Pilar Pedraza Martínez es autora de novela y relato fantástico y ensayo. Doctorada en Historia por la Universidad de Valencia, ejerce como profesora de Cine y ha traducido del latín textos renacentistas y barrocos.
Entre sus obras podemos encontrar las novelas y libros de relatos La fase del rubí (2009, Valdemar), La pequeña pasión (2011, Cátedra), Eros ha muerto (2019, Valdemar), Pánikas (2019, El Transbordador), Arcano trece (2020, Valdemar), Tóxicas (2020, Cazador de Ratas), Nocturnas (2021, Valdemar), y ensayos como El salvaje interior y la mujer barbuda (2019, Alexandra Palenciano Vicente) y Suspiria. Las ministras del mal (2020, Asociación Shangrila Textos Aparte).
Al margen de las modas y mostrando su predilección por temas como la misoginia, el mito de la belleza, la locura y la muerte, el erotismo y el placer sadomasoquista, su relación con el arte y, por supuesto, el cine, su obra mantiene una continuidad, ya sea relato, novela o ensayo, que la convierte en una unidad en sí misma.
Inquietante y siniestra, ya sea en forma de relato o novela, pero siempre cruzando el límite de lo fantástico, Pilar Pedraza nos seduce y nos arroja a un pozo de enajenación, donde lo sobrenatural es real, los muertos caminan y hemos de temer, no sólo a aquello que se oculta a simple vista, sino a la fascinación que puede poseernos con un objeto cotidiano.
Hola, Pilar. Gracias por concedernos un ratito y responder a estas preguntas.
I: ¿Te consideras una autora oscura o esa faceta es un reflejo de algo más?
P: Me considero una autora, una de cuyas facetas es lo fantástico y lo siniestro, pero mi obra es más amplia en cuanto a géneros e influencias. Una de las más interesantes en mi obra, aunque no la más visible es el realismo y naturalismo francés y ruso del siglo XIX. También me considero influida por las vanguardias culturales de los años veinte y especialmente por Sidonie-Gabrielle Colette, pionera del erotismo desde un punto de vista femenino que me ha interesado siempre.
I: Sin duda tus personajes y escenarios destilan cierta oscuridad e inconformismo, ¿qué nos puedes contar de ello?
P: Mis personajes van en busca de su libertad personal sin miedo a caer en el libertinaje sadiano. En este sentido, una moral puritana puede considerarlos oscuros, pero en realidad son figuras radiantes, pertenecientes a lo que podríamos llamar luciferismo, como forma de seguir la luz de la autenticidad del “ángel maldito”.
I: ¿Qué importancia le das al monstruo en tu literatura, a lo bizarro confrontado a la belleza dominante, al freak y la psique girada?
P: Para mí, todo es bello si está producido por la luz, es decir, por el arte auténtico. No distingo esas categorías que se utilizan abusivamente y por culpa de los medios de comunicación de nuestra época y de su incultura.
I: ¿En qué géneros te mueves más cómoda, como lectora y como escritora? ¿Y con cuál/es te sientes a disgusto?
P: Como lectora me siento cómoda con la excelencia, venga de donde venga. Y, como autora, con los buenos resultados que a veces produce el cruce de la inspiración con el trabajo y el conocimiento. Me siento a disgusto con todo lo falso, lo carente de alma y, en resumidas cuentas, con las imposiciones del capitalismo.
I: Cultivas tanto la novela, el relato como el ensayo. ¿Qué te proporciona cada género? ¿Qué crees que aporta al lector? ¿Hay alguna diferencia sustancial entre las temáticas que tratas entre uno y otro?
P: Efectivamente cultivo el ensayo y la ficción, que se replican entre sí; por ejemplo, he escrito abundantemente sobre la figura femenina idealizada por el patriarcado y he fantaseado mucho sobre los ejemplos más interesantes que me ha producido mi propia investigación.
I: Tu bibliografía es larguísima y muy interesante, si tuvieras que recomendarnos dos de ellos, ¿cuáles serían?
P: Como ensayo, Espectra: Descenso a las criptas de la literatura y el cine; como novela, El amante germano (de la Trilogía Las Antiguas); como relato, Mater Tenebrarum.
I: ¿Inspiración o método? ¿Cómo es tu proceso? ¿Y tú como persona y lectora?
P: Soy persona y lectora perteneciente a la cultura ilustrada y romántica. Soy de orden en lo político y lo social y de caos en mis relaciones con el inconsciente y la creación.
I: ¿Qué opinas de la documentación?
P: La documentación es imprescindible no solo para la literatura, sino también para todo arte y, en general, para la creación.
I: El relato sigue mal visto por muchos lectores, pero actualmente hay ciertos vientos de cambio y están publicando y tratando mejor a este género. Si tuvieras que convencer a alguien para que se iniciara en el mundo del relato, ¿qué le dirías?
P: El relato, como hijo del mito, ha sido siempre imprescindible en todas las culturas, tanto literarias como orales. No conozco a ningún buen lector a quien no le guste o le interese un buen relato.
I: ¿Con qué autora iniciarías a un/a profano?
P: Con Colette.
I: Háblanos de tu último libro.
P: Mi último libro, titulado Nocturnas. Historias vampíricas es una colección de relatos fantásticos de raíz clásica e intención moderna. He procurado en ellos verter el máximo de conocimientos sobre moldes sencillos, de un castellano que puede prescindir de términos anglosajones, pero no de la sutileza de la cultura francesa, a la que admiro profundamente. Espero que cualquier lector que no haya perdido el placer fundamental y único de la lectura, sin por ello abandonar las artes audiovisuales, pueda disfrutar con mi libro como con la compañía de un amigo fiel.
P: Sí, entre manos tengo muchas cosas. Las principales, y más a corto plazo, son un ensayo de corte feminista sobre las mujeres de la Revolución Francesa y una reedición actualizada de Brujas, sapos y aquelarres, un estudio sobre la figura de la bruja en el arte y la cultura occidental. También estoy trabajando sobre una serie fantástica, que me está poniendo en relación profunda con lo vampírico. A más largo plazo, vislumbro en el horizonte de mi trabajo una obra sobre la Llorona, fantasma poco conocido entre nosotros, pero muy importante en la cultura hispanoamericana y latina.
I: Muchas gracias por habernos regalado este ratito. ¡Nos leemos!