Alter Cantabria: La caza del último ojáncano ⸺ G. G. Lapresa

Título completo: Alter Cantabria: La caza del último ojáncano.

Autor: G. G. Lapresa.

Año: 2021.

Editorial: Cerbero.

Género: Novela (fantasía).

 

Hay un monstruo suelto en las montañas de Cantabria, el ojáncano, que aterroriza a los pueblos, devora al ganado y acaba con adultos y niños sin distinción. Las autoridades han contratado a un cazador de monstruos profesional venido de los Estados Unidos, pero para hacerse con su presa tendrá que contar con la ayuda de Juana de Liébana, una anciana guardabosques que sabe mucho del asunto. Del monstruo, de la montaña y de la vida salvaje, nociones que se les escapan a las autoridades. En Liébana las reglas son otras y el americano lo va a comprobar enseguida, como podemos leer en esta novela de fantasía de G. G. Lapresa.

 

La primera novela de G. G. Lapresa

 

Nació en Madrid pero se considera más bien cántabro, en concreto del pequeño municipio pesquero de Colindres, caracterizado por sus marismas, su preciosa arquitectura de los siglos XVI y XVII, y sus zonas de montaña. De esa ambientación natural y salvaje y de su pasión por los monstruos fue de donde sacó G. G. Lapresa las ideas que resultarían en La caza del último ojáncano. Estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad del País Vasco y trabaja desde entonces en el mundillo cinematográfico, del que reconoce que siempre ha adorado la figura de los monstruos, como Alien o Tiburón. Su pasión desde niño lo llevaba a quedarse embobado con esas criaturas gigantes que devoraban humanos, soltaban babas por el suelo y siempre eran más listos de lo que creían sus perseguidores. Con el tiempo, G. G. Lapresa se volvió un experto en la materia y cada vez buscaba lo más retorcido, lo más complejo. Los monstruos comunes ya no le divertían y quiso inventarse los suyos propios. Para ello echó mano de los territorios de su infancia y también de las leyendas locales, en las que el ojáncano ha aparecido desde siempre como el mal encarnado.

¿Qué mejor debut literario que con el monstruo por antonomasia, la criatura absolutamente maligna, de la que ya había oído hablar en las historias de su pueblo?

Después de su relato Alma en la antología La otra fantasía medieval, G. G. Lapresa nos ofrece aquí su primera novela, un texto breve y directo de aventuras fantásticas cuya base consiste en la cacería del monstruo, pero en el que podemos encontrar muchas cosas más: el amor por la naturaleza, la guerra ancestral, la vejez, las pérdidas afectivas y el cansancio anímico después de tantos años de defender su tierra. Todo esto confluye en una lectura rápida que merece la pena.

 

⸺Según lo que he oído por el pueblo, es un gigante de un solo ojo y barba larga, lo bastante inteligente como para usar un tronco de árbol a modo de garrote. Se dedica a devorar todo lo que encuentra y a provocar aludes de montaña.

 

Pero ¿por qué es tan peligroso el ojáncano?

 

La mitología cántabra se basa en narraciones orales protagonizadas por criaturas fantásticas que se diferencian, en muchos casos, por su manera de relacionarse con los humanos, y hasta su aspecto físico refleja esa naturaleza. Mientras los ojáncanos son seres enormes, peludos y brutales, de inteligencia muy básica y una terrible ferocidad, que se divierten devorando animales y personas con una crueldad legendaria, las anjanas, en cambio, son una especie de hadas de los bosques y los ríos, de impresionante belleza y una bondad infinita. Portadoras de una vara de madera con la que realizan encantamientos, se caracterizan por guiar a personas extraviadas en la montaña, cuidar a los heridos o llevar alimento a los pobres.

Esto hace que las anjanas sean vistas como las contrapartidas de los ojáncanos y, mientras las primeras merecen la confianza de los humanos y muchas veces sacan a estos de apuros, los segundos no traen más que muerte y sufrimiento.

Las abuelas, con sus historias, explican a los niños de cada pueblo la manera de diferenciar a unas de otros, igual que hacen con otras criaturas como el trenti, un duente juguetón que habita en el bosque. Del ojáncano se dice que solo tiene un ojo enorme en mitad de una cabeza llena de pelo desgreñado y que la única manera de acabar con él es cegarlo. En cualquier otra situación, los humanos están perdidos ante esa mole de horror descontrolado.

