Guillem López: El último sueño

Año: 2018
Editorial: Minotauro
Género: Novela (Fantasía industrial)

La polilla revolotea de nuevo

Máxima expectación ante la primera incursión de Guillem López —uno de los grandes nombres de la literatura de género de nuestro país— en el mundo editorial normie. Después de recorrer un largo camino de la mano de editoriales más o menos independientes como el Grupo AJEC, Aristas Martínez o Valdemar, Guillem ha fichado por Minotauro, el sello dedicado a la narrativa fantástica de Planeta, todo un salto pero también un importante reto. ¿Podrá el controvertido autor de la críptica Arañas de Marte, de la experimental Challenger y de la rutilante La polilla en la casa de humo adaptar su endiablada imaginación y su tendencia a romper con las normas establecidas al mercado editorial más convencional? ¿Será capaz de encandilar al público más generalista de la misma manera que ha hecho siempre con los fans que lo siguen de forma incondicional? La respuesta, como suele pasar, al final de la reseña.

Desde Charles Dickens a Peter Pan

Tal como el mismo autor explicó en la entrevista exclusiva publicada por Libros ProhibidosEl último sueño es una novela con estructura de bestseller, es decir, con una línea argumental convencional y un estilo narrativo con poco lugar para la experimentación. En resumen, un estilo alejado del que hasta ahora nos tenía acostumbrados. Y ese es el primer «pero» de la obra. En su última novela, Guillem Lopez nos lo pone todo más fácil. Habituados a desentrañar los enigmas más crípticos y a lidiar con las estructuras más caóticas, sus incondicionales puede que se sientan algo decepcionados ante una historia tan transparente. Pero no adelantemos acontecimientos. Vamos primero con el argumento.

La narración arranca con la huída de la protagonista, Kemi, del barrio rico (el zigurat), donde, al parecer, estaba prisionera, para internarse en las sucias y peligrosas calles de Ciudad Paraíso. Tiene una misión que cumplir y necesita ayuda para conseguirlo. Su primer contacto con el submundo lo hará de la mano de una de las muchas bandas de pandilleros que hay en la ciudad, Los Marginados. Allí conocerá a los que, a partir de entonces, serán sus compañeros de aventuras: Burr, Zaid, Yiel y, sobre todo, Adaxas. Poco a poco se irá desvelando la razón por la que Kemi ha iniciado esa huída que no parece tener final y que no revelaremos en esta reseña para no caer en el spoiler. Aquí nos encontramos con la gran baza de la novela. Guillem López dosifica la información de una forma realmente prodigiosa. Con el pulso firme de un relojero, es capaz de generar suspense durante toda la narración, ofreciendo la cantidad justa de datos para mantenernos informados sin que en ningún momento decaiga el interés.

Ascendieron hasta la cima y Nimbará descubrió que aquel volcán de chapa no era tal. En realidad, le recordó a un fruto exótico abierto por la mitad, con extraña formas espiraladas y diseños. Dispuestas en siete bañeras en forma de semilla, dormían las Kas. Seis de ellas no eran más que cadáveres momificados de lo que algún día debió ser una hermosa mujer de extraña fisonomía.

El último sueño es una fantasía industrial que se desarrolla en el mismo mundo que aparecía en La polilla en la casa de humo. Es una novela urbana, con su inevitable dosis de crítica social incluida, y con toques de subgéneros tan de moda últimamente como el steampunk o el greenpunk. Pero si quitamos todas estas rimbombantes etiquetas, nos encontramos sencillamente con una novela de aventuras de corte clásico, protagonizada por una pandilla de jóvenes marginados que, con la sola ayuda de su voluntad inquebrantable (y de un poco de magia), tratan de derrocar el poder establecido. No resulta difícil reconocer entre sus páginas a los niños de cara sucia y ojos ardientes descritos por Charles Dickens en Oliver Twist. También vemos muchos paralelismos con la tribu de los Niños Perdidos de Peter Pan o con los jóvenes aventureros que protagonizaban las epopeyas juveniles de Julio Verne. No se trata, sin embargo, de una novela de corte juvenil. Aunque pueda resultar atractiva para los más jóvenes, la trascendencia del tema y la violencia de algunas de sus escenas (e, incluso, el sexo, aunque de forma muy puntual) la sitúan claramente en el género adulto.

Falla la acción, gana la intriga

De nuevo nos encontramos con la mítica estructura del viaje del héroe; una estructura clásica, sin duda, pero enriquecida con toques muy actuales, como, por ejemplo, la elección de un protagonista transgénero (a mi juicio, uno de los grandes aciertos de la obra).

La chica miró a Zaid y se acercó a la fina rendija de claridad diurna. Un sable de luz dio un tajo a su rostro y la cegó. La ciudad ocultaba el día tras un cielo plomizo, viciado e infecto y los adoquines parecían granito salpicado de brea. (…) Kemi se estremeció, no tanto por la gélida estampa del barrio portuario tan ajeno al color y al calor sino por el personaje que esperaba justo al otro lado de la calle.

Vamos ahora con el segundo «pero»: la trama. Ya hemos dicho que la estructura de El último sueño es lineal, pero, al tratarse de una novela larga, resulta, en ocasiones, algo repetitiva. Hay momentos, sobre todo en la parte central, en los que las batallas y las persecuciones son tantas y tan parecidas entre sí que se pierde un poco el interés por la historia. Los personajes principales, además, apenas evolucionan. No se entienden muy bien sus motivaciones y las relaciones entre ellos son algo superficiales.

Por el contrario, las escenas de intriga palaciega me han parecido mucho más interesantes y bien resueltas. Los villanos de la historia, Nimbará y Kébemon, son personajes muy bien construidos y sus idas y venidas le confieren un gran interés añadido a la historia. A pesar de tratarse de personajes arquetípicos —el hombre de estado, el sacerdote— descolocan constantemente al lector con unos giros argumentales que, si bien pueden resultar sorprendentes, en ningún momento resultan inverosímiles, sino todo lo contrario, creíbles y perfectamente integrados en la trama de la novela. A destacar, la ambigua relación entre Nimbará y su sobrina, Salma, una relación extraña con final inesperado.

Contestando a las preguntas que hemos formulado al principio, diremos que en El último sueño vamos a encontrar a un Guillem López diferente y que, por lo tanto, es posible que defraude a algunos de sus seguidores de toda la vida. Su sello personal, sin embargo, sigue estando presente en cada una de sus páginas, aunque con una vestidura más convencional y apta para todos los públicos. Es, sin duda alguna, una buena tarjeta de presentación para un nuevo tipo de lector, menos dado a la experimentación pero lector al fin y al cabo, lo que siempre es una buena noticia para un autor, sea del género que sea.

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