Título: Las Eternas
Autora: Victoria Álvarez
Ilustraciones: Alejandra Huerga
Año: 2022 (reedición de la obra publicada en 2012)
Editorial: Nocturna
Género: Fantasía
Venecia, principios del siglo XX. Los Montalbano, un padre y una hija, se asientan en la ciudad ante la juguetería de los hermanos Corsini. La obvia rivalidad se convertirá en mucho más cuando descubramos qué hace de los Montalbano unos jugueteros especiales y qué secreto se encierra en su milagrosamente perfecto trabajo.
Pese a no haber querido desvelar en qué consiste la perfección de dichos juguetes -muñecas, en realidad-, no es muy difícil adivinar por dónde irá la trama de la segunda novela que publicó Victoria Álvarez y que ahora trae Nocturna con una reedición preciosa. Pero no hay que preocuparse, el punto de partida algo evidente es solo uno de los ingredientes de una historia que toma valor cuando seguimos leyendo a la autora.
En ocasiones, al caer en nuestras manos una de las primeras obras publicadas de ciertos creadores, detectamos cosas que hacen de él un libro bueno que se queda a la puertas de lo muy bueno y que delata pistas que ya nos gustaría encontrar siempre. Este es un caso perfecto para eso. Victoria es delicada, logra dar las descripciones justas para que entiendas perfectamente dónde estás sin recurrir a infinitos párrafos llenos de adjetivos innecesarios y, gracias a ello, sus historias hacen que quien las lee desconecte de su entorno y se imbuya en la narración. Le acompañan personajes con caracteres muy marcados, especialmente mujeres, que tienen una personalidad bien dibujada. Pero además lo hace jugando con la ambientación, hablar de Victoria Álvarez es sinónimo de lugares estudiados hasta la saciedad.
Todo eso es lo mejor de la autora, lo demás se aprende. Que el punto de partida no fuera fácilmente descubrible sería solamente la guinda del pastel; y que la historia parezca algo sencilla es hasta bueno. Lo valioso es ese potencial que ya hemos visto desarrollarse en una de las autoras que mejor fantasía escribe del panorama español actual.
El camino a la sutileza
La idea de morir que tienen los jóvenes es errónea: la visten de un romanticismo del que carece. Leen relatos de terror, les gusta estremecerse con la imagen de un bello cadáver acostado en un tálamo cubierto de rosas… Pero no son más que delirios, productos de su imaginación enfebrecida. La muerte es más sucia, más rastrera y más descarnada de lo que piensas.
Victoria Álvarez sabía cosas que yo no sé, su libro está plagado de referencias literarias, en esta ocasión, evidenciadas. Si no la has pillado, ella te la dirá. Quizás resulte algo facilón, no te preocupes porque ahora Victoria Álvarez sabe otra cosa más que yo no sé: meter esas mismas referencias de una forma mucho más sutil para que quien lee la historia no las detecte tan claramente. Dale margen de maniobra, porque lo que en Las Eternas es una buena intención, más adelante se convertirá en algo brillante y mucho menos imperceptible. Fíjate ahora en que están, para luego buscarlas como un juego.
Lograr jugo de una premisa sencilla
Nunca sale a la calle. Simonetta y sus amigas dicen que es un bicho raro. No la han visto comprar ropa ni comida en el mercado.
En esencia no hay tantas historias en el universo, qué hagas con ellas es lo que marca la diferencia y La Eternas es un buen ejemplo. En solamente 300 páginas logra desenmascarar el misterio de la premisa y hacer que la olvides para que te interese cómo va a continuar con ella. Para algo así es vital que sus personajes te interesen, que hayas logrado transmitir lo suficiente para que no estés constantemente pensando en la trama, sino en cómo afectará a esas personas con las que ya has conectado, algo de lo que tienen los culebrones: que te impliques en lo que le sucede a esa gente. Sus protagonistas sufren y tú con ellos. El lector queda atrapado en un lugar donde lo que desea que ocurra de lo justo o razonable no tiene por qué ir de la mano.
