Ana Martínez Castillo posee múltiples rostros en el mundo literario y, como Hécate, guardiana de puertas, nos abre portales a mundos propios y de otros autores, como escritora y editora.
Además de ser autora de relato y poesía, entre los que destacaré Reliquias (Eolas Ediciones), De lo Terrible (Chamán Ediciones), su intervención en la antología Donde las hadas no se aventuran (Apache Libros) y, el más reciente, Ofrendas (también con Eolas), es editora de InLimbo, editorial que «nace para reivindicar el papel de la narrativa de lo inquietante como alta literatura y para promover aquellas corrientes alejadas de la dictadura de lo real».
En sus relatos, Ana se vale de su lenguaje directo y claro, con esas situaciones reconocibles que todos hemos vivido en algún momento, aprovechándose nuestras emociones y flaquezas para aterirnos de terror mientras el olor a podredumbre invade nuestras fosas nasales.
I: Hola, Ana. Sé que andas liada con las novedades de InLimbo, gracias por concederme unos minutos de tu tiempo.
Me gusta iniciar la entrevista con un par de preguntas personales, para saber cuáles fueron tus inicios en el mundo de las historias.
¿Cuál es tu primer recuerdo ligado a ellas?
A: Mi primer recuerdo es mi padre contándonos cuentos a mi hermana y a mí. Y la biblioteca de mi casa, tan magnética. Después mi hermana y yo hacíamos nuestros propios relatos ilustrados. Y así, poco a poco, se fue formando un mundo lleno de libros y literatura.
I: Si tuvieras que escoger un título, sólo uno, ¿cuál sería y por qué?
A: El vino del estío de Ray Bradbury. Porque fue el libro que me abrió la puerta al universo Bradbury, a sus planteamientos y estilo. Me fascinó muchísimo.
I: Un tema fundamental en las letras actuales es el papel de la mujer en ellas, como autora y editora de género, ¿qué opinas sobre su visualización?
A: Creo que el silenciamiento que históricamente hemos venido sufriendo las mujeres que escribimos comienza a disiparse, lo cual, desde mi punto de vista, se percibe de forma más notoria en el género. De la mano de las damas oscuras latinoamericanas, por ejemplo. Solange Rodríguez Pappe, Mónica Ojeda, Giovanna Rivero, Cecilia Eudave, Valeria Correa Fiz, por citar algunas. Cada vez hay más editoriales generalistas que acercan al gran público historias inquietantes de autoras, ahí tenemos a Mariana Enríquez ganando el Herralde de novela. Hoy en día el terror es cosa de mujeres de una forma más patente que años atrás. También hay mucho más público leyéndolas. De manera que, viniendo de la nada, se está alcanzando una mayor visualización que, confío, se acabará por instalar. Con todo, pese a que podemos ser optimistas con el panorama actual, todavía queda muchísimo espacio que conquistar. Aún se considera «menor» o «ligera» cualquier cosa que escriba una mujer y la autoridad la ostentan los hombres. Pero con el tiempo iremos conquistando esos espacios. Ahora estamos mucho mejor que estábamos. Y somos muy persistentes.
I: Para aquellas que nos apasiona la oscuridad, podemos llegar a percibir un vínculo entre ese rostro tenebroso y la feminidad más íntima y, al mismo tiempo, arcana, ¿qué lazo hay entre la feminidad/el feminismo y lo insólito?
A: Soy muy partidaria del sagrado derecho de la mujer a ser cruel, malvada, a ponerse de parte de la herida. En las antípodas de esa imagen patriarcal y típica de «la madre que cuida y protege». Existe un tipo de liberación que es la crueldad, la oscuridad como bandera, que se lo digan a Ángela Carter. Lo oscuro es multiforme, no hace distinciones y puede enlazarse a cualquiera, pero cuando va de la mano de lo femenino es especialmente perturbador. No hay más que leer a las citadas autoras latinoamericanas o a las españolas Patricia Esteban Erlés, Pilar Adón, Gemma Solsona, Nerea Pallares, Ángeles Mora Álvarez. Qué salvajismo tan sutil y certero el suyo.
