Título completo: La Enseña del Elefante y el Guacamayo I: Belleza, misterio y magia
Título original: The Elephant and Macaw Banner
Idioma original: Inglés
Ilustraciones: Reinaldo Rocha (portada) y Ursula «SulaMoon» Dorada (ilustraciones interiores)
Año: 2016
Editorial: Sportula, 2019
Traducción: Rodolfo Martínez
Género: Colección de noveletas (fantasía)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
Este Celsius 232 tuve el enorme placer de asistir a la presentación de este libro a cargo de Elías F. Combarro (gracias a Sentido de la Maravilla por permitirnos verla y volverla a ver); en ella se explicó que La Enseña del Elefante y el Guacamayo llegó a nuestro país porque el propio Combarro la había disfrutado tanto que le habló de ella en un viaje de vuelta de una convención a Rodolfo Martínez, quien decidió traducirla y editarla.
Por mi parte, fue el brillo en los ojos de Kastensmidt al describir la belleza del guacamayo («el guacamayo es uno de los animales más espléndidos del mundo; es rojo, azul, verde, blanco, negro, amarillo, es exuberante, es impresionante, y pensé que era un buen punto de partida para la historia, como diciendo: esto va a ser algo que no habéis visto nunca, va a ser algo diferente, colorido y fantástico») y de la selva brasileña lo que me hizo interesarme por este libro, a pesar de que rara vez leo novelas de aventuras. Se trata de la primera parte de una colección de noveletas (narraciones de entre 12.000 y 15.000 palabras) que siguen las andanzas en el Brasil colonial del aventurero holandés Gerard van Oost y el guerrero yoruba Oludara. La primera de las noveletas, «Encuentro fortuito» fue nominada al Premio Nebula en 2011 y el propio Kastensmidt también ha escrito y publicado un manual para juego de rol basado en el mundo y los personajes de La Enseña (de momento solo en inglés, aunque Kastensmidt mencionó que espera que se lance en español en 2020).
Donde se desglosan los acontecimientos en este volumen narrados
Gerard van Oost es un joven arcabucero natural de Brabante recién llegado al Brasil colonial con la ambición ardiente de convertirse en un aventurero y un héroe. Su mayor problema es que para poder internarse en la selva de forma legal, necesita pertenecer a una compañía autorizada y el más afamado aventurero de la zona, Antonio Dias Caldas, se niega a admitirlo en la suya. La única opción de Gerard es formar su propia compañía y obtener la bendición del gobernador, pero ¿cómo? En ese momento tiene lugar su encuentro fortuito con Oludara, un guerrero yoruba que fue capturado como esclavo en el Golfo de Guinea: Oludara resulta ser un cazador de monstruos experimentado y Gerard comprende que debe formar su propia compañía con él, pero no dispone del dinero para comprar su libertad. La solución le llega a Oludara en un sueño: Gerard debe obtener ayuda de un tal Sací-Pererê.
Se trata de una serie de noveletas independientes pero también consecutivas, de manera que nos acercan a la experiencia de lectura de un folletín o una novela por entregas. En las otras cinco noveletas, Gerard y Oludara exploran la selva, se mezclan con los nativos, dan muerte a bestias terribles, desfacen entuertos, antagonizan a Antonio Dias Caldas, alternan con dioses y luchan contra piratas, franceses o, aun peor, piratas franceses. Las primeras nos pueden recordar al típico relato de cazador de monstruos que hemos visto y leído muchas veces (como las de Geralt de Rivia, especialmente en las misiones secundarias de los vídeo juegos de The Witcher), pero Kastensmidt no se acomoda y va introduciendo elementos nuevos en cada historia, de manera que uno no se cansa de leer y recibe sorpresas agradables con regularidad (aunque hay ciertos motivos que se repiten constantemente, como el de la captura y el rescate). Kastensmidt aprovecha su documentación para un vídeo juego que nunca se llegó a desarrollar e introduce multitud de personajes del folclore brasileño, como el ya mencionado Sací-Pererê, el capelobo o los gemelos Ariconte y Tamendonarre.
Donde se alaba el tino del insigne autor
Si os digo que este libro trata de dos tipos que van por la selva matando monstruos y viviendo aventuras, lo más normal es pensar que se trata de otra fantasía de poder imperialista como las que ya hemos leído hasta la saciedad. Pues resulta que no. La Enseña del Elefante y el Guacamayo es un ejemplo perfecto de que se pueden escribir relatos de aventuras trepidantes sin necesidad de recurrir al imperialismo, el racismo, la xenofobia o regodearse en la crueldad (si bien se le puede reprochar que los personajes femeninos brillan por su ausencia).
Gerard es un Don Quijote joven y muy capaz de ganar una pelea, con un sentido moral impecable, que siempre está dispuesto a sacrificarse por los débiles y los indefensos, y que se niega a abandonar una batalla hasta que todos estén a salvo. También es un ferviente calvinista, lo que puede hacer que nos parezca mojigato y eurocéntrico en ocasiones. En esos momentos, ahí está Oludara para recordarle que su cultura y forma de hacer las cosas no es la única válida; Oludara ha visto más mundo y es más pragmático e ingenioso, sin miedo a mancharse las manos de ser necesario, de manera que los dos aprenden el uno del otro y se convierten en inseparables. Así, sus enemigos son los monstruos que aterrorizan a nativos y colonos por igual y aquellos conquistadores que solo pretenden esclavizar y expoliar.
También cabe destacar la belleza de la prosa: fluye con gran naturalidad y la traducción de Martínez no se interpone en ningún momento. El desarrollo de las narraciones tiene la capacidad de mantenerse interesante en todo momento, de manera que mantiene al lector pegado a la página y constantemente preguntándose: «bueno, ¿y ahora cómo van a salir de esta?»
Nicolau lo llevó a una escalera en la parte delantera de la iglesia mientras la multitud se abría para dejarles paso. Gerard subió por la escalera con el sacerdote pegado a la espalda. Vio que en las esquinas del altillo había ventanas cuadradas de algo más de media vara. Abrió los postigos.—Suficiente —dijo—. Si el labatut quiere venir tendrá que entrar por aquí.Se oyó algo a mitad de camino entre un grito y un aullido. En la iglesia no se oía ni un susurro.Gerard oteó por la ventana y divisó la silueta de la criatura recortada contra el claro de luna. Varios puntitos brillaban a su alrededor, pero Gerard no tenía forma de saber de qué se trataba a aquella distancia. Tras él, el padre Nicolau se persignó.
—¡Que alguien me alcance el arcabuz! —dijo Gerard en dirección al piso inferior.
Donde se insta al avispado lector a adquirir esta excelente obra
En resumen, si os apetece leer unos relatos de aventuras acordes a las sensibilidades actuales, con acción vibrante y que demuestra un gran amor por la historia, la naturaleza y la cultura brasileñas, tenéis que leer La Enseña del Elefante y el Guacamayo.
En cuanto a mi, solo me queda preguntar: ¿para cuándo la segunda parte?