Título original: The Night Circus
Idioma original: inglés
Año: 2011
Editorial: Planeta (2012)
Traducción: Montse Triviño
Género: Fantasía
Le Cirque des Rêves
El circo de la noche trata sobre la competición entre Celia y Marco, dos jóvenes magos que llevan toda la vida preparándose para enfrentarse. El escenario en el que deben demostrar sus habilidades tiene forma de circo, un espacio sugerente y misterioso en el que la realidad y el sueño se entremezclan. Pero sus tutores les han ocultado muchas cosas, como en qué consiste realmente este duelo, cómo se decreta el ganador, y, sobre todo, qué será de ellos cuando los sentimientos se interpongan en su camino a la victoria.
Nadie ve lo que ella es en realidad, de la misma forma que nadie ve lo que tú eres; lo único que ocurre es que ella es más perceptible. Pero aquí no estamos hablando de tener público. Lo que pretendo es demostrar mi punto de vista: que tú puedes hacer exactamente lo mismo que ella sin disfrazarlo de artimaña o de extravagante espectáculo, que puedes mantener un anonimato relativo y, a pesar de ello, igualar sus logros.
Hasta aquí parece una historia interesante: hay un duelo de magos, un circo impresionante, algo de misterio y un poco de romance. Sí, a mí también me engañaron. Por desgracia, lo que pueda explicar de la historia en unas pocas líneas no se parece demasiado a lo que uno se encuentra luego.
Me dio por leer El circo de la noche porque su historia me estaba acosando. Mirara donde mirase, las reseñas y recomendaciones parecían perseguirme y el hecho de que lo calificaran como un libro estupendo no me ayudó a evitar el desastre. Lo empecé con muchas ganas y supongo que con demasiadas expectativas, para encontrarme con algo que, desde luego, yo no habría calificado de maravilla bajo ningún concepto. Pero viendo que tenía que hacer una reseña, decidí volver a leerlo para tenerlo fresco en la memoria. En esta segunda ocasión, me acerqué a él con ciertas reticencias y, aunque sigue sin gustarme lo más mínimo, admito que lo he encontrado un poco mejor de lo que recordaba.
El frasco vacío
Al mirar dentro, Bailey huele el humo de un alegre fuego y percibe también un rastro de nieve y de castañas asadas. Siente curiosidad e inhala profundamente. Le llega entonces el aroma de vino caliente con especias, a menta y a humo de pipa. El fresco aroma a pino de un abeto. El olor de la cera de las velas.
Últimamente están muy de moda esas películas en las que se invierten toneladas de dinero en fotografía y decorados. Son unas producciones espectaculares y visualmente preciosas que suelen pecar de un guión y una trama flojos (por no decir insulsos y vacíos). Pues bien, El circo de la noche es como esas películas. No voy a negarle a la autora su talento para las descripciones y su enorme caudal imaginativo. Ciertamente, tiene mucha capacidad para crear atmósferas y llenar su mundo de detalles y colores cambiantes, pero le falta gracia para expresarse. Su forma de narrar resulta rígida y distante, como si hubiera un muro de cristal con el que te das de bruces cada vez que intentas saborear la historia.
Sucede algo parecido con los personajes. Están muy bien realizados y todos ellos tienen su propio espacio durante la narración para expresarse y mostrar sus particularidades, pero ninguno consigue conmover o agradar. No los odias, no los quieres, no los compadeces, no lloras con ellos ni lamentas sus tragedias. Es más, mi reacción ante la muerte de algunos de ellos incluía un suspiro lánguido y las palabras: «¡Ojalá pasara algo interesante!».
Después de más de quinientas páginas, los personajes no pueden resultarte completamente indiferentes. ¡Eso sí es un buen motivo para llorar! Es como si estuvieran faltos de vida. Son fríos y apagados, incluso cuando se relacionan entre sí. Después de veinte años de convivencia, el mayor gesto de camaradería que se ve entre los habitantes del circo (¡de un circo, señores!) es que a uno de los personajes, que se llama Tsukiko, le acortan el nombre a Kiko. Y ya está. Admitámoslo, resulta más que deprimente. Es como pagar por quedarte en casa mirando una pared. Y ni siquiera estoy hablando de una pared vistosa, con su cuadrito, su gotelé o por lo menos una grieta carismática. Una pared blanca, lisa y aburrida.
Escuelas de pensamiento enfrentadas
Otro de los problemas que veo en esta historia es que parece carecer de rumbo. Sí, cuando llegas al final ves que todos los elementos tienen sentido y terminan encontrándose de un modo más o menos bien hilado, pero la sensación que uno tiene durante la lectura es que el narrador se está yendo por las ramas, explayándose en personajes y situaciones que tampoco eran tan esenciales y podrían haberse zanjado sin gastar tanto papel. Y mientras seguimos a esos individuos en sus más bien insulsas existencias, nos encontramos con que ese duelo que tenía que dar dinamismo y que esperábamos provocara una tensión constante, es más un telón de fondo que se desarrolla durante un marco temporal de unos treinta años y que no suscita el más mínimo sobresalto. Resulta decepcionante. Tú esperas acción… o por lo menos algo de tensión narrativa, pero no hay nada de eso en El circo de la noche.
Y luego está esa ausencia de pasado. Ninguno de los personajes parece tener una vida anterior al circo. Excepto en el caso de los personajes principales, que conocemos desde niños, del resto apenas se nos revelan algunos detalles, unas pinceladas tan pobres que ni siquiera constituyen una historia. Lo mismo sucede con el mundo que los rodea. No sabemos nada de los tutores de Celia y Marco, dos magos prácticamente inmortales que llevan una eternidad de confrontación. No sabemos nada de las reglas del duelo, cuyos detalles, más bien vagos, hay que arañar de las páginas. ¿Por qué los magos viven tanto tiempo? ¿Cuáles son exactamente esas escuelas de pensamiento que representan los dos oponentes? ¿Qué consiguen al final estos caballeros si ambos han perdido prácticamente tantos duelos como han ganado? ¿En qué consiste su magia, en qué reglas se basa su manipulación?
A pesar de su nivel de detalle en la descripción, la historia es tan vaga y los personajes son tan secos y forzados que la conclusión general es muy desfavorable.