Año: 2018
Editorial: Cerbero
Género: Novela corta (terror)
Como una parálisis nocturna de las chungas
Pocas cosas hay tan geniales como ir leyendo de forma sistemática mucho de lo que publica una autora, o una editorial, y comprender sus trayectorias e intereses. El completismo lógico, podríamos decir. Y cuando, como es el caso, hacemos bingo con autora y editorial, es todavía mejor: llevo ya leídos muchos de los libros de la editorial Cerbero, y el último de Nieves Mories, La chica descalza en la colina de los arándanos, me pareció una novel(l)a de terror estupenda. Por si esto fuera poco, también hay un relato suyo en la antología que reseñé hace poco, No son molinos. Es decir, que tenía muchas ganas de leer este libro. Ya os adelanto que he disfrutado tanto de la lectura como esperaba.
En mi opinión de lectora habitual del género, creo que como mejor funciona el terror es en el terreno de lo breve. Pocos autores pueden mantener el horror durante páginas y páginas, y en distancias cortas, cuando se hace bien (que no es fácil), resulta más manejable. Agnus Dei es un buen ejemplo de esto. Mories solo necesita de ciento cincuenta páginas para crear un entorno angustioso, asfixiante y agónico. Ya decía Poe que el relato era aquello que podía leerse en una sentada, y creo que una de las fuerzas de este libro es precisamente esta brevedad no tan breve. Si tienes un poco de tiempo, puedes leer Agnus Dei de una sentada, y es así como mejor funciona, pues se observan los tiempos y no se pierde nada de esa atmósfera que debería envolver al lector en sus enredos. Ya si podéis conseguir que ese tiempo que le dediquéis sea durante la noche, mejor aún.
Mamá dormía, en ese sueño comatoso y leve que comparten todos los enfermos terminales, del que parece que no van a salir y, a la vez, en el que nunca están inmersos del todo.
Siguiente pregunta: ¿Agnus Dei… da miedo? Depende de vuestro umbral (aunque ya veis que la portada es espeluznante), ya sabéis que esto es un poco subjetivo. Pero lo cierto es que la lectura de esta historia de hospital consiguió generarme angustia y, sobre todo, mucho desagrado. Creo que no quité la cara de repugnancia hasta que cerré el libro. Diría que se trata de un terror algo subterráneo, desde luego más inquietante que pavoroso, pero un terror al fin y al cabo, al que se llega gracias a lo obsesivo de historia y forma, a lo cerrado de la habitación y a la fuerza con que se describe el enfrentamiento en los dos personajes. Me recordó, en algunos de los motivos empleados para generar esta sensación, al videojuego Alice: Madness Returns, o a algunas historias clásicas en las que no te puedes fiar de nadie y que deberías salir corriendo antes de leer. La lectura desquicia un poco, agobia un mucho y confunde algo más (tan solo a ratos, porque calma, las cosas tienen un sentido). Así que sí: este libro tiene dientes. La sensación que se tiene leyendo la obra es algo así como tener parálisis nocturna: muy angustioso, muy de estar encerrado y no poder moverse. En este símil acabarlo es despertar y darse cuenta de que menos mal, estás fuera, no pasa nada, todo controlado.
Obsesión y angustia en una habitación de hospital
Cuál fue mi sorpresa al descubrir, cuando comencé a leer, que Agnus Dei trata de algunos de los temas que me interesan más como lectora. Uno de los puntos que vertebra la obra es la relación maternofilial, que se constituye además como punto del que surgen otros muchos conflictos: la redención (o no), el reencuentro, el pasado, los cuidados. Cada uno de ellos, una pequeña pieza en el resultado final. Creo que es el terror uno de los géneros perfectos para hablar de estos temas que nos atormentan tanto, y creo que Mories lo hace muy bien. Pero, ojo, más que hablarse del tema, se utiliza como base. Así, el libro llega a desvincularse de este primer paso y se convierte en un terrorífico viaje de confusión bien hilada en el que madre e hija sirven de apoyo pero no son, en realidad, clave.
¿Qué secretos hay aquí dentro? ¿Qué viviste, con qué soñaste? ¿Cómo era la niña que un día se convirtió en esto que ahora se muere? ¿Cómo llegamos a este punto, Mamá?
Una de las cosas que más me ha gustado de Agnus Dei es que, gracias a esa brevedad que ya os he comentado, muestra un excelente dominio del tiempo narrativo y de la tensión. A nivel formal es interesante porque la estructura, el modo en que el libro se distribuye, está destinado a que el ritmo, el tiempo del relato, tengan sentido. Todos esos días, de los que se cuenta poco y se agolpan en tan pocas páginas, son una forma de acelerar el ritmo, que parece no llegar nunca a un final que parece inevitable una vez empiezas a leer. Al mismo tiempo, todo esto contribuye a generar una tensión que es maravillosa para crear, por supuesto, toda esa angustia de la que os hablaba más arriba. Así, tenemos escenas que vienen del pasado, momentos clave de revelación, una narración obsesiva cimentada en la repetición, y toda una serie de aspectos muy trabajados y bien ejecutados. Y así se consigue una novela inteligente y muy, muy válida que combina con habilidad forma y trama.
No quiero contaros más. Creo que Nieves Mories es una de las figuras clave del terror español. También creo que, cuanto más pase el tiempo, más dará que hablar. Así que si yo fuera vosotras, empezaría ya a leerla. Y qué queréis que os diga: hacerlo con este Agnus Dei es una muy buena idea.