Título original: The other
Idioma original: Inglés
Año: 1971
Editorial: Impedimenta (2019)
Traducción: Olalla García
Género: Novela (Terror)
Ejercicio de terror perfecto
La familia Perry vive en un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra. Bueno, la familia Perry o lo que queda de ella: el padre murió durante la última cosecha y ahora el primero Russell también ha muerto. La madre se encierra en la habitación, el resto de la familia intenta seguir adelante y los gemelos Niles y Holland se dedican a dar vueltas por la ciudad, haciendo pequeñas maldades que a veces no son tan pequeñas como podría suponerse. En El otro, como en toda buena novela de terror, nada es lo que parece y la inocencia encierra muchos secretos.
¿Qué edad crees que tiene realmente la señorita DeGroot? Sesenta como mínimo, ¿no te parece? Por lo que recuerdo, ya estaba aquí cuando yo llegué (hace bastante tiempo, según mis cálculos), y sé que llevaba aquí desde mucho antes.
La primera evidencia a la que una se enfrenta cuando lee El otro es que se trata de una obra de género muy bien medida. La atmósfera está muy trabajada; hay un tono constante de confusión, de no saber muy bien quién esconde algo, de sospechar de las verdades de los personajes. Es fácil comprender por qué gustó tanto a los posteriores autores de terror (Stephen King adora esta obra: leyendo la sinopsis están bastante claras las influencias que toma de ella; a Ira Levin, otro de los autores de terror más celebres, también le encantaba). Es inevitable sumergirse, cada vez más y más, en el ambiente ominoso del pueblo; a medida que pasan las páginas, la tensión se incrementa de una forma pausada pero sin piedad, y las decisiones narrativas que Tryon toma al respecto son muy acertadas. Me refiero, por ejemplo, al vaivén constante entre puntos de vista, al coqueteo con la comunicación telepática entre los gemelos y al silencio en torno a las posibles connotaciones paranormales que podría haber en los juegos que se realizan. Todo tiene un cierto toque onírico, irreal, que refuerza la maldad constante que se respira a lo largo de El otro.
El problema de la figura del otro
Si algo malo tiene El otro, más allá de esta soberbia construcción de la tensión y de la fuerza narrativa, es que ha envejecido un poco mal. Bien es cierto que estilísticamente conecta con las obras de terror que se escriben en la actualidad, pero también es verdad que el núcleo argumental está un poco visto y leído ya. Si rastreamos el motivo del doble en la historia de la literatura de género reciente, es probable que El otro sea uno de los primeros textos que lo utiliza de esta manera; pero al mismo tiempo, este mismo motivo se ha empleado tantas veces a posteriori que una se da cuenta del giro, se lo huele. Esto no hace que el libro se disfrute menos, pero el argumento se resiente, sobre todo para su público objetivo, el lector habitual del género que busque joyas ocultas.
Niles conocía aquella expresión: dura, firme, implacable. Mantuvo la vela en alto mientras observaba cómo su hermano trepaba por la escalera hasta apoyar un hombro en la trampilla. Sintió un frío extraño, como una mancha que se extendiera lentamente, hasta abarcar las paredes y las membranas de su estómago.
Por lo demás, es una novela muy disfrutable, con un ritmo endiablado, intrigante, llena de triquiñuelas para el lector y muy enigmática en muchas ocasiones (¿quién será el narrador que abre la obra?, ¿desde dónde y cuándo habla?). Creo que Tryon sabía a la perfección lo que estaba haciendo al escribir El otro, pues es una de esas obras en las que todas las partes se encuentran medidas a la perfección, como si estuviera respetando todas las nociones clásicas de la narrativa. Le dedica el tiempo justo al pueblo, sabe cuándo centrarse en uno u otro personaje, cuándo y cómo desvelar la información, en qué momento incluir Easter eggs aparentemente inofensivos que luego cobran un sentido final… La lista sigue. Sí, El otro es una buena obra.
No puedo dejar de lado una pequeña queja, que posiblemente tiene que ver con este «buen hacer» de Tryon. Diría que estamos ante una novela sobre la maldad y la dualidad, pero estaría siendo algo extravagante y sobreinterpretativa: el pequeño problema de El otro es que se queda algo corta. No llega a incidir en estos temas que plantea. Probablemente, como os digo, esto sea algo vinculado a que se trata de una novela con la que el autor se lo pasó fenomenal, pero no quiso ir más allá. Y sin embargo, como lectora sé bien que esto es posible, que en obras en cierto modo inofensivas haya un calado mayor del que El otro posee. Por lo tanto, no está de más darle un pequeño tirón de orejas a Tryon por lo que pudo ser y quedó en nada.
Sin embargo, es tan agradable encontrar obras de terror en las que no haya grandes estridencias y en las que la tensión se construya de una forma tan elegante, que todas las lectoras del género deberíais ir corriendo a leer El otro. Tal vez no os sorprenda demasiado, pero dentro de la literatura de entretenimiento es, desde luego, de lo mejor que he leído en los últimos años. Inteligente, estilizada y escrita con mucho gusto, El otro merece la pena. Y, por supuesto, viene con la magnífica edición a la que Impedimenta nos tiene acostumbrados. No lo perdáis de vista.