Año: 2017
Editorial: Sportula
Género: Fantasía
Saludos, lector, sois ley
Es un hecho contrastado y muchas veces confirmado: la novela corta está de moda en la literatura en general y en la de género en particular. Y nos encanta. Tanto ha sido así que hemos incluido una categoría de novela corta en los últimos Premios Guillermo de Baskerville. Eran muchas las editoriales que ya venían apostando por este formato, pero creo que no ha sido hasta la irrupción de Cerbero que las demás no se lo han tomado realmente en serio. Sea como fuere, es un tipo de obra muy interesante: transportable, económica y con espacio suficiente para encerrar historias de gran complejidad. Todo esto para anunciaros la obra de la que hablo hoy: Tres ojos de bruja, de Pablo Bueno.
Unos incidentes aparentemente aislados están azotando el Imperio. Los objetivos siempre son posesiones del emperador y las características de los enfrentamientos parecen indicar que hay poderosas brujas implicadas en la sombra. Huele a magia y a conspiración. El inquisidor Adler recibe la misión de investigar estos hechos, dar con la raíz del problema y solucionarlo.
Tres ojos de bruja es una precuela de La piedad del primero, primera novela de Pablo Bueno, y de su continuación, La hora de los desterrados. Tal y como el propio autor se ha encargado de asegurar en el propio prólogo, es una obra que se puede leer de forma independiente a sus dos predecesoras. Y no miente. Pablo Bueno, eso sí, trata al lector como alguien inteligente —¡bravo!— y no se toma ni un momento en ponerse a explicar en qué consiste el universo que ha creado. Las pistas llegan con cuentagotas, llegando a ser casi abrumadoras al principio, pero es muy fácil engancharse a los acontecimientos y seguir la trama. No obstante, me suena que, pese a su carácter independiente, Tres ojos de bruja se disfrutaría más por parte del lector que está ya introducido en el mundo de la La piedad del primero. Es, en cualquier caso, una estupenda introducción.
Aun a riesgo de parecer reiterativo, adoro que este libro no me haya tratado como si hubiera nacido anteayer. Eso me hace valorar el trabajo de worldbuilding que sin duda hay detrás de todos esos nombres y lugares. Sobre todo, todo lo referente a la composición y funcionamiento del Imperio —y la orden de los inquisidores— es rico, variado y creíble. Y, una vez más, intuyo que hasta que se lee La piedad del primero no se llegan a comprender realmente todas las implicaciones de esta saga. ¿He dicho ya que es una buena introducción? Pues sí que ando repetitivo hoy.
Los infinitos campos de Louisant acompañaron a Adler en su viaje hacia el Este. En ocasiones, la calzada conocida como El Camino del Norte mostraba una interminable columnata de pinos que jalonaban sus márgenes hasta perderse a lo lejos. En otros puntos, algunos árboles menos pudorosos ya habían comenzado a dejar caer sus vestimentas, de suerte que la calzada llegaba a parecer una inmensa alfombra marrón.
¿Qué más nos encontramos en Tres ojos de bruja? Por encima de todo, y lo que creo más destacable, es lo equilibrado que resulta. Tiene todos los ingredientes para gustar a los aficionados a la fantasía —clásica— lo que no quita que también pueda resultar atractivo para todo tipo de público. La ambientación bajomedieval y otros elementos reconocibles por todos como las brujas o los inquisidores —son algo así como monjes— lo hacen accesible a cualquier lector ávido de una buena historia que leer en un par de sentadas. Además, las dosis de acción y magia se aplican con mesura; no se trata de un correcalles pimpampum.
Haciendo honor a un apellido nivel legendario
Técnicamente hablando, y siguiendo mi tendencia reiterativa, el equilibrio en Tres ojos de bruja es absoluto. Esta obra no cojea por ninguna parte, nada chirría ni se queda descolgado. Todo está en su sitio de una forma magistral, como si al escribirla su autor hubiera seguido una fórmula ancestral. Y todo es bueno: los diálogos, la narración, los personajes, la acción, el misterio, los giros, la escenografía. Todo está en su sitio. Lo único «malo» es que este tipo de detalles suele pasar desapercibido para los lectores, pues le pasa lo mismo que al bajo en un grupo de música, que solo llama la atención si se equivoca. En este caso, la virtud está en no destacar en nada negativo.
Y es que Pablo Bueno hace honor a su apellido de una forma admirable. Ha construido un libro que funciona como un reloj, todo es bueno y punto. Es hora de ponernos exquisitos. Ya sé que puede parecer una frivolidad quejarme de que todo sea bueno a secas, pero es que, viendo hasta dónde es capaz de llegar el autor y las posibilidades que se abren a partir de la lectura, me gustaría ser transportado algo más allá. Y es que esta novela tampoco tiene nada que me deje boquiabierto. Que no sirva esto de crítica, sino de incentivo al autor para que siga profundizando en sus escritos. Quiero leer algo de Pablo Excelente —risas…—.
—Nadie sabe quiénes son; nadie sabe siquiera cómo ha sucedido, pero la situación empeora por momentos —le dijo Jhaunan en cuanto entró al despacho—. Se están cebando con nuestras tropas de Seléin. ¡Demonios de Gillean, si ya hay voces que incluso piden que se movilice a la legión!
Adler permaneció en pie, pues la estancia era tan austera que ni siquiera había sillas para los invitados; probablemente porque nadie que entrara allí lo era en realidad.
Dejando de lado las peticiones absurdas y las pataditas en los coj aquí tenemos una obra recomendable que me ha dejado inevitablemente con ganas de echarle el guante a La piedad del primero. Si esa era la intención, prueba superada.