¿A quién no le va a gustar un lugar donde se va a comer, ver amigos y escuchar a gente
que han venido a “HABLAR DE SU LIBRO”? (o del de otra gente). Pues eso, a grandes rasgos, y
quedándose muy corto en la expresión de sentimientos, ha sido Luminaria 2022.
Zaragoza, viernes 16 de septiembre. 16:30.
Al llegar a esta gran ciudad, lo primero que salta a la vista es que la localización del
festival literario, del canto a la literatura de género, siempre tan oprimida sin razón justificada,
es idónea. Todos los eventos del fin de semana están localizados en pleno centro de la ciudad,
hecho relevante pues permite que se pueda vivir cada charla o presentación en toda su gloria
puesto que no hay que desplazarse a través de grandes distancias. Punto a favor.
Nada más llegar al lugar, da gusto encontrar un ambiente literario total (Sede San
Valero): stand o mesas de distintas editoriales de género, librerías de la zona, etc. Por
supuesto, uno de los puntos clave del asunto es el “Reencuentro”. Y es que es lo que tienen
estos saraos, el poder encontrarse con gente con la que compartes una misma afición, gente
que conoces de eventos previos, seres humanos que hasta el momento eran digitales se
convierten en una realidad. Y es que la comunidad lectora online, en sus mil y una
ramificaciones, se da cita a menudo en inhóspitos lugares como este (Recordad: Twitter tiene
mucho caos, pero también buenas amistades).
A pesar de los esfuerzos por llegar a las primeras charlas, conseguí llegar a medias de
una muy interesante sobre la escritura a cuatro manos (Lola Basavilbaso y Luis Constante /
Carlos Calleja y Alejandro Martín). ¡Menudo reto! Disfrutar de nuevos conocimientos y las
perspectivas de autoras y autores que desarrollan semejantes habilidades es puro disfrute. Al
parecer, entrar en conflicto mientras escribes con alguien es todo naturalidad, pero así es la
literatura, todo por las palabras, todo por la creación. ¡Y hay quién escribe a ocho manos!
Tras esto, pude asistir a la presentación del nuevo libro de Elia Barceló, Muerte en
Santa Rita, quién ofreció un canto a nuestros mayores, aquellos que, por alguna extraña razón,
casi nunca se les da protagonismo en una novela, ¡qué razón tiene! Resulta interesante como,
a pesar de los intentos de la autora por demostrar que su novela era totalmente realista, las
lectoras y lectores más analíticos, encontraron elementos que la asociaban a esos subgéneros
que tanto nos interesan. ¡Nadie se atrevió a llevarles la contraria!
Tras las charlas y una ducha rápida, llegó uno de esos momentos que apasiona a todo
fan de estos jolgorios: comer. Las cenas, comidas, desayunos y meriendas son factor clave.
Reencuentros con gente que hace tiempo que no ves, platos de ingentes cantidades de
comida. ¿Qué más se puede pedir? Ponerse al día con aquellas y aquellos a los que quieres,
siempre es un gusto.
Para finiquitar la noche, duelos a muerte a espada, cuchillo e insultos barrocos…
Perdón, me he venido arriba: llegan los Microduelos de sangre. ¿Y qué significa esto? Choques
literarios de microrrelatos preparados previamente sobre temas específicos con los que
deleitar al público de La Bóveda (¿O era La Cúpula?) y ponérselo difícil a Cristina (speaker,
animadora, vacilona y jefa del cotarro) mediante un aplausómetro difícil de medir. ¡Menudo
derroche de ingenio! Niños dioses, elfos negros en la Tierra Media, robots rebeldes…
Tras una decisión complicada y varios sorteos de libros, los clasificados para la final del
sábado estaban preparados. A eso de las 2, un servidor huía del lugar para descansar algo que
el sábado era peligroso y albergaba horrores.
Zaragoza, sábado 17 de septiembre. ¿8:30/9:00? Más o menos.
El día podría haber empezado leyendo un libro, recitando poemas apocalípticos a voz
en grito por las calles de Zaragoza (habría estado bien), pero no, empezó como tenía que
empezar, con un buen desayuno. Creo que todavía estoy quemando calorías de ese día (Te
odio con amor, David).
