Título original: The Sleep of Judges
Idioma original: Inglés
Portada: Branca Studio
Año: 2017
Editorial: Orciny Press (2021)
Traducción: Hugo Camacho y Francisco Jota-Pérez
Género: Novela corta y relato (terror/bizarro)
La novela
Una noche, al volver a casa, los Stephenson descubren que les han desvalijado. Roger, el padre de familia, decide alejar a su mujer e hija del hogar violado para fortificarlo contra posibles asaltantes. ¿Lleva las cosas demasiado lejos o puede que él y sus seres queridos estén en verdadero peligro?
La casa ya no era suya; desde el momento en que los ladrones habían abierto la ventana y puesto un pie dentro, había dejado de ser el hogar de la familia. Aunque limpiase a fondo y blindase hasta el último rincón, su mujer y su hija siempre recordarían aquella noche. Cómo a las únicas personas a las que gritó eran aquellas a las que debía proteger.
Esta es la premisa de El sueño de los jueces, novela breve de Jeremy Robert Johnson aderezada con elementos terroríficos, criminales, psicológicos, bizarros e incluso me atrevería a decir que sociales. Como podéis observar, nos encontramos ante una propuesta de un eclectismo la mar de interesante.
Lo primero que hay que saber de esta obra es que funciona en tanto que entretenimiento lúdico. Los amantes del horror comprobarán que Jeremy Robert Johnson hace gala de una prosa inmersiva y sobresale en la creación de atmósferas inquietantes o antagonistas brutales.
Asimismo, El sueño de los jueces se puede leer como una inteligente disertación en la que se exploran, a través de la ficción, las tensiones de la virilidad, lo expuestos que estamos ante la maldad de terceros y los cambios que puede experimentar alguien al sentir que los suyos han sido amenazados.
El mundo necesita más hombres de buen corazón. Sabe Dios que vamos sobrados de machotes imbéciles pavoneándose por ahí.
Otro de los temas que gravitan en torno a estas páginas es la falsa sensación de seguridad que tenemos la mayoría de personas en la actualidad. Creemos que nuestro hogar es inexpugnable, que la policía es infalible, que nuestros barrios están libres de hostilidades, que la comunidad hará piña ante la desgracia pese a que no se vea directamente afectada por ella o que a nuestra familia nunca le sucederá nada; lo cual es, desgraciadamente, una manera de pensar que denota una ingenuidad supina y puede hacernos más vulnerables de lo que de por sí somos.
Sí, se han llevado el portátil.
Lo sé. Lo sé. Es una mierda. Pero estoy convencido de que la mayoría de las fotos y los vídeos están guardados en el disco duro externo. O en la cuenta en la nube que siempre se me olvida cancelar.
No, no tienen ninguno de esos vídeos. Están en la tarjeta de memoria de la cámara. Nunca los pasé al ordenador. Te lo juro.
Las únicas pegas que le pondría a este solvente trabajo serían las siguientes: su segunda mitad pierde fuelle y, a mi parecer, entrega demasiada información (aunque por suerte se sigue guardando, astutamente, muchas explicaciones en la chistera).
Sea como fuere, recomiendo El sueño de los jueces a los amantes del terror que sobrecoge, de lo psicológico con paletadas de turbiedad, de lo refinadamente cruel; recomiendo El sueño de los jueces, en suma, a todo aquel al que guste la literatura que, además de profunda, es extravagante y efectista.
El relato
La traducción al español de esta novela corta es un obsequio de la editorial Orciny Press. En el mismo volumen encontramos «Cuando Susurros sisea», celebrado relato de Jeremy Robert Johnson cuya adaptación cinematográfica ha ganado varios premios. Aviso a navegantes: solo los estómagos más resistentes podrán enfrentarse a semejante historia de horror corporal y erotismo malrollero.
Rápidamente, agarramos el tubo con nuestras manos humanas, nos lo llevamos a la boca y lo lamemos hasta dejarlo limpio. El sabor evoca una vieja memoria sensorial del día en que nos tragamos un bicho en el parque.
Ambos textos exhiben, por cierto, escenas grotescas y el motivo del cuerpo siendo invadido por una entidad externa, pero estas similitudes se antojan complementarias, en vez de repetitivas.
El autor
Solo el tiempo dirá qué clase de sorpresas nos depara la truculenta imaginación de Jeremy Robert Johnson. Por el momento, esperemos que los libros del escritor norteamericano se sigan recuperando para el público español.
Libros que, sin lugar a dudas, conllevan un soplo de aire fresco en lo que a narrativa de género respecta. Mas debemos tener cuidado pues, al inhalar ese aire fresco, corremos el riesgo de tragarnos a un mosquito parasitario capaz de convertirnos en una abominación cronenbergiana. Bien visto, supongo que ese es un riesgo que estamos dispuestos a asumir, siempre y cuando podamos seguir disfrutando de joyas tan diferentes, perturbadoras, creativas y bizarras como Ciudad revientacráneos, El sueño de los jueces o «Cuando Susurros sisea».