronológico, una extensa bibliografía y un buen puñado de ilustraciones y fotografías que acompañan al texto.
Infestación. Una historia cultural de las casas encantadas es un libro muy recomendable y no solo como lectura de entretenimiento, que por supuesto lo es. Estamos ante una obra de consulta obligada para aquellos que quieran conocer un subgénero en sí mismo dentro de la literatura de terror, el de las casas encantadas. Sentaos, poneos cómodos, si os apetece abrid Haunted, la lista de reproducción que acompañó a la propia autora durante la escritura de su obra (y con la que recomienda leerla), y disfrutad con este excelente ensayo.