Obras finalista de los Premios Guillermo de Baskerville 2017
Año: 2016
Editorial: Ediciones Paralelo
Género: Novela
Valoración: Recomendable
El placer de lo desagradable
Si midiéramos cuánto nos gustan los libros por el porcentaje de sentimientos placenteros que nos generan, Augurio estaría de entre los peor valorados de esta web. Por suerte, en Libros Prohibidos nos va la marcha más que a un alto cargo un sobre en B, así que, a pesar de que ha sido una lectura que no puedo decir que haya disfrutado (en el sentido más literal de la palabra), vengo a recomendárosla con todas mis ganas.
Augurio nos ofrece una ventana por la que asomarnos durante unas horas a la vida de Ingrid y Silvia, madre e hija, unidas genéticamente pero separadas por un abismo insondable de incomprensión mutua. Ingrid, atrapada en un matrimonio insulso e insalvable, con una hija que la odia y a la que no soporta, se esfuerza en maquillar su realidad a base de psicofármacos, un voluntariado que le permite cerciorarse del dolor ajeno y un amante cuya inesperada muerte la obligará a enfrentarse a sí misma y a su propia infelicidad. Silvia, por su parte, trata de acallar el amor que siente por su mejor amiga, disimulándolo a base de drogas sintéticas y sexo con desconocidos, sin ser todavía consciente, en su tierna juventud, de lo infeliz que es.
La esperanza de que la felicidad rondaba cerca se parecía bastante a la felicidad.
Como os comentaba, se trata de una lectura que se podría calificar de desagradable, ardua incluso. Y esto es así, en primer lugar, por el contenido; aquello que se nos cuenta. David Aceituno ha creado una representación perfecta de la depresión; una historia a la que no se le ve un final feliz posible; unos personajes a los que sabemos que no les va a ir bien en ninguno de los casos. El pozo en el que están sumidos los personajes, en especial Ingrid, es tan real que nos atrapa con su propia gravedad y se vuelve contagioso. Definitivamente, no es un libro para leer en un momento de bajón. No obstante, también se crea en el lector una especie de Schadenfreude: un discreto placer ante la desgracia de la que se está siendo testigo. No sé si es porque los personajes tienen un punto odioso que hace que nos alegremos de su mala fortuna, o si se trata de puro morbo ante la desgracia ajena. Pero contribuye a mantener el interés, y hace que, de alguna manera, lo desagradable se torne placentero.
Siempre puedes hundirte un poco más. ¿Sabes lo que significa en realidad la expresión «tocar fondo»? Significa que uno toma la decisión de levantarse y caminar, pero siempre puedes hundirte un poco más.
Augurio no solo es una lectura ardua por el contenido, sino también por la forma. Esto, lejos de constituir un obstáculo para la calidad de la obra, obedece a los propósitos del autor. La narración de David Aceituno es a veces densa, a veces críptica. Sospecho que esto es aposta, para que no sea un libro que te leas de un tirón, sino que lo tengas que trabajar, que en ocasiones te cueste descifrarlo —como le cuesta a Ingrid descifrar su propia vida— para que el fondo filosófico de lo que se dice no te pase desapercibido. Augurio tampoco sigue el esquema tradicional de planteamiento, nudo y desenlace. Más bien habría que hablar de nudo, nudo y nudo. Se nos lanza de lleno a una situación con la desgracia en todo su auge, y no se nos muestra la salida. Esto también tiene su razón de ser, y es que así la foto de familia que Aceituno construye se nos ofrece sin filtros ni Photoshop, sin falsos finales hollywoodienses. Por último, la lectura también se hace difícil por los saltos temporales constantes, que no quedan ordenados del todo hasta el último capítulo. No es un desorden que cree confusión en el lector, pero sí contribuye a la sensación generalizada de desesperanza. En el fondo, ¿qué más da cuándo haya ocurrido esto o aquello, si la infelicidad sigue ahí?
La maternidad insoportable y otras verdades dolorosas
Una de las cosas que más me han fascinado de esta obra es el retrato tan certero que hace de la feminidad. De habérseme preguntado, jamás hubiera adivinado que ha sido escrita por un hombre. En una época en la que tanto se está hablando (por fin) de los micromachismos y de la visión que la sociedad impone de la feminidad, no puedo dejar de alegrarme por haberme encontrado una representación de la mujer con tanta verdad. Y ojo, que no se trata de una verdad de color de rosa. Pero no por ser dolorosa es menos verdad. Una muestra de esto es el tratamiento de una experiencia que se nos ha negado hasta ahora: el de la maternidad insoportable. Sí, se puede ser mujer y que los hijos no sean el centro de tu vida. Puede darse el caso, por mucho que cueste escucharlo, de que odies a tus hijos, y no por ello serás menos mujer.
David Aceituno, además de poeta, es filósofo, y se nota. En Augurio los ejes de la historia los proporcionan los grandes temas de la humanidad: el amor, la muerte y el sentido de la vida. Los personajes principales, el gran acierto de la obra, nos permiten ahondar en las obsesiones de la psique humana a través de las suyas propias. La muerte es omnipresente y multiforme a lo largo de la obra: amenaza constante y realidad aplastante. El amor, el contrapunto; un ideal inalcanzable tanto para Ingrid como para Silvia. Y entre medias, el indescifrable sentido de la vida: ¿qué hago aquí, si no puedo amar? Si no puedo amar, ¿para qué quedarme?
—¿Preferirías morirte tú primero?
—Por supuesto que no.
—¿Preferirías morirte tú primero?
—Por supuesto que sí.
Quizá el único punto débil de Augurio sean los diálogos, que a menudo tienen demasiada carga poética o filosófica y se alejan de cómo hablan las personas en el mundo real. No obstante, esto tampoco supone un obstáculo para el disfrute de la obra, pues, aun sin resultar del todo verosímiles, sí consiguen transmitir el mensaje sin que este pierda ni un ápice de su fuerza.