Año: 2019
Editorial: El Transbordador
Género: Novela (fantasía/terror)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
El laberinto de los ritos salvajes
Hoy traigo una gran noticia: Daniel Pérez Navarro vuelve a casa. El ganador del Premio Guillermo de Baskerville 2017 a la mejor novela corta por Los príncipes de madera, y finalista en la edición de 2018 a la mejor novela por Fafner, regresa con nuevo título: Ritos salvajes. Y aquí esto es motivo de celebración por todo lo alto.
Karen, escritora danesa de libros juveniles a la que llaman «la Rowling del Norte», se recluye en el faro de un islote abandonado al que solo se puede llegar en helicóptero. Hasta allí viaja Daneel, su traductor y amante, con la intención de hacerla regresar. Lo que ocurre entonces combina, en una trama surrealista y adictiva, el gótico más descarnado y la crudeza del rito más inimaginable.
Un hombre despierta dentro de un zoológico. Su nuevo nombre es Kuni y, desde ese momento, es una más de las violentas atracciones del recinto. Este perverso punto de partida sólo es la primera caída de una montaña rusa imposible, monstruosa y visceral, en la que se suceden ceremonias cada vez más extremas.
Los dos despliegues narrativos previos confluyen finalmente con algunos personajes que parecen traídos al mundo con el único propósito de impulsar la violencia. Una persecución asfixiante y extraña a través de diferentes universos en los que no cesa de expandirse el horror.
En el pasado Festival Celsius, comentaba con la editora de El Transbordador lo que ocurre cuando un lector se adentra por primera vez en un libro de este autor. Al principio podría parecer que se trata de experimentos indecisos más propios de un principiante, pero a medida que uno se va adentrando en el relato, descubre que cada baldosa de ese laberinto está ahí por un motivo. Daniel Pérez Navarro sabe lo que hace; no prueba, no coloca los elementos ahí para ver si consigue el efecto deseado. No juega a los dados. Tiene una intención, conoce sus armas, y las utiliza con precisión para conseguir lo que se propone.
¿Y qué se propone? Para empezar, obliga al lector a tomarse en serio el libro que tiene entre las manos, a poner los cinco sentidos en cada párrafo. Aquí si te vas un momento te quedas fuera por completo. Y es fácil perderse porque Ritos salvajes no sigue un hilo definido, sino que está construido alrededor de cambios de niveles, de información que parece estar contradiciéndose continuamente, de pistas falsas, de una suerte de trampantojos narrativos cuidadosamente seleccionados. Una audacia estructural que frustrará a los lectores más comodones y/o mojigatos, pero que recompensará a quienes se adentren hasta el final.
Esta estructura rota, desordenada, a la que hago referencia, obedece a una de las señas de identidad del autor. Si bien en Los príncipes de madera la composición imitaba a una pieza de música clásica, y en Fafner mezclaba presente con pasado —en algo remotamente parecido a una ópera, con sus interludios y todo—, en Ritos salvajes vuelve a presentar una morfología extraña, en tres actos —Inextinguible, Zoo y Bestiario— que parecen completamente independientes entre sí, pero que poco a poco van mostrando sus puntos de unión. También encontramos aquí referencias musicales y quién sabe si Daniel Pérez Navarro está ocultando algo que se nos escapa. Convencido estoy de que así es.
—Mi enciclopedia de jazz. Revisaremos la biografía de Coltrane.
—Me da lo mismo lo que diga su enciclopedia. Si todos en Endeligt creen que Sun Ship es una composición al estilo de Sonrisas y Lágrimas, están equivocados.
—Es que Sonrisas y Lágrimas es de Coltrane.
—Lo que me faltaba por oír.
Las referencias musicales no son las únicas que podemos encontrar entre las páginas de Ritos salvajes. Tenemos cultura pop —con la película Interestelar, por ejemplo— y mucha literatura, como no podría ser de otra forma: Solaris, Julio Verne, J. K. Rowling… Estas boyas, que aparecen sobre todo al principio, sirven para darle un poquito de aire al lector, para que no se pierda tanto, porque el halo místico y misterioso de la obra está ahí desde la primera página, listo para saltar y cubrir con su manto. Esto es una jungla.
Casi género bizarro
El ritmo incontenible de la prosa de Daniel Pérez Navarro, además de ese efecto envolvente y misterioso, hace más reales y plausibles los hechos. Y bueno, algunas de las cosas que ocurren son propias de Weird Tales o, directamente, del género bizarro. No es por ganas y me encantaría, pero no puedo desvelar nada porque es un libro muy espoileable; vais a tener que ser vosotros quienes comprobéis hasta dónde es capaz de llegar Ritos salvajes. Ya os voy adelantando que es una ida de olla muy compleja y difícil de interpretar, sembrada de significados ocultos a la espera de ser descubiertos.
El dolor. El dolor de Daneel. Un dolor diferente de todos los dolores que Daneel haya podido imaginar. Un dolor intenso. Una extracción. Un placer también, muy escondido. El placer escondido de Daneel. Y una destrucción. Un dolor que es un arrancamiento.
Solo puedo desvelar —y me arriesgo a contar más de la cuenta con ello—, que en esta obra se remarca la idea del renacimiento y de la importancia que la muerte tiene para el surgimiento de la vida. Un ciclo necesario, pero no por ello menos crudo, despiadado. Salvaje. Y, bueno, también anda por aquí suelto el siempre bienvenido uso de la literatura como conductor de la crítica social, por supuesto.
En fin, Ritos salvajes: una obra compleja, enrevesada, alegórica, bestia, que disfrutarás si estás dispuesto a dejar que te pase por encima y te arrastre tierra adentro. Una buena piedra de toque para saber de qué estás hecho como lector.
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Fotos: Mark Barasab. Unsplash
