Título original: The captive prince
Idioma original: Inglés
Año: 2013
Editorial: Oz editorial (2018)
Traducción: Eva García Salcedo
Género: Novela (Fantasía)
Príncipe y esclavo
Damen sufre la traición de su hermanastro la misma noche en que su padre, el rey de Akielos, muere de larga enfermedad. Pero en lugar de ser asesinado, lo que habría sido rápido y sencillo, su hermanastro le reserva un destino mucho peor. Muerto para su pueblo y convertido en un anónimo esclavo de placer, Damen es enviado a Vere, la tierra de sus enemigos, para servir de mascota a Laurent, el príncipe heredero. Así empieza El príncipe cautivo de C.S. Pacat, la primera parte de una trilogía llena de intrigas palaciegas y salpicada de erotismo.
Hemos oído que su príncipe —dijo Lady Jokaste— posee su propio harén. Estos esclavos serían del agrado de cualquier tradicionalista, pero he pedido a Adrastus que prepare además algo especial: un regalo personal para el príncipe de parte del rey. Un diamante en bruto, por así decirlo.
Empecé la historia con sentimientos encontrados, no tanto por la trama, que me llamaba la atención, sino por la publicidad. Ya desde hace un tiempo, he comenzado a desconfiar de cualquier libro calificado como «el nuevo Juego de tronos», no porque me disgusten las novelas de George R. R. Martin, sino porque ahora todo parece medirse por el mismo rasero. ¡Como si el género de la épica fantástica hubiese empezado con este señor! En fin…
Me acerqué a El príncipe cautivo con el tema de los esclavos de placer muy presente, pensando más en la parte erótica de la trama, que era la que quedaba más realzada (de nuevo la publicidad y los comentarios del dossier de prensa), frente a la épica. Me llevé una buena sorpresa cuando descubrí que era justo al revés. En mi opinión, priman más las conspiraciones que el sexo (véase. Laurent). No voy a negar que el sexo es una parte importante de la cultura vereciana (así como la violencia), pero no considero que haya más que el que podría encontrarse en Juego de tronos. Lo que me escama un poco es que nadie me ha vendido nunca Juego de tronos como novela erótica. Eso me lleva a preguntarme… ¿es porque El príncipe cautivo está escrita por una mujer o porque está más enfocada a un público femenino?
—¿Os gustaría? —preguntó la mascota mientras pasaba los brazos alrededor del cuello de su amo, aunque no sin antes mirar de reojo a Laurent.
—No, no me gustaría —contestó su amo con el ceño fruncido.
Pero era evidente que la provocadora pregunta de Ancel no iba dirigida a su amo, sino a Laurent. El chico buscaba la atención de la realeza. A Damen le repugnaba la idea de que el muchacho de algún noble se ofreciese para ser herido suponiendo que satisfaría a Laurent. Luego pensó en todo lo que sabía de Laurent y se puso todavía más enfermo porque, como no podía ser de otro modo, las suposiciones del chico seguramente estarían en lo cierto.
Nada es lo que parece
El eje central de El príncipe cautivo es la relación que se establece entre los dos personajes principales. Damen es un espíritu que se rebela contra sus circunstancias. Preocupado por la situación de su pueblo, vive obsesionado con la idea de escapar y reclamar lo que le pertenecer por derecho. Si nos ponemos críticos, la verdad es que el personaje es un poco tópico, pero cumple bien con el cometido de guiarnos por las traiciones y maldades de la corte vereciana.
Laurent, en cambio, es un personaje de temperamento cruel y reflexivo, un joven de inteligencia afilada y maneras gélidas, habituado a manipular a todos para que bailen al son que él marca. El odio de Laurent por los akielenses es ampliamente conocido, dado que su padre y su hermano mayor murieron combatiéndoles en la batalla de Marlas, por lo que el desprecio que muestra por su “regalo” es evidente desde el comienzo. Es más, llega a alcanzar tales cotas de crueldad que uno se pregunta de qué manera estos dos van a encontrar, ya no un modo de ser amantes, sino simplemente de hacerse amigos. Para ser sincera ese es uno de los puntos que me parece más atractivo, ya que, mientras leía la historia no se me ocurría un motivo que pudiera lograr ablandar a Laurent. Pero al final de la novela su relación ya ha empezado a evolucionar, muy despacio, hacía nuevos términos. Quedará saber qué pasa al final.
La trama es tan ágil y entretenida que las doscientas páginas que tiene la novela se pasan en un suspiro y una se queda con ganas de más. Todo gira alrededor de la batalla de poder que Laurent y su tío tienen durante toda la historia. Una guerra silenciosa, de ingenio, de esas que siempre terminan dando un vuelco al final.
El estilo es directo y sin grandes florituras. La autora va por faena y no se detiene a admirar el elegante vuelo de los pájaros ni el brillo del sol sobre sus plumas tornasoladas. El lenguaje es cercano, aunque brilla alguna palabreja rebuscada que sorprende. Por lo demás, si pensabais que esta era de esa clase de novelas en las que hay doscientos sinónimos para el miembro masculino, os habéis equivocado de libro.
La esclavitud es otro de los aspectos más relevantes, así como las formas en que los distintos países tiene de tratar con ella. Se trata de una realidad asentada y sobre la que no se entra a debate. Los esclavos de placer en Vere, que son aquellos con los que nuestros protagonistas interactúan mayormente, están acostumbrados a los complots y a la brutalidad de sus dueños. Pero lejos de mostrarse cohibidos o amilanados en su presencia, son capaces de explotar sus cualidades y encantos para escalar posiciones en la corte. En cambio, los esclavos en Akielos son delicados y mansos como corderitos. No tienen ambición ni ansias de poder, sino que son criados desde niños para ser dulces y pasivos, escogiendo abandonar su voluntad a cambio de vivir bajo los cuidados de un amo amable y cariñoso.
Al final de la novela podemos leer a un relato corto sobre uno de ellos, Erasmus, que nos explica de un modo más detallado, la forma en la que son moldeados los esclavos en Akielos, sobre todo aquellos que aspiran a ser entregados a la familia real.
—Sí. —Damen se acordó el banquete—. Me pidió que me acostase con vos y que se lo contase después. —Entonces, añadió con franqueza—: No con esas palabras.
—Y tu respuesta ¿cuál fue?
Eso lo irritó injustificadamente.
—Si me hubiese acostado con vos, lo sabríais.
Y ahora a esperar…
Me temo que no he hablado mucho de sexo. En realidad no hay muchas escenas de este tipo, supongo que es algo que se potenciará en las siguientes entregas. Lo que sí reconozco es la existencia de un ambiente de erotismo que atraviesa toda la novela. La tensión sexual entre los protagonistas todavía no es muy evidente, ya que queda ensombrecida por el odio mutuo que se profesan, pero seguro que eso cambiará ahora que Damen sabe de dónde procede el verdadero peligro.
Por lo demás, solo puedo repetir lo que ya he dicho. El príncipe cautivo es una de esas lecturas ágiles que te mantiene enganchado hasta altas horas de la madrugada y que te dejará con la miel en los labios. Recomiendo a la editorial que se apresure a sacar los siguientes tomos, porque los lectores van a querer más y lo van a querer pronto.
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Fotografía de Lou Levit.