Guillermo Jiménez: Zona de confort

Zona de confort. Libros Prohibidos

Atar la cuerda a la viga del techo.

Coger carrerilla y saltar hasta el pilar.

Coger el ídolo dorado y volver hasta la repisa como un péndulo.

Suena fácil. Puedes hacerlo. No te pongas nerviosa. Eres ágil, puedes hacer ese salto. Y si no, siempre podrás trepar por la cuerda e intentarlo otra vez en vez de pegarte un castañazo de cinco metros de altura.

La cuerda es lo más fácil. Lo has hecho muchas veces. Apunta, gira el gancho, y lanza. Tira bien de la cuerda. Como si te fuese la vida en ello. Joder, pero ¿y si tiro demasiado fuerte y se me cae encima la viga? No, no, hay que hacerlo. Mejor que se me caiga encima ahora que cuando esté colgando.

¿Ves? Es una viga sólida, resiste el peso de una bola de cañón como yo tirando con fuerza. Puedes confiar en ella. La cuerda bien enrollada en el brazo, como en los abordajes. Maldita sea, piernas, ¿queréis parar de temblar? Puedo hacerlo. Es un salto seguro, y tengo la cuerda.

Vamos allá.

NO, NO, NO.

¿DE DÓNDE HA SALIDO ESE MALDITO DINOSAURIO?

Eh, ¿no es el bicho que se comió a Pete?

Ni de coña me muevo de la repisa. No voy a saltar el maldito foso con el maldito dinosaurio debajo. No me va a enrolar así La Siniestra en su tripulación fantasmal. Como a Pete. ¡Debiste quedarte en el barco, Pete!

De acuerdo, entonces, ¿cómo cuernos hacemos esto? Seguro que si ese bicho se estira me atrapa, y si salta ya me puedo ir despidiendo.

Aww, ¡qué bracitos tan pequeños que tienes! Je. Y esas plumas… qué mono eres, pareces una gallina gigante. Así no puedo tenerte miedo. Aún no me has visto, así que te voy a robar el ídolo sin que te des ni cuenta. Puedo hacerlo. Solo tengo que agarrarme un poco más arriba de la cuerda.

Joder, soy un tapón. ¿Esto es todo lo alto que llego sin quedarme colgando? ¿Qué he ganado, diez centímetros? Menos mal que el bicharraco no me está mirando. ¿Pueden reírse los dinosaurios?

Muy bien, bicho. No mires. Vamos allá. Carrerilla y… ¡salto!

PERO ¿POR QUÉ MIRAS? ¡TE HE DICHO QUE NO MIRES!

NO, NO, NO, ¡QUIERO VOLVER A LA REPISA! AAAAAAAHHH, SUBE, SUBE, SUBE, SUBE, SÚBETE A LA VIGA.

MALDITA VIGA, MALDITO BICHO.

Tranquila, tranquiiiila. Aquí arriba no puede pillarme. Mi madre, qué alto está esto.

Eh, bicho, suelta la cuerda. No tires. QUE NO TIRES.

Uf. Menos mal que no puede agarrar bien la cuerda con la boca. Mejor te la retiro, bicho. Que tú sí que tienes fuerza para tirar la viga abajo y matarnos a los dos.

¿Qué miras? Parezco deliciosa, ¿verdad? Si pudiste tragarte al sucio de Pete, yo debo de ser como una bolita de chocolate. Iugh, has dejado la cuerda llena de babas. Ahora tendré que esperar a que se me sequen los guantes.

¿Y cómo me llevo yo el ídolo desde aquí? Si la viga pasase por encima del pilar sería muy fácil descolgarme. A ver, no pasa, pero… ¿quizás pueda estirarme y cogerlo? Llego, ¿no? Creo que llego. Sí, sin duda, llego. Solo tengo que estirarme un poco, colgando. Si el bicho me deja en paz, puedo conseguirlo. Y si no… ¿puedo subir por la cuerda lo bastante rápido?