I: Y como autora, ¿te consideras una oscura, o esa faceta es un reflejo de algo más?
A: Me considero una autora oscura y también hay un reflejo de algo más, porque, dicen, una debe escribir siempre sobre lo que conoce. Existe una parte de imaginación y otra de actuación. En mi caso, lo oscuro lo llena todo y pienso que una debe salir al mundo a la búsqueda de la sensación. Sabes que a mí me gusta mirar detrás del velo. Experimentar. Vivir algunas aventuras. Cuando desde InLimbo animo a los lectores a sacar del armario la pala, no estoy usando una frase publicitaria sin más: la tengo, tengo la pala. Lo inquietante, como digo, es una actitud vital, una forma de ver la vida, una fascinación genuina.
I: Quien se atreve a internarse en tu mundo, descubre a una Ana terrible, incluso maligna, que destila toda aquella putrefacción que nuestra sociedad va ha ido dejando en el poso de fondo de su conciencia. Podríamos decir, entonces, que tiendes al terror y lo insólito, pero ¿con qué género te sientes más cómoda y cuál/es te hacen revolverte en el asiento?
A: Soy autora de dos géneros: poesía y relato. He escrito álbumes infantiles (Cómo cocinar princesas) y novelas como Hadas que muerden, sin embargo, esa época fue pasajera. También he escrito artículos y teatro. Pero soy poeta y autora de relatos, que es lo que escribo desde los 17 años. Cuatro libros de poemas y dos de narrativa insólita, amén de un puñado de relatos en antologías, avalan mi trayectoria. Hay unos cuantos más en camino.
No me siento cómoda con la novela, por ejemplo. «Debes escribir novela si quieres ser alguien», dicen algunos a veces. Bah. Tonterías. El poder del relato es inmenso. Es más fácil que deje de lado dónde estoy a disgusto y ratifique lo que soy: terror en narrativa; vanguardia en poesía.
I: Defensora del relato, como autora, lectora y editora, si tuvieras que convencer a alguien para que se iniciara este mundo, ¿qué le dirías?
A: Le diría que el relato es poderoso, que el relato es un género muy grande, lo que me vale para soltárselo a alguien que escribe o a alguien que lee. Hay una pequeña diosa oscura que habita dentro del relato y sopla exquisiteces a quien se acerca.
I: ¿Y con qué autora iniciarías a un/a profano?
A: Complicado decir solo una y depende también de qué estuviera buscando ese hipotético profano. Pero tal vez diría: «Corre y lee a Emilia Pardo Bazán». O: «Vuélate la cabeza leyendo a Anna Starobinets». Quizás fuera más allá y pronunciara: «Si quieres que te muerdan, lee a Ojeda». Tal vez: «No existe nada más extraño que Solange Rodriguez Pappe».
I: A la hora de ponerte a escribir, hacia dónde te decantas, ¿inspiración o método?
A: Las dos. El arte es don y técnica en partes iguales. Tienes que tener un duende, que decía Lorca, pero también ser constante en dominar la técnica, elaborar un método. Instinto y planificación, la clave es esa.
En mi proceso se conjugan el orden y el caos. Miles de notitas escritas y repartidas por ahí, en miles de ubicaciones distintas. La frase perfecta la asalta a una en los lugares y situaciones más insospechados, una se mueve a base de milagros. A veces también practico una suerte de escritura automática. Pero luego toca ordenar y modelar, sentarse y escribirlo.
I: Háblanos de tu último libro.
A: Mi último libro lleva por título Ofrendas y es una colección de relatos de terror editada por Eolas (Las puertas de lo posible), prologada por David Roas, y que reúne ocho relatos inquietantes que giran en torno a las creencias, la fe, los dioses, lo primitivo, lo ancestral oscuro, el más allá y las almas. Siempre me ha dado mucho miedo todo lo que rodea a la religión. Soy una persona atea practicante, no profeso ningún dogma y me declaro muy anticlerical. Pero comprendo bastante bien lo espiritual y en las noches de tormenta me da por investigar la existencia y pervivencia del espíritu. Me fascina terriblemente el acto de ofrendar, de ofrecer u ofrecerse a algo que es apabullante y superior a ti, el hecho de entregarse al misterio, mucho más si ese misterio es tan terrible que podría destruirte. Este es el trasfondo principal que hay tras los relatos de Ofrendas.