Una autora sin miedo
El mundo está lleno de desaprensivos que se aprovechan de estos golpes de suerte para hacerse con los despojos de los muertos. Un diente de oro, una pata de palo…, cualquier cosa sirve. Hasta podrían sacar algún dinero vendiéndola como carne fresca a uno de esos teatros anatómicos.
Y es que aquí reside uno de los puntos fuertes de quien escribe. Siendo una obra de corte juvenil, habiendo salseo -mucho salseo- y estando ante una obra autoconclusiva, alguien podría pensar que el camino que seguirá es el que debe seguir: hacer pasar mal al lector para acabar llevándole a un final seguro. Olvidaos de algo así. No en esta historia, en general, en la obra de la autora. No tiene ningún problema en agarrar tus mayores esperanzas, darte un bocado de felicidad y luego destrozarte el corazón de un mazazo. O ni darte el bocado y conducirte de drama en drama hasta el llanto final; lo que es una maravilla: lees con desconfianza y necesitando realmente seguir con ello porque cualquier cosa es posible, es incómoda y despierta una desconfianza que hace que aumente la intriga.
Los lectores más acostumbrados a historias de perdedores y al grimdark no serán sorprendidos, pero dentro del juvenil nos habíamos acostumbrado -me refiero a las señoras de mediana edad que empezamos con este género hace muchas décadas- a que deben contarnos que el bien siempre triunfa, que el esfuerzo se recompensa. Hay que aprender a ser bueno. Lo cierto es que el mundo no funciona así (y menos debería hacerlo la ficción, donde todo es posible) y cuando un autor de juvenil recupera el espíritu esencial de las fábulas infantiles y muestra su mundo con crueldad es mucho más grato a largo plazo. Con el tiempo hemos aprendido, que los lectores de juvenil también queremos sufrir en las historias y ese es el momento en que Victoria Álvarez se presenta en escena y nos rompe a pedazos con giros truculentos y objetivamente macabros.
La puesta en valor del libro como objeto
Cuántas novedades se presentan cada mes. Cúantas editoriales intentan sobrevivir. Cuánto dinero y espacio tenemos los lectores, incluso las más viciosas del libro como yo misma, para atesorar eternamente los ejemplares. Es evidente que la historia pesa, un mal libro forrado de oro será solamente un mal libro muy brillante y caro. Ahí cobra importancia la selección de los títulos, que encajen con el perfil, pero también que aporten algo más que simplemente otra historia de lugares cuquis. Pero también la presentación formal.
Las Eternas es bonito, precioso, diría. Salpicado de ilustraciones maravillosas que ambientan los escenarios y que en ocasiones son lo esperado pero, en otras, hace que entiendas a qué se refiere exactamente la creadora del relato. Es decir, son bonitas y útiles. Y además está lleno de tonterías de las que nos gustan al tipo de personas que olemos las páginas y sopesamos mucho entre la edición en papel y la digital. El libro tiene varias partes, correctamente indicadas con una hoja en negro (recurso ya utilizado en esta editorial) con una cita literaria. Y además cada capítulo tiene su numeración acompañado de un dibujo que refleja el tema de ese episodio. Si extrajéramos esos pictogramas, podríamos seguir el relato solo con iconos. De nuevo, bonito y útil.
Una droga iniciática
Leed esta obra, especialmente si sois jóvenes o no habéis leído nunca a la autora. En el primer caso os resultará sencilla, llena de sustancia y emocionante. En el segundo tened en cuenta mi promesa: mejora mucho. Con ello no quiero decir que sea floja, sino que vais a poder ser testigos del crecimiento de alguien que trabaja mucho y muy bien y que ya partía de un punto envidiable.
Las Eternas es cruel, buena para desconectar y un buen ejemplo de la esencia que encontraremos en las obras de Victoria Álvarez. Algo así como la primera dosis de una señora con la cabeza llena de historias y lugares de los que hablar.