Venga. Vete a hacer tus cosas de dinosaurio a otro sitio. ¿Qué puñetas haces aquí? ¿Has venido a comerme? ¿Tan mal huelo? Me caí por la borda la semana pasada, ¡eso cuenta como un baño! No puede ser por eso. Pero si esto es una sala de mierda en un templo abandonado de mierda, ¿qué haces aquí?

A ver, imbécil, es un tesoro, ¿cómo no va a estar vigilado por un bichejo peligroso? Si no ya se lo habría llevado alguna persona más espabilada que tú.

Eh, bicho, ¿el ídolo no estará maldito, no? No, no hay un aura de putrefacción, me llegaría el olor. A ver, a ver… no, definitivamente solo huele a mierda de dinosaurio. Aunque eso ya es bastante maldición. Da igual, siempre puedo lavarlo. Lo quiero. Va a ser mío. Y tú no puedes impedírmelo, bichejo.

Eso es. Vete, vete, shuu, shuu. Muy bien. Perfecto. Ahora de cara a la pared y cuenta hasta diez. Vale, tampoco soy tan ágil. Que sean cien.

Agarra bien la cuerda, que te matas. Baja con cuidado. Que se noten los brazacos. Ya casi lo tengo. Ahora a estirarse hacia atrás… uf, qué mareo más tonto. Ah, qué cerca está. Ahora lejos. Ahora cerca. Uf, me he mareado más de lo que pensaba.

Incluso al revés es justo tal y como había imaginado. No, ¡mejor aún! Hace que merezca la pena estar aquí boca arriba como una morsa colgante. Ya casi puedo alcanzarlo. Un poco más… solo tengo que estirarme un poco más… Un poquito solooooo…

¡Lo he rozado! Ahora no lo vayas a tirar, pedazo de torpe. Vamos, ya casi…

Eh. No. Bicho.

BICHO. NO TE MUEVAS.

¡AAAAAAHHH, SUBE, SUBE, SUBE, LA VIGA ES CASA, LA VIGA ES CASAAAAAAA! ¡AAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!

AAAAHHHH, ¿AÚN TENGO EL CULO EN SU SITIO? ¿SIGUE AHÍ TODAVÍA?

AY, VIGA, CUÁNTO TE HE ECHADO DE MENOS. CUERDA, JAMÁS PERMITIRÉ QUE NOS SEPAREN. La viga es casa. Mientras no suelte la cuerda no puede pasarme nada malo.

Lo había rozado. Maldito seas, bicharraco, ¡ya lo tenía!

Vale, en verdad no, pero casi. ¡Eso cuenta!

¿A quién quiero engañar? No llego. Soy un tapón. Me falta una cabeza por lo menos para llegar. Y a ver quién es la guapa que se balancea con ese bicho esperando para darme un bocado. ¿Seguro que no me ha arrancado el culo de cuajo? No, todo está en su sitio.

Aun así, he estado muy cerca. Lo he rozado. Puedo hacerlo. Puedo hacerlo, ¿me has oído, bichejo? PUEDO.

Piensa. Piensa. Puedes hacerlo, sí, porque tú lo vales y porque no vas a permitir que un dinosaurio te lo impida. Todo lo que siempre habías deseado está al alcance de tu mano. Bueno, todo no, pero sí esa cosa. La cosa, el ídolo.

Uf, ¿por qué me sigue dando vueltas todo? La viga es bien, la viga es casa. La viga necesita un abrazo o me voy a caer.

Bicho, deja de mirarme. ¿No ves que voy a potar? ¿Es que quieres que te lo tire encima? Ugh, ni siquiera soy capaz. ¿Qué quieres de mí? ¿Por qué no me dejas en paz?

Voy a llevarme ese ídolo. Quieras o no.

Pero ¿cómo?

Aunque me balancee en la cuerda no llego. No puedo acercarme más. Y el bicho no deja de mirarme. Con la cabeza en alto, como el perrete de la capitana. ¿Quién es un lagarto enorme, letal e implacable? ¡Tú! Sí, tú. Dame la patita.