I: ¿Tienes algo entre manos?
A: Siempre tengo algo entre manos, soy de esas personas que no saben parar. Dos poemarios inéditos. Un libro de relatos a medio de escribir. Pero mi faceta de autora va detrás de mi faceta de editora. Ahora la prioridad es InLimbo. Al fin y al cabo, todo forma parte de lo mismo, todo es hacer literatura.
I: Como ávida lectora y como editora, debes estar al día de las novedades editoriales, ¿qué opinas del mundo editorial actual? ¿Y de los lectores?
A: El mundo editorial actual es muy complicado. Llegar a los lectores es muy complicado. Posicionarse es muy complicado. Hay siempre un exceso de todo. Y está ese monstruo enorme y hambriento que se llama Amazon. Las editoriales pequeñas y nuevas tenemos por delante una gesta épica, editar hoy en día es casi un acto heroico. También dicen que hay muchos escritores y pocos lectores. Y es curioso, pero cuando una pone un anuncio publicitando su editorial lo que llueven son autores pidiendo las señas para enviar su manuscrito. No están preguntando por el catálogo. Algunos ni han mirado cuál es la línea editorial. Pero una editorial lo que quiere es vender libros, una editorial se dirige al lector en todo lo que hace. «Tú, lector, estás buscando algo que te ayude a evadirte y resulta que yo lo tengo, esta maravilla te propongo». Nosotros somos muy partidarios del descubrimiento de autores nuevos, en nuestro catálogo puede verse. Pero necesitamos ser también descubiertos. Es más, propongo llevar a cabo una acción antisistema: compremos y leamos libros de pequeñas editoriales, de todas ellas. Porque, si estamos condenadas todas a morir de inanición… ¿cómo demonios podríamos publicarte a ti, autor?
I: Y ante este panorama (no sólo el editorial, sino también con la pandemia), ¿cómo se te ocurrió poner en marcha una editorial, de género, relato y poesía?
A: Lo del momento actual fue algo que no nos olíamos. Llevábamos dos años planificando el proyecto, dando forma a nuestro ideario, yo estudiaba edición y márqueting por los rincones, construía el modelo de negocio junto a Manuel. Antes de eso, montar una editorial era siempre el tema recurrente de nuestras conversaciones. Hace 20 años que nos rondaba la cabeza. Costó tiempo, pero era este el momento. Yo habitaba el inframundo por aquel entonces y a algo me tenía que agarrar. Luego llega el momento del estreno y decidimos que marzo sería un buen mes. Eso del murciélago y los chinos no podía ser que llegara aquí. Error. Pero hicimos lo que había que hacer: tirar para adelante. Como hizo todo el mundo.
¿Y por qué género, relato, poesía? Porque no podía ser de otra cosa. Es lo que nos fascina, es en lo que creemos genuinamente. Creemos en la poesía que rompe. Creemos en la narrativa de género, ese género inquietante, sutil, que tiende a la herida. Somos firmes defensores del asesinato de todo lo real.
I: Ante lo obvio, ¿qué tal ha sido el recibimiento?
A: Creo que bueno, aunque el mundo está en modo pandemia y eso se nota. Hay una crisis económica mundial, la gente se muere, otros tienen que echar el cierre. Estamos en un escenario de supervivencia. Aunque de vez en cuando parezca que la crisis se disipa, no es verdad. Nunca es verdad del todo.
I: ¿Cuál sería vuestra filosofía editorial?