Con un subidón de azúcar, las arterias saturadas y bien de cafeína, empieza la segunda
jornada de charlas y eventos varios. Una vez más, en el lugar de reunión, hay que pasar ante
los stands de jugosos libros que te susurran al oído un “cómprame”. Prometo que esta vez me
he comportado, pero sé que más de uno arrasó (¡esa es la actitud!).
Las charlas de la mañana fueron puro deleite: Hasta la inclusión y más allá donde Isa
Janis, mi siempre querido Lluís Salart y Carla Plumed, dieron un repaso a la situación actual de
la inclusión en la literatura de género y su importancia con respecto a las generaciones
actuales y venideras. Toda la literatura es un canal perfecto para el desarrollo de todos estos
aspectos, pero quizá, es la juvenil la que tiene una fuerza aún mayor a la hora de influenciar a
sus lectoras y lectores.
Para finalizar la mañana, Concha Perea, Miriam Jiménez Iriarte y Ferran Varela (Sí, este
señor existe en nuestro plan físico) debatieron y fueron moderados por Carla Campos en
cuanto a la Creación de mundos fantásticos. Todo un despliegue de worldbuilding, de
motivaciones creadoras y de: “si nos ceñimos a la página 37 de tu primera novela, lo que
cuentas en la segunda no tiene sentido porque aquí tienes pinos de Wisconsin y según el clima
descrito, este es un lugar desértico…” (¡malditos teóricos de la conspiración!). Como dato que
a nadie importa, pero a mí sí, cometí la osadía de sentarme entre mis dos archienemigos más
queridos. Ellos saben quienes son.
Una vez más, vuelta a los restaurantes y a la comida. Atracón entre conversaciones
cruzadas sobre películas bizarras y cómics, ¿se puede ser acaso más feliz? Vuelvo con múltiples
recomendaciones, mi cultureta interior está contento.
Tras esto, la tarde empieza fuerte, el lugar elegido esta vez es el Rock & Blues. Ya el
nombre seduce, pero los eventos en su interior aún más. Café en mano, disfrutamos de nuevas
mesas redondas sobre retelling, retrofuturismos y novelas literatura de humor. Cualquiera lo
diría, pero qué difícil parece escribir humor, tocar esos puntos clave para desatar la diversión
del lector. A media tarde, se realizó una lectura de El señor de los anillos por parte de la
Sociedad Tolkien y posteriormente, llegó la final de los microduelos.
Nuevos relatos interesantes, agresivos, divertidos que supusieron un nuevo dolor de
cabeza a Cristina Arias en su decisión final que llevaría a David y María hasta la final en la que
tuvieron que crear un microrrelato en directo, con toda la presión, con mucha gente a su
alrededor y que acabó con la victoria de María, quién se hizo con dos cajas cargadísimas de
libros como premio. ¿Existe mejor premio? Existe, y fue el discurso final de Cristina quién supo
captar en tan solo unas oraciones todo lo que ha supuesto Luminaria 2022 y lo que supone
todo este tipo de eventos: amistad, buen rollo y disfrute de esos objetos de papel con letras
que tanto amamos (y comida, no se olvide).
Para acabar la noche, cena italiana (muy copiosa) con más conversaciones
interesantes, bromas y pies que ya no dan más de sí. La noche terminó con unos refrescos y copas en la sede de la tarde y ganas de próximos festivales y eventos. Esto es un bucle sin fin y
no se puede luchar contra él.
Zaragoza, domingo 18 de septiembre. 9:00
La parte dura del viaje, desayuno y despedida. La única parte positiva de este asunto es que
más pronto que tarde nos volvemos a ver. Volverán los libros, los amigos y las ganas de
disfrutar porque es algo que tienen los libros: te atan a sus historias y atan a sus lectores entre
sí.
Aunque no pude asistir, el domingo se produjo el cierre del festival, con grabaciones de
podcast y vermú literario por todo lo alto.
¿Es necesario explicar más razones por las que venir a estos eventos? Vente, siempre hay sitio.
*Posdata: ocurrió un hecho insólito y es que solo compré un libro, pero es que me lo habían
vendido demasiado bien desde hacía meses, y ese fue: Hz de Pedro Moscatel, organizador del
evento, colega y metalero adorable.