Título completo: Jennifer Morgue + Pimpff + La edad de oro del espionaje
Título original: The Jennifer Morgue
Idioma original: Inglés
Año: 2006
Editorial: Insólita (2019)
Traducción: Antonio Rivas
Género: Novela (Ciencia Ficción)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
Los espías vuelven a estar de moda
El año pasado os hablaba, en una reseña en la que se me fue un poco la cabeza, de El archivo de atrocidades, la primera novela de la saga de culto Los expedientes de la Lavandería, que Insólita trajo a España bajo la premisa de una combinación de «techno–thriller de espionaje, comedia y horror lovecraftiano». Fue una lectura muy disfrutable, que se salía de mi zona de confort pero que me generó la suficiente curiosidad como para seguir con la saga que se iniciaba. Así que hoy os traigo a Libros Prohibidos la segunda aventura de Bob Howard. Desmenucemos pues Jennifer Morgue.
—Antes de que siga, debería saber que llevo treinta horas en pie. Me he despertado en Alemania; he cruzado seis husos horarios y una sala de zombis caníbales ha intentado masticarme el cerebro. —Apuro el vaso—. No estoy de humor para esta mierda.
La trama es muy similar: hay un caso y Howard es convocado como espía/hacker. Se repite un poco el esquema de la primera parte: reuniones, acción, personajes secundarios en cantidades industriales, más acción, espionaje y contraespionaje, planes ingeniosos y aparatejos que harían las delicias de las Totally Spies. Ah, se me olvidaba: por supuesto, más acción.
La verdad es que Jennifer Morgue se asemeja mucho a su primera parte en el espíritu que presenta. Se trata de una ficción de espías muy fundada en las tradicionales que, además, en este caso decide hablar directamente del género, empleando para su argumento algunos motivos que conectan con los tópicos de espías que todas conocemos (incluso las que, como yo, no estemos muy familiarizadas con los productos del género). El movimiento más inteligente por parte de Stross es precisamente esta torsión de la figura del héroe en la literatura más tradicional. Si ya en El archivo de atrocidades el protagonista conectaba más con un determinado tipo de antihéroe poco habitual, aquí la figura del protagonista se lleva un paso más allá y se configura como uno de los aspectos más atractivos de la novela. Los espías están de moda, sí, pero todos estamos hartos del rollito James Bond.
La cara oculta del héroe bondiano
No es oro, sin embargo, todo lo que reluce. En esta segunda parte de la reseña tengo que confesaros que hubo varias cosas que me parecieron estar de más; creo que Jennifer Morgue no funciona tan bien como lo hacía su primera parte. A Stross le gusta mucho el mundo que ha creado, se le nota, le encanta, y eso hace que en ocasiones se explique de más, se pase de listo en sus descripciones, a las que les urge algo de ligereza.
Mientras me invaden esos pensamientos deprimentes, me doy cuenta de que tengo la copa de martini casi vacía. No es una bebida terriblemente atractiva; sabe a algo que han limpiado con mangueras de una pista de aterrizaje y luego han diluido con anticongelante.
Del mismo modo, y pese a producirse una reflexión sobre el tradicional papel del héroe masculino protagonista, no deja de haber un cierto tono que coquetea con la misoginia en las bromas. Esto viene dado, por supuesto, por el registro que el protagonista emplea en su verborrea constante. Es tan ingenioso, tan canallita, tan colega, todo el rato, que se me hace difícil conectar con él. Bien es cierto que no ha cambiado el discurso desde El archivo de atrocidades, pero también creo que la fórmula no termina de funcionar del todo. Tal vez por ser yo como soy y estar acostumbrada a otro tipo de literatura, no lo sé.
Como todas las novelas, Jennifer Morgue tiene aspectos positivos y aspectos negativos; no conectar con su personaje principal, que es el eje alrededor del que orbitan el resto de aspectos de la obra, ha causado que la lectura se hiciera cuesta arriba, algo lógico cuando se trata de una obra narrada en primera persona y con una increíble tendencia a la divagación del personaje. Sin embargo, estoy bastante segura de que a los amantes de la novela de espías con un toque divertido y alternativo les gustará.
Por otro lado, en la edición española que presenta Insólita se incluyen el relato «Pimpf» y el artículo «La edad de oro del espionaje». «Pimpf» es un cuento divertido, curiosete y poco más, sobre la burocracia y los peligros del trabajo de oficina, de nuevo con el habitual tono socarrón que Stross da a su protagonista. Es un ejemplo perfecto de lo que el lector puede encontrarse en la saga de Los archivos de la Lavandería, así que puede ser una buena idea como primera lectura. «La edad de oro del espionaje» es un breve ensayo de Stross sobre el arquetipo bondiano y sobre la figura del héroe en la literatura de espías. Básicamente, lo que aquí se analiza es la repercusión histórica de la figura de Bond; por qué un personaje tan arcaico y con un constante deje machista tiene la inmortalidad que tiene; por qué se sigue hablando de él en la ficción y aún puede haber discurso sobre el tema. Una pensaría que está obsoleto, pero al parecer no es así. «La edad de oro del espionaje» es un buen cierre para Jennifer Morgue, pues aporta una base ensayística a lo que se trata de hacer desde la ficción en la novela.
En resumen: si te gustó la primera novela, Jennifer Morgue no te decepcionará, pues se amplía el mundo y se presenta una nueva aventura llena de mitología oscura y chascarrillos absurdos. Si no te gustó, es probable que no te interese lo que aquí se presenta; desde luego, lo que está claro es que Stross no engaña y continúa con su proyecto intacto.