Obra finalista de los VI Premios Guillermo de Baskerville, categoría de No ficción
Año: 2019
Editorial: El Transbordador
Género: Biografía
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
De entre los señores lúgubres y extravagantes que comenzaron a dar forma a la literatura de género tal y como la conocemos y amamos hoy en día, hay uno que ocupa un lugar especial en mi corazón —por obra de la adolescente intensita que fui hace casi un par de décadas—: Edgar Allan Poe. Roberto García-Álvarez nos trae, de la mano de Ediciones El Transbordador, una sobria biografía de la pluma bostoniana de la que brotaron «The Raven», «The Fall of the House Usher» o «The Murders of the Rue Morgue».
La leyenda del delirante
Como escribió Cristina Domenech: «La historia es la mayor de las movidas, es un follón, es un caos absoluto […]. Es como si te dicen que hace cuarenta años se montó una pelea en un concierto de diez mil asistentes y ahora intentas descubrir quién empezó la pelea y quién se peleó con quién y cuántas patadas se dieron. Pues así es la historia. Y aunque tengas pruebas y testigos da igual. Aunque encuentres once testigos que digan que la pelea la empezó Pepe Penas, a lo mejor los once son primos de Paco Pupas, y Paco Pupas odia a Pepe Penas porque le robó la bici un día».
Pues en una movida así se mete García-Álvarez al emprender la tarea de separar las mentiras de las medias verdades y de las incógnitas que nunca se resolverán acerca de la existencia de un autor que vivió y murió acompañado de una leyenda negra, rodeado de chismorreos, pero que también demostró sobradamente su capacidad para engañar, manipular y hacerse la víctima.
El caballero pobre
El volumen comienza con una introducción de David Roas titulada «Lo fantástico según Poe», que presupone ciertos conocimientos literarios para comparar y contrastar a Poe como escritor de relato con algunos de sus coetáneos, tales como E. T. A. Hoffmann: Poe escribe con exactitud científica y uno de sus temas predilectos es la muerte, no como suceso discreto, sino como proceso de desintegración. En el proemio, García-Álvarez da algunas pinceladas más acerca de el contexto cultural y artístico en el que Poe se desarrolla como escritor y que estaba destinado a transgredir. Después, comienza la biografía como tal.
Edgar Poe nació el 19 de enero de 1809 en Boston, en el seno de una paupérrima familia de actores, de los cuales su madre tenía talento y su padre, no. Tras la muerte prematura de ambos, cuando Edgar era aún un niño muy pequeño, fue adoptado por Frances y John Allan, de quienes tomó su apellido y que lo educaron como un caballero sureño. Fue durante su segunda infancia y juventud temprana que Poe conoció la abundancia y recibió una educación exquisita; durante el resto de su vida lo perseguiría la pobreza y la miseria, por más éxitos profesionales que cosechase.
John Allan envió a Edgar a la Universidad de Virginia, donde la disciplina brillaba por su ausencia. Allí contrajo deudas legítimas por ser insuficiente la asignación de su padrastro para mantenerse, pero también adquirió deudas de juego; finalmente abandonó sus estudios antes de haberlos completado y se alistó en el ejército, donde ocurrió algo parecido y Poe tuvo que ingeniárselas para abandonarlo sin deshonor. John Allan se negaba a mantener a Edgar, quien a su vez se negaba a ejercer trabajos manuales por considerarse un caballero, pero que a la vez no podía acceder a profesiones bien pagadas por no haber terminado sus estudios. El rifirrafe por el dinero continúa hasta la muerte de John Allan.
Del hambre y el láudano
Es cierto que Edgar Allan Poe se casó con su prima carnal Virginia Clemm, cuando ella tenía tan solo trece años. No era habitual en la época, pero aún así, ocurrió. Vivió el resto de su vida con ella y con su tía-suegra, María Clemm. Lo que no sabremos nunca es qué clase de relación tenían los cónyuges, aunque los testimonios apuntan a que su relación fue siempre casta y platónica; Poe no pareció mostrar jamás interés por el sexo.
En estos años, Edgar Allan Poe trabajó como redactor en múltiples revistas y gacetas: como crítico, ensayista, relatista y, en menor medida, poeta. Tenía mucho ojo para lo sensacionalista, y a la vez era un crítico pendenciero y ácido; tampoco se tomaba nada bien las críticas y calumnias hacia su persona, lo cual no hacía sino atraer atención y lectores —es francamente divertido leer los escarceos del delirante de Baltimore con la posverdad y el sockpuppeting—.
Si bien llegó a ser un autor muy famoso, sobre todo después de la publicación de «The Raven», siempre vivió al borde de la pobreza con Virginia y María Clemm. Es un misterio lo que ocurrió con el poco dinero que ganó escribiendo. Es también en esta época que comienza su problemática relación con el alcohol: él mismo decía que los problemas le habían empujado al alcohol y no a la inversa, y hay constancia de largos periodos en los que se mantenía abstemio. Pero también hay un buen número de testimonios de lo mucho que le afectaba la bebida y el estado lamentable en el que acababa, lo que contrastaba muchísimo con sus impecables modales cuando estaba sobrio.
Esto, unido a sus constantes problemas con el dinero, le hicieron ganarse fama no solo de arrogante, sino de borrachín, drogadicto, gorrón, estafador y ratero; una persona con la que la gente de bien no debiera juntarse, en resumen. Algo que sí se saca en claro de la selección de cartas que hace García-Álvarez es que en cualquier caso era un experimentado manipulador, tanto a la hora de dar sablazos a familiares, amigos y conocidos, como a la hora de chantajear emocionalmente a su suegra y sus amigas. Siempre se vio a sí mismo como una víctima de sus circunstancias: «Creo que Dios me dio una chispa de genio; pero la apagó en la miseria», escribió poco antes de morir.
Delirio de muerte
Virginia Clemm Poe murió de tuberculosis a los veinticuatro años, lo que marcó la creación literaria de Poe (había perdido tanto a su madre como a su esposa) y lo mandó de cabeza al abismo. Comenzó a beber cada vez más y a delirar con virulencia; cortejó a diversas mujeres viudas y aún casadas, pero no consiguió contraer matrimonio de nuevo.
Finalmente, y tras varios días en paradero desconocido—en los que parece que contribuyó sin ser consciente de ello en fraude electoral— apareció en muy mal estado de salud y murió en Baltimore a los cuarenta años de edad. Para colmo de males, su albacea literario terminó por ser uno de sus enemigos jurados. Sin embargo, el tiempo consiguió que llegase a las vidas de su miríada de discípulos, entre los que se incluyen H. P. Lovecraft, Stephen King, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Fyodor Dostoievsky, Gustavo Adolfo Bécquer u Oscar Wilde.
Del arte de la biografía
Esta biografía de Edgar Allan Poe se centra, salvo las páginas introductorias, en los hechos de su vida. El autor tiene que invertir mucho esfuerzo en discernir lo que fue cierto del poeta de lo que eran simples calumnias y chismorreos, y para ello se vuelve a las fuentes originales, sobre todo cartas personales. Emplea su criterio para decidir cuáles son fiables y se refiere a otros autores cuando quiere desmentir algún aspecto que está más o menos aceptado. Si bien García-Álvarez glosa de tanto en tanto algunas de las obras de Poe para ponerlas en relación con los hechos de su vida, no se trata de una biografía literaria, sino de una biografía en el sentido más estricto de la palabra, y mantiene gran sobriedad y seriedad a lo largo de todo el texto.
La recomendaría a quienes ya están familiarizados con la obra del virginiano y quieren saber más acerca de lo mucho o poco que sabemos acerca de la persona.
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