Título original: The fun of it. Random records of my own flying and of women aviation
Idioma original: Inglés
Título completo: Por el placer de hacerlo. Notas sobre mis vuelos y las mujeres en la aviación
Año: 1932
Editorial: Macadán (2016)
Traducción: I. M. Gálvez
Género: Autobiografía
Valoración: Está bien
Cuando la meta no es suficiente
Y volvemos con un nuevo libro de la editorial Macadán, la misma que se ha especializado en el mundo del motor y que hace de la edición de cada una de sus obras una maravilla, como ya venimos anunciando en otros títulos. Hoy le toca el turno a Por el placer de hacerlo, obra autobiográfica de la mítica aviadora estadounidense Amelia Earhart (Atchinson, EEUU, 1897 – Pacífico Sur, 1937).
¿Que quién fue Amelia Earhart? Pues fue pionera de la aviación en los complicados años veinte del siglo pasado, cuando más peligroso era subirse a un avión. La escasa seguridad que ofrecían entonces estas máquinas convertían a los aviadores en auténticos aventureros. Pero Amelia Earhart, además, debía sumar a las dificultades su condición de mujer, por entonces bastante más apartadas que hoy en día. Y entre otras muchas proezas, fue la primera dama (y segundo ser humano) que cruzó en solitario el Océano Atlántico.
«Hablando de accidentes. Quiero aclarar que a menudo las mujeres son penalizadas públicamente al mínimo contratiempo. Cualquier atención desproporcionada que reciben cuando rompen alguna marca, se ve ensombrecida por los titulares sensacionalistas que les dedican cuando hay algún percance. Probablemente la consecuencia más lamentable es que tal énfasis a veces afecta de manera directa a la hora de encontrar trabajo en el sector aeronáutico».
Feminismo de altos vuelos
No me entiendan mal, Por el placer de hacerlo no es un libro feminista al uso. Al menos no fue escrito con esa intención. Pero lo es, y mucho además. No se alinea con ninguna ideología ni filosofía. La autora tampoco busca que el lector vea las cosas del mismo modo que ella. Solo defiende que una mujer pueda tener la misma actividad que un hombre solamente por el placer de hacerlo. Si es que el título le viene que ni pintado.
La obra empieza hablando de los primeros contactos de la autora con la aviación, ya en su propia niñez. A través de sus páginas vemos cómo le va picando el gusanillo de los cacharros voladores y cómo se va fraguando un mito. Pronto vemos que se trata de una obra anacrónica. Amelia, al igual que no actuaba de la forma que se esperaba en una joven de su época, tampoco se expresaba como una «chica buena». Parece una mujer de nuestro tiempo, y en cierto modo era.
«La tradición no es menos molesta que la moda. De la época en la que se asumía que las chicas no eran capaces de hacer nada, viene la lógica actual de ser cuestionadas siempre que intentamos cosas nuevas o diferentes. Que las mujeres no estamos capacitadas para hacer aquello que hacen los hombres está por ver».
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«Una vez en casa, niños y niñas continúan por lo general con las actividades que la tradición ha decretado para cada cual. Tan diferente es lo que hacen como la manera de hacerlo. Las niñas están protegidas, y a veces ayudando tanto y en tantas cosas, que pierden iniciativa y comienzan a creer en todos esos avisos que marcan su camino: “las chicas no pueden hacer esto”, las chicas no deben hacer esto otro”».
Y como le tocaba de cerca, en Por el placer de hacerlo, Amelia Earhart hizo un repaso de las mujeres en la aviación de su época (y hasta entonces). Habla de figuras como Anne Morrow Lindbergh, Phoebe Omlie, Harriet Quimby, Ruth Law, Katherine Stinson y muchas otras que comenzaron en este mundo con los globos aerostáticos. También subraya los records de estas aviadoras.
Como curiosidad, menciona (con cierto asombro) al inventor del autogiro, aparato que posteriormente daría paso al actual helicóptero: el ingeniero español Juan de la Cierva.
Amelia Earhart murió en un accidente mientras trataba de completar la vuelta al mundo en avión. El dos de julio de 1937 se perdió el contacto con ella y su acompañante cuando trataba de atravesar el Pacífico Sur. Pese a los esfuerzos del gobierno de Estados Unidos por encontrarla, nunca dieron con el Lockheed Electra, su avión. Aparte de las múltiples puertas que fue capaz de abrir para las mujeres en el campo de la aviación y los deportes de riesgo en general, su legado para mejorar la seguridad en vuelo tiene un valor incalculable para la humanidad.
«Todo tipo de mentes en todo tipo de institutos y laboratorios, incluso en garajes particulares, están tratando de averiguar los pormenores teóricos del vuelo eficiente, y aquellos que experimentan la teoría en la práctica son de gran ayuda. Que las mujeres contribuyan a estos esfuerzos, incluso más de lo que lo hicieron en el pasado, es mi deseo —y mi profecía».