Año: 2018
Editorial: Cazador de ratas
Género: Retrofuturismo
Mujeres heroicas en un pasado alternativo
La primera vez que leí a Gloria T. Dauden fue en la antología benéfica Deseo eres tú, que publicó Kelonia hace unos años. Ciento cincuenta palabras que destilaban erotismo, pero también delicadeza y poesía. Años después he podido volver a adentrarme en la prosa de Dauden para comprobar que esa esencia sigue ahí, aun con formatos más largos, con toques oníricos y voces diversas.
Heroicas está compuesto por dos novelettes con muchos puntos en común, pero también con ciertas diferencias que las hacen únicas.
Dos historias, un universo
1684, París. 1875, Qatabán. Occidente y Oriente. Épocas diferentes, civilizaciones distintas. Una mezcla en cierto modo nostálgica que se alimenta del retrofuturismo para darle una nueva dimensión. Efectivamente, Dauden regresa a nuestro pasado y establece una ucronía donde las ciudades pueden elevarse en las alturas y se pueden crear cíborgs mediante una fuente de energía tan sagrada como peligrosa.
En «Heroicas», Luis XIV ha alzado su majestuoso palacio en el aire a costa de las vidas de cientos de personas que trabajaron (y siguen haciéndolo) en su construcción. Un derroche caprichoso mientras el pueblo agoniza, una mancha que debe ser aniquilada.
Pese a su inmenso tamaño, Versalles resultaba claustrofóbica. Era una mole sucia, maloliente, caótica y ruidosa. Las obras continuaban en muchas de las salas. A la magnificencia de las indumentarias de los cortesanos y de los adornos ya acabados, se unía el gris de las vestimentas de los trabajadores y la suciedad que impregnaba muchos de los rincones.
Es en el segundo relato, «La revolución djinn», cuando establecemos la relación con el primero. Qatabán era un antiguo reino establecido en lo que ahora sería Yemen, gobernado por la figura del mukarrib. En la ficción que recrea la autora, Qatabán ha prosperado gracias a la utilización de la energía que dejaron los djinn cuando desaparecieron, hasta el punto de que en unos pocos años logra competir con la tecnología de occidente. Los países europeos les venden máquinas que adaptan para ser utilizadas con vapor-D. Es en este punto cuando entendemos que la ucronía planteada por Dauden en la primera historia ha seguido su evolución del mismo modo que hiciera Aliette de Bodard en su universo de Xuya y que implica a muchas más regiones.
Diría que en «Heroicas» se puede hablar de steampunk en la ambientación, pero con la segunda novelette va más allá, disfrazando el vapor-D como una fuente de energía sagrada proveída por los dioses. Aun así, la presencia fantástica es más bien una crítica al misticismo que envuelve algunas religiones. Esta es una obra englobada sin duda en la ciencia ficción.
Heroicas y revolucionarias
Las dos historias que conforman este bolsilibro hablan de revoluciones, de rebeliones contra el sistema o la figura de poder, pero también de venganzas. Ya no es solo una cuestión de justicia social, hay implicación personal de las protagonistas en sus planes.
La tía de Livia fue sentenciada bajo el mandato del Rey Sol y su familia tuvo que huir a Venecia, donde su tío les enseñó a ella y a su primo Hugo a hacer espejos y juegos de fantasmagorías. Gracias a sus habilidades consiguen colarse en la corte de Versalles para intentar acabar con el rey y todo lo que representa.
En el caso de «La revolución djinn» no es la protagonista, Yawhara, quien intenta vengarse, sino Zubaida, cuya pareja fue asesinada por rebelarse contra la Cúpula Dorada, pero sobre todo por el sufrimiento que a ella misma y a su maltratado cuerpo les han hecho padecer. Yawhara solo está investigando la relación del vapor-D con una serie de extrañas mutaciones y experimentos cuando se ve envuelta en una guerra que acaba siendo también suya.
Efectos colaterales
En el primer relato apenas tenemos más voz que la de Livia, mientras que en el segundo el narrador va cambiando el punto de vista para contarnos los pensamientos de Yawhara o Zubaida. Las tres son muy diferentes entre sí y eso se refleja no solo en sus actos, sino en la forma en que reflexionan sobre ellos y todo lo que ocurre a su alrededor.
Livia duda en muchas ocasiones de su plan, no solo de las posibilidades de éxito, sino de si realmente merece la pena. Ve la muerte de cerca y se pregunta hasta dónde merece la pena llegar, si el coste no es demasiado alto. Estas reflexiones van intercalándose con escenas de acción y breves diálogos, aunque a veces resultan algo repetitivas y le restan fluidez a la narración.
Yawhara, por su parte, se ve obligada a cambiar la concepción del mundo en el que vive y no sabe en quién puede confiar. Debe hacer frente a sus prejuicios y creencias y se siente perdida frente a la decisión de Zubaida, que en todo momento parece muy segura de lo que debe hacer. Aun así, a pesar de su cinismo, también tiene momentos para la compasión con sus compañeros rebeldes.
—Esta es Zubaida—presentó—. Ella lidera nuestra revolución.
Entre lo exótico y lo distópico
Dauden plantea un universo alternativo en el que el poder está corrupto y son los pobres quienes sufren las consecuencias. De acuerdo, quizá no sea algo tan alternativo. De hecho, es costumbre verlo en distopías, pero aquí nos encontramos con una ambientación mucho menos opresiva y oscura. En las descripciones se destaca la belleza de las salas y la magnificencia de los artefactos, con un tono entre nostálgico y exótico. Como si quisiera acentuar que el esplendor y la oscuridad no tienen por qué estar ligados, sino que somos las personas quienes impregnamos las cosas de bondad o maldad, y que es esto lo que las hace más o menos feas a nuestros ojos.
Las dos historias siguen un hilo común: liberar a la población de la tiranía de unos pocos. Sin embargo, «La revolución djinn» va algo más allá. El ser más extensa también le da esta oportunidad, no solo hablar de la contraposición entre tirano y súbditos, sino también de conspiraciones políticas, de religión, de manipulación de información. Es una historia más compleja y más profunda en muchos aspectos y también mejor construida y medida.
Es una lástima que algunos fallos de corrección y maquetación desluzcan un poco lo que constituyen dos historias cortas, fascinantes, intensas y bien llevadas. No faltan erotismo y representación LGTB, además del obvio protagonismo de las mujeres, que en ningún momento denotan estar haciendo algo impropio en ellas. Son fuertes aunque muestren debilidad, compasivas aunque sientan odio, imperfectas aunque sean el foco principal de los relatos. Y diferentes sobre todo, diferentes y llenas de matices. Así como las heroínas que el mundo merece.