Año: 2018
Editorial: Huso
Género: Novela (Ciencia ficción)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
El arte de tejer ucronías
Hoy me enorgullezco en traer una de las mejores ideas que he visto plasmadas en un libro por un escritor español en mucho tiempo. Así lo digo y me quedo tan ancho. El autor es un viejo conocido de esta web, ya que lo hemos visto en solitario en Fracasamos al soñar, y acompañado de otros autores en la antología El futuro es bosque. Se trata de Dioni Arroyo y su última novela, Cuando se extinga la luz, la cual me dispongo a diseccionar.
¿Cómo sería nuestro mundo dirigido por mujeres?
¿Y si la revolución rusa hubiera sido internacional y la máquina diferencial hubiera fracasado?
Cerremos los ojos para ver nuestra sociedad dominada por máquinas de vapor, autómatas y dirigibles, una sociedad en la que Milena, antropóloga militar, recibirá la misión más importante de su vida: trabajar con un misterioso pueblo nunca antes contactado.
Tal y como puede verse en la sinopsis —y también en el buen prólogo de Daína Chaviano—, Cuando se extinga la luz se basa en un mundo alternativo, una distopía en la que la revolución menchevique —la anterior a la bolchevique— tuvo un éxito, no ya solo en Rusia, sino a nivel global. Esto tiene efecto en todos los ámbitos, destacando el económico, claro, pero también en otros menos obvios como el energético, pues la materia prima sigue siendo el carbón y la tecnología predominante es la del vapor. Y políticamente, más allá de significar un triunfo del comunismo en el mundo —lo que no es poco cambio con respecto a hoy en día— trae consigo algo bastante más impactante todavía: esta sociedad está gobernada en exclusiva por mujeres. Este worldbuilding tan rompedor es el escenario en el que se desenvuelve Cuando se extinga la luz.
A partir de semejante planteamiento caben infinidad de interpretaciones. Si a esto le sumamos que, además, las protagonistas tienen que entrar en contacto con otra sociedad en un estado evolutivo mucho más primitivo, pero que también sigue una estructura matriarcal, es para que le estalle a uno la cabeza. Parece que la principal tarea que se autoimpone el autor con estas importantes variaciones es hacer reflexionar al lector sobre cuáles son los verdaderos problemas de nuestra sociedad. Si el fallo es nuestra naturaleza humana después de todo, o si lo que ocurre es que no hay futuro para nosotros si no alcanzamos una sociedad justa, equitativa e igualitaria —ya que en el mundo de Cuando se extinga la luz las mujeres son consideradas superiores a los hombres de la forma en que se han venido considerando superiores a los hombres a lo largo de la historia—. Da que pensar, y creo que es lo mejor que puede hacer un libro de ciencia ficción.
Ocurre que el libro no va de esto. Quiero decir, el worldbuilding cumple la única función de servir de escenario, pero su protagonismo no pasa más allá de la primera parte, donde se explica todo y ya. En realidad, la trama principal nos lleva a un viaje que hacen las protagonistas a ese poblado menos evolucionado que mencionásemos antes. Aquí tiene lugar la mayor parte de la acción y hay más elementos de ciencia ficción —incluso de fantasía—. Y también es interesante, pero no explota el tremendo potencial de esta ucronía. Ojo, yo no digo que esto sea un fallo, ya que es el autor quien decide de qué elementos se debe servir para armar su historia, y que si lo ha creado él, es él quien tiene la autoridad sobre la misma; pero, personalmente, me he quedado con las ganas de saber más de esta sociedad semimecanizada y ultracontaminada que apenas se llega a conocer en superficie. Bajo mi punto de vista, hubiera sido más interesante y más original una historia sumergida de lleno en los recovecos de esta ucronía tan fascinante; estoy convencido de que resultaría de mayor interés para los lectores. De nuevo, no estoy restando valor a la trama principal, aunque es más que posible que el historiador impertinente que llevo dentro me esté traicionando.
Milena se esforzó por contener las lágrimas, quería impedir a toda costa que los vecinos se percataran del alto nivel de dependencia de la señora Helena; sería cuestión de días que las autoridades le abriesen un expediente de eliminación. Las «medidas higiénicas», como se llamaban a las prácticas relativas a la eutanasia, eran una tradición apoyada por toda la sociedad, y no podría alegar sus vínculos sentimentales. Su rango militar le desaconsejaba mostrarse débil; nadie debía conocer el cariño que las unía.
Más allá de la genial idea de la que parte esta novela, no hay mucho más que contar —sin incurrir en spoilers, quiero decir—. Se trata de una historia de aventuras, con misterio y sucesos extraños que encantará a los amantes de las historias de ciencia ficción más clásica, más aventurera y más pulp. Aparte de eso, sí hay algo que tengo que comentar con respecto al texto y que en mi opinión lo desluce, y es que este está sembrado de adjetivos antepuestos que no aportan nada a la narración; es más, la entorpecen en gran medida. Y es una pena, ya que el ritmo del libro es idóneo para la historia que se cuenta.
Amantes de la ciencia ficción social, de la historia y las ucronías, aquí tenéis este experimento de la mano de un autor experimentado en estas lides. Se merece que le echéis un ojo.
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Foto: Ishan. Unsplash