A: Basamos nuestra filosofía en la subversión de lo real, de lo limpio, de lo optimista, de lo rosa. Al igual que lo siniestro se infiltra dentro de lo cotidiano para proceder al extrañamiento, así InLimbo se cuela en lo conocido, en lo real, para perturbarlo. Proclamamos que hay que asesinar a la realidad y enterrarla en el patio. Afirmamos que, llegados a una bifurcación, debe escogerse siempre el camino más oscuro e intrincado, ese que se adentra por el bosque. Creemos que lo oscuro es un arte, igual que es un arte la evasión. Todo lo que hacemos transita esos caminos y culmina en la coherencia de nuestro catálogo en sus dos versiones: poesía y narrativa. Queremos, además, tender puentes con Latinoamérica, porque pensamos en que a ambas orillas nos unen lazos de ruptura y oscuridad. Nuestro objetivo es potenciar la literatura escrita en castellano, porque la literatura española y latinoamericana de lo insólito es tanto o más potente que la anglosajona, tan de moda hoy en día, tan de venderse bien.
I: Algo que me pregunto desde que os descubrí e, inevitablemente, como lectora y librera, me enganché, ¿de dónde sale el nombre de InLimbo?
A: Surge de una lluvia de ideas con Valentín Carcelén. Nos pareció que, de alguna manera, nosotros siempre transitamos los márgenes, nos movemos en un limbo, en la caída, en lo que permanece fuera y que, si se integra, lo hace disimulando, como lo siniestro, hasta que llega el momento de mostrar su naturaleza real.
I: Vuestras portadas e imágenes de promoción son muy vuestras, ¿por qué esa oscuridad, esa incomodidad para el lector?, ¿quién hay detrás de la cámara?
A: Durante la etapa de formación del proyecto tuvimos muy clara nuestra identidad visual. Hablamos de subversión de lo inocente, de aspirar a la herida, de la belleza de lo oscuro, de extrañamiento, y eso debe verse. Porque somos así y no lo vamos a decir, lo vamos a mostrar. Lo estamos mostrando día a día. Ahí entra en juego nuestra portadista Pilar Lozano, cuyo trabajo nos fascinó. Ella impone la extrañeza en cada una de sus fotografías, tan limpias y a la vez tan inquietantes. No hay en ellas barroquismo, hay vanguardia, modernidad, pero ahí se inserta el detalle extraño, esa cosa que incomoda y que uno no sabe muy bien cómo explicar. También colaboran con nosotros otros fotógrafos, como la grandísima Flora Pérez (FarPhoto), que hace algunas de las fotos de producto con su toque poético, casi pagano, esencialmente vitalista y oscuro al mismo tiempo. Yo misma también he hecho algunas de las fotografías que usamos. Pero el grueso del diseño y de las imágenes de promoción son de Rosa García Aguilera. Rosa maqueta, fotografía y diseña. Hace magia negra. Es capaz de ver el lado más perturbador de las cosas, el ángulo perfecto nacido para transmitir lo insólito, la luz monstruosa que acrecienta las sombras. Rosa se viene arriba fácilmente y tiene una seria inclinación a darlo todo cuando trabaja. Os aseguro que va a ir a más. Esto que ahora se ve es solo la punta del iceberg.
I: Sé que puede ser difícil, pero recomiéndanos un título de la editorial.
A: La pregunta más difícil de la entrevista viene ahora. ¿Solo uno? Realmente quiero a todos esos niños crueles por igual, me cuesta mucho elegir. Pero, como sé que no te vas a quedar conforme, diré:
En poesía, Arde, de Sara Prida Vega. Ruptura formal, memoria histórica, crítica hacia la sociedad capitalista.
En narrativa, Yo, Beato, de Miguel Antonio Chávez. Delirio distópico sobre una sociedad teocrática católica, novela loca y profunda a partes iguales.
I: Ábrenos el apetito, ¿qué está por venir?
A: Viene una temporada 2021/2022 de vértigo, con promociones y publicaciones bastante salvajes. Fichajes insólitos. Está por venir la auténtica, pura, demencial droga dura.
I: Muchas gracias por concedernos este ratito de tu precioso tiempo. ¡Nos leemos!