Javier Traité: Historia torcida de la literatura

Historia torcida de la literatura. Libros Prohibidos

Año: 2010
Editorial: Principal de los libros
Género:
 Ensayo (humor)

La literatura como deberían habértela contado

Hoy es el día del libro y he pensado que qué mejor forma de celebrarlo que trayendo una obra que es en sí misma —a su manera— un homenaje al mundo de las letras y la creación literaria. Se trata de Historia torcida de la literatura, la ópera prima de Javier Traité. Lo reconozco, después de leer Conquistadores secundarios me decidí a hacerme con todo lo que me cayese cerca de este peculiar autor, doctor en Historia metido a librero. Y, por lo que llevo leído, me veo en posición de ir recomendando a todos los lectores de esta web hacer lo mismo.

A pesar de lo que nos han hecho creer, la literatura no es aburrida y los libros no sirven únicamente para decorar estanterías o calzar mesas. La historia de la literatura está llena de novelas increíbles y autores inclasificables, vidas que superan la ficción y anécdotas desternillantes.
Javier Traité, librero de profesión y vocación, nos habla de estos autores y de sus obras como nadie antes se había atrevido. Con ironía y desenfado, con una inmensa cultura y un inagotable sentido del humor, recorre la historia de la literatura desde mucho antes de la invención de la imprenta hasta casi nuestros días. La épica de Gilgamesh, la Biblia, Shakespeare, el Quijote, Los miserables, Kerouac, Unamuno y muchísimos más tienen cabida en esta obra que es, por encima de todo, una divertida celebración de las letras.

En realidad, este libro es de 2010 y no nos correspondía leerlo siguiendo nuestra política actual de solo reseñar novedades, pero resulta que la editorial Principal de los libros ha tenido el acierto de reeditar la obra en formato bolsillo. Y yo no iba a desaprovechar la oportunidad de leer un título que habla de la historia de la literatura en clave de humor. Porque se podría resumir así mismo, «la historia de la literatura en clave de humor», para hacernos una idea de lo que podemos encontrarnos entre sus páginas, pero tiene alguna cosita más de la que quiero hablar aquí.

Lo primero que hay que decir, y no creo que sea algo simple, es que este libro consigue lo que el sistema educativo se ha encargado de fastidiar y hacer imposible durante generaciones: hace de la literatura universal un tema divertido. Es cierto que Traité tiene cierto gusto por lo escabroso y escatológico y eso facilita la labor, pero es igualmente válido. Con un sentido del humor que no por bruto deja de ser inteligente, Historia torcida de la literatura termina contando de qué va esto de los escritores, sus obras, sus motivaciones y sus respectivos momentos históricos. Un tema que los amantes de los libros sabemos que es ya de por sí apasionante, pero que por culpa de un sistema educativo deficiente, la mayor parte de la población lo considera como un peñazo. Y no me cansaré de repetirlo, señores, pero es que no lo es.

Historia torcida de la literatura. Plumas. Libros ProhibidosEn Historia torcida de la literatura conoceremos la estrecha relación entre las letras, las bebidas de alta graduación, los problemas con la ley, las enfermedades venéreas y el gusto por sustancias fumables e inyectables. Es todo bastante gracioso y triste al mismo tiempo, pero resulta que, además, como bonus extra, aprendes. Porque esta obra no se limita a pararse en lo más típico, sino que ofrece un recorrido bastante completo por la literatura universal. Yo, sin ir más lejos,que me las doy de cultureta, literato y enteradillo, pues he descubierto bastantes autores y referentes que antes se me escapaban o que, directamente, no existían para mí. Me reitero en el valor pedagógico, a la par que chistoso, de este ensayo.

En el imaginario occidental siempre vemos a los griegos como gente muy circunspecta, filosofando sentados encima de una piedra, planteándose gravísimos dilemas morales e intelectuales con la mirada perdida, pero lo cierto es que, cuando no estaban en guerra unos con otros o contra los persas, los griegos sabían ser tan cachondos como el que más. Prueba de ello es el insigne Aristófanes, autor de decenas de obras cómicas, como Las nubes, en la que, entre otras cosas, inventa el famoso gesto de mostrarle a alguien el dedo corazón; Lisístrata, en la que las mujeres de Atenas hacen una huelga de «piernas cerradas» amenazando a sus maridos con no echar un polvo hasta que dejen de guerrear; y muchas otras, donde se ríe de lo primero que se le ocurre (filósofos, políticos, soldados) en un combo mortífero de burlas crueles, chistes de pedos, humor rural y parodias estilo Mel Brooks.

Yo, de mayor, bombero librero

Con lo expuesto en los párrafos anteriores no sé si queda convenientemente reflejado, pero me ha sorprendido, y casi podría decir que abrumado, lo mucho que ha leído el autor para documentarse y escribir esta Historia torcida de la literatura. Y es que uno no se lanza a hablar de la literatura universal con cuatro libros a las espaldas. La cantidad de autores, títulos y referencias biográficas que aparecen es bastante impresionante. Esto, unido a la entrevista que recientemente le hicimos a otro librero, Antonio Torrubia, el librero del mal, me ha dado un poquito de envidia y hace que ya sepa que de mayor quiera ser librero. Y editor, y escritor, crítico literario, y otras profesiones igual de reconocidas, fáciles y lucrativas *suspiro*.

Góngora siempre me ha caído mal, por bastardo y por pedante. Leerse sus Soledades o su Fábula de Polifemo y Galatea requiere mucha paciencia, un diccionario de mitos griegos y una inyección de insulina para cuando suba el azúcar, de tanto que adorna y edulcora la palabra este hombre. Él mismo reconocía que no escribía tanto para «el gran público» como para un selecto círculo de eruditos y adalides de la cultura. Lo cual me parece fatal, porque considero que un escritor debería tratar de llegar al máximo de gente posible. Si tu objetivo es contentar a tus amigos, ¿para qué publicar nada? Dáselo solo a ellos y que a nadie se le escape ni una miserable copia manuscrita. ¡Coño!, de hecho, como seguro que no hay en el mundo persona tan culta como tú, no se lo enseñes a nadie, guarda tus poemas en un arcón bajo siete llaves y mastúrbate pensando en lo bueno que eres y en tu altísimo nivel cultural.

En fin, aquí tenéis una propuesta 100% válida, divertida, interesante y recomendable para un día tan especial como hoy. Para todas las edades y tipos de lector. Y feliz día del libro a todas y todos.

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Foto: Clark Young. Unsplash

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