Je, je. No puedo tomarte en serio con esos bracitos. ¡Son más cortitos que los míos, eso ni siquiera debería ser posible!

Je. Ese morro parece bastante sólido.

No, no. Estoy loca. Eso es peligrosísimo de la muerte. La cuerda es bien, la cuerda es segura. ¿Tantas ganas tengo de que me lleve La Siniestra?

Pero… así podría conseguirlo. No, es la única forma de conseguirlo.

Vale, estás loca, pero tú puedes, porque eres una valiente y no te asusta nada. Excepto el implacable y letal lagarto de la muerte. Pero… joder, quien no arriesga no gana. La capitana Coral no ha criado a una cobarde.

Madre mía, me va a estallar la cabeza. ¿Por qué me late el corazón ahí arriba? ¿No se supone que está en el pecho? Aaaaah, socorro. Me voy a morir aquí mismo sin bajar ni na’, y con el ídolo tan cerca.

Por mis muertos que no.

Vamos. Baja. Baaaaja. Poco a poco. HOSTIA, BICHO, NO SALTES. Que te arreo una patada, ¿eh? Venga. Baja un poco más. Un poco más. Un poco máááásssss…

No, no te enrolles la cuerda.

No la enrolles.

¿Qué te he dicho? Desenróllala.

Vamos, respira. Que siempre se te ha dado mal ser persona, pero lo de respirar es algo tan básico que ni tú la puedes liar. Aire pa’ dentro, aire pa’ fuera. Aire pa’ dentro… BICHO, QUE TE HE DICHO QUE NO SALTES.

Así. Quédate así. Con el morro bien alto.

Suéltate.

Suéltate, leñe.

¡Que si no sueltas la cuerda no llegas!

Una, dos y ¡ya!

¡AAAAH, LA HE SOLTADO!

¡AAAAAAAH, LE ESTOY PISANDO LA CARA A UN DINOSAURIO! ¡AAAAAAAAAAAAHHHH!

¡AAAAAAAAAAAHHHH!

¡SALTA, LEÑE, SALTA!

¿AAAAAaaaaahhhh?

Estoy en el pilar.

ESTOY EN EL PILAR.

La madre que me parió, ha funcionado.

Cógelo. Ahora no lo vayas a tirar, torpe. AAAAH. Lo tengo. LO TENGO. ESTÁ FRÍO Y PESA UN HUEVO, PERO LO TENGO.

No es como me lo había imaginado. Pero me da igual, es mío y lo he conseguido y he sido valiente y BICHO NO TIRES DE LA CUERDA.

Genial. A la mierda la viga.

Pues muy bien. ¿Y ahora qué?

A ver, es un gustazo tener el ídolo por fin. Es tan doradito y redondeado… Pero en algún momento tendremos que bajar de este pilar, ¿no? Por muy glorioso que sea, hay más vida después de esto.

Y el dinosaurio sigue ahí.

Pero bueno, de momento creo que me merezco disfrutar un ratito. Luego ya si eso seguimos adelante.

Este tesoro mola, pero seguro que si exploro un poco por ahí encuentro algún otro y, BICHO, ESTATE QUIETO YA QUE VAS A TIRAR EL PILAR.

AAAAAHHH, NO ME TRAGUES, NO ME TRAGUES.

¡SUÉLTAME, QUE NO SABES DÓNDE HE ESTADO!

BLUEGH.

Qué asco.

No, no me mires con esos ojillos de perrito pachón después de escupirme. Vale que no seas un implacable lagarto de la muerte, pero estás muy lejos de ser cuqui.

No te restriegues… ¡Eso no funcionará conmigo!

¡Soy inmune a la adorabilidad!

Maldito seas.

Da igual. Tengo el tesoro y un dinosaurio. Venga, salgamos de aquí, bichejo. Vamos a celebrarlo.

No, si al final tendrán razón en que el verdadero tesoro son las mascotas que hacemos por el camino.

Espera, ¿el dicho era así?

Guillermo Jiménez

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Foto: Matt Cannon. Unsplash