 

 

La valía de G. G. Lapresa reinterpretando los mitos

 

El autor conocía bien estas historias cuando empezó a planificar su novela, pero no se limitó a plasmarlas en su texto, sino a adaptarlas a nuestra concepción de hoy en día y a un año concreto: 1871.

La región es la misma, Liébana, una comarca montañosa de Cantabria donde los mitos siguen existiendo ocultos en las grutas y en las historias de la gente. Pero algunas otras cosas han cambiado: Juana, la guardabosques, es una anjana que ya ha pasado sus años de juventud y ha sufrido mucho por culpa de los monstruos. Sigue llevando la vara o cachava de madera, pero también una escopeta colgada a la espalda, un abrigo largo, botas de caña alta y un sombrero de tres picos. Ya no es dulce ni realiza encantamientos, sino que ahora se ha vuelto tan correosa como el tiempo que le ha tocado vivir.

Con ella habita un trenti, uno de esos duendecillos del bosque de los que hablan las leyendas, pero lo bastante mordaz y bronco en sus conversaciones con los humanos como para que nadie quiera jugar con él. Todos se han vuelto un poco más ácidos que en las historias originales, más dolidos por el paso de las eras y menos optimistas. El siglo XIX los ha descolocado, así que no quiero pensar lo que habría hecho con ellos el XX.

El último vértice de esta historia es Philip Callahan, el pistolero profesional venido de América para matar al ojáncano. Él representa la modernidad, la nueva era que proviene del otro lado del Atlántico, las armas avanzadas y otros métodos para llevar a cabo una cacería. El Viejo Mundo ya no gobierna de la misma manera y eso hace que los americanos se dediquen a dar lecciones a los que consideran unos ancianos obsoletos. Juana se siente vieja, de eso no cabe duda, pero en la labor de las armas comprobará que las gentes del Viejo y del Nuevo Mundo tienen más en común de lo que creen, y Callahan descubrirá de paso que en Liébana realmente es un extranjero y que necesita tener de su parte a esa anciana gruñona si no quiere que el monstruo se lo coma en un suspiro.

Esa es la gran labor del autor de esta novela: aprovechar las leyendas clásicas, volverlas del revés y presentarlas como algo radicalmente moderno, que de pronto ha logrado serlo. Las advertencias de las abuelas se han convertido aquí en un relato de aventuras de estilo actual, con una persecución, una lucha y un descubrimiento de lo que significa la montaña. El monstruo sirve como metáfora de la vida salvaje que se termina, de una concepción del mundo que proviene de tiempos antiguos y que está llamada a desaparecer. O quizá no. Quizá puedan entenderse lo viejo y lo nuevo, sobre todo cuando se trata de cazar a una criatura gigantesca capaz de devorar a rebaños enteros. Para eso bien que procuran entenderse todos y, de un plumazo, desaparecen las diferencias.

Además, La caza del ojáncano es el primer volumen de la saga Alter Cantabria, que aprovechará las tierras y la mitología de esta región para contar historias de aventuras. Y, visto lo visto, parece que nos dará muy buenos momentos.

 

La edición de Cerbero

 

Como siempre, Editorial Cerbero ofrece una edición cuidada, bonita y además económica, con una impresionante portada de Juan Alberto Hernández y una estupenda versión en ebook a un precio muy atractivo. Para aquellos que lo adquieran en papel, que sepan que se trata de un libro pequeño y cómodo de llevar en cualquier bolsillo, con el fin de seguir leyendo a cada momento. El formato recuerda enormemente a aquellos bolsilibros que llenaron los quioscos en España desde los años cincuenta hasta más o menos los ochenta, y que también ofrecían aventuras trepidantes que se leían en un momento y costaban poco dinero. Cerbero sabe lo que hace con sus libros y, una vez más, ofrece mucha calidad en poco espacio y a un precio bajo.

 

Conclusión

 

La caza del último ojáncano es un debut solvente, entretenido y bien documentado, con una aventura breve que aprovecha las leyendas de Cantabria para conformar una novela muy gustosa de leer. Especialmente recomendada para personas con poco tiempo o poco hábito de lectura, o que buscan una historia de evasión que los transporte a un lugar desconocido. En todos esos casos y muchos más, no se sentirán decepcionados con este libro.

 

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