China Miéville: Buscando a Jake y otros relatos

Buscando a Jake, Libros Prohibidos

Título original: Looking for Jake
Idioma original:
inglés
Año: 
2005
Editorial: La máquina que hace Ping
Traducción: María Pilar San Román, Silvia Schettin, Arrate Hidalgo, Cristina Jurado, Marcelo Cohen y Cristian Arenós Rebolledo. 
Género:
 Relatos (fantasía)

China Miéville es un reputado escritor de ficción, abanderado del New Weird y también conocido por su activismo político, cuyas obras más reconocibles se encuadran en la trilogía del universo de Bas-Lag (La estación de la calle Perdido, La cicatriz y El consejo de hierro), o en novelas posteriores en el tiempo como La ciudad y la ciudad o Los últimos días en Nueva París. Ha ganado varias veces el premio Arthur C. Clarke, así como los premios Locus a la mejor obra de fantasía.

Sin embargo, en Buscando a Jake y otros relatos encontramos una colección de textos tempranos, la mayoría de ellos ya editados previamente en diversas revistas o antologías colectivas y que, por tanto, conforman parte de la producción temprana del autor.

Buscando a Miéviille

China Miéville, Libros prohibidosResulta imprescindible leer el prólogo de Cristina Jurado (una de las voces más reconocibles dentro del panorama de lo fantástico en España) a la edición española de Buscando a Jake para contextualizar el conjunto de relatos que la componen. Además de una breve biografía, Jurado nos arroja, en apenas seis páginas, varias de las claves acerca de lo que vamos a leer a continuación. Así, pese a la heterogeneidad de los textos reunidos en la antología, podemos identificar algunos elementos comunes. En palabras de Cristina Jurado «la irrupción de Miéville […] es un elemento importante en el advenimiento del New Weird: una vanguardia no realista que recogía las ideas y la energía creativa del pulp, de la novela gótica, del simbolismo, del realismo mágico, del horror lovecraftiano, de la nueva ola británica de los 60, del surrealismo, el dadaísmo, de la hibridación de géneros, y de la experimentación». Todo eso y mucho más es lo que podemos encontrar en Buscando a Jake.

Una extraña antología

Buscando a Jake es una colección extraña. Lo es por la imposibilidad de hallar un hilo conductor que reúna conceptualmente a los relatos que la componen, y también por la variedad de formas, contenidos argumentales y recursos estéticos que articulan cada uno de los textos. Así por ejemplo, encontramos el indescifrable comic «Rumbo al frente», la novela corta «El azogue», plagada de simbolismos y elementos poéticos, o los «Informes sobre diversos sucesos acaecidos en Londres», escritos con la neutralidad y falta de adorno propia de un periodista de investigación. Lo cual resulta comprensible, en la medida en que hablamos de textos tempranos y escritos además en distintos momentos temporales. Sin embargo, en todos ellos se trasluce una fuerza imponente, esa sensación lovecraftiana de que hay algo aguardando, escondido en el texto, que no se muestra del todo. En todos ellos se sugiere más de lo que se nombra, lo cual genera una sensación que, sin llegar al horror sobrenatural, provoca inquietud.

Algunos textos, como «Acaba con el hambre» o «Noche de paz» transiten de manera clara un sólido planteamiento político de izquierdas, y en otros, como «El parque de bolas», dicho planteamiento se encuentra más velado:

Al momento estaba de pie, escrutando la oscuridad del parque de bolas a través del cristal. Plof-plaf, se oyó de nuevo. Tardé varios segundos en moverme, pero por fin me acerqué a la cristalera con la linterna levantada. […] Bajé el haz hacia las bolas que se movían, y justo antes de que la luz las alcanzara, cuando todavía estaban sumidas en la oscuridad, temblaron y se deslizaron apartándose unas de otras para abrir una minúscula senda. Como si algo se estuviese abriendo paso por debajo de ellas.

Pese a esa variedad de estilos y de contenidos, cada uno de los relatos contenidos en Buscando a Jake merecen la pena por sí mismos. Todos tienen algo que decirnos, algún elemento que nos perturba o que nos hace reflexionar.

Los más destacados (o los que más me han llamado la atención), quizás sean «Familiar» y «Jack».New Weird, Libros Prohibidos

El primero recuerda muchísimo a Kafka, por la manera de introducir lo extraño y lo grotesco en el ámbito de la cotidianidad. El familiar es un sujeto compuesto a partir de retales y desperdicios, aparentemente inmortal, nacido de las entrañas de un brujo que se ve forzado a practicar magia negra para sobrevivir.  En el relato se reflejan también las dinámicas de poder capitalistas y la desigualdad social, e incorpora, por la manera de definir los cuerpos y la identidad, elementos de la cultura posmoderna que se podrían atribuir a autores como Nancy o Blanchot.

«Jack» también incorpora esa percepción de los cuerpos como piezas o engranajes, construidos a partir de retales, pero incide mucho más en las dinámicas de poder y en la condición social de las clases populares. A través de un narrador del que al comienzo no sabemos nada, vamos descubriendo las acciones de Jack, una especie de Robin Hood moderno, contra el poder establecido, y su fatídico final. En tono pesimista, aborda la desproporción entre las estructuras de control y el margen de acción del individuo, así como la manera en que los mecanismos de poder pueden manipular y guiar a las masas incluso contra sí mismas.

No, yo nunca lo vi, pero es algo que escuchas, todo el tiempo. La gente podía verlo en los tejados, sacudiendo sus reconstrucciones para que la gente supiera que era él. Detrás de él, escuadrones de la milicia. Cayendo, persiguiendo, cayendo, más saliendo de los áticos, de las escaleras, de todas partes, portando sus máscaras, apuntando con las armas, disparándolas, y Jack saltando por encima de las chimeneas y lanzándose desde las buhardillas, dejándolas atrás. Algunos dicen que se reía.

«Buscando a Jake», texto que da nombre a la antología, es otro de los relatos más perturbadores y enigmáticos, asentado en la ductilidad de un Londres cuyas estructuras arquitectónicas mutan y se desplazan. En general, y como decía más arriba, todos los relatos tienen valor propio, y si podemos hablar de un hilo conductor de la colección, sería precisamente ese: el valor intrínseco de cada uno de los textos.

Imagino que para un lector que haya leído alguna de sus obras más importantes, el atractivo de Buscando a Jake y otros relatos dependerá de cuánto haya disfrutado de sus obras más reconocidas. En mi caso, y para los lectores que busquen un primer acercamiento a la obra de Miéville, se trata de una lectura imprescindible.

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