Título original: Omero, Iliade
Idioma original: Italiano
Año: 2004
Editorial: Anagrama
Género: Epopeya
Valoración: Recomendable
Hoy por ser lunes, me siento grandioso, magnífico, megalómano, y como muestra de ello, traigo la reseña de la Ilíada, así por la cara. Pero que no se me asuste nadie, porque este es el Homero, Ilíada que Alessandro Baricco, en un alarde de huevos literarios, sacó hace nueve años.
De cómo llegó Baricco a la conclusión de que debía embarcarse en tan descomunal proyecto, se cuenta en el prólogo del libro. Resulta que el autor de “Seda” tenía la ilusión de realizar una lectura en público de la Ilíada con varios lectores, púlpito impecable, sponsors de relumbrón, avispados famosetes culturetas, politicuchos de turno del área de cultura, y demás personajes del gremio, ávidos de atraer miradas sobre sí mismos. Lo típico, vamos. Puesto sobre el papel, todo pintaba muy bien salvo por un detalle: si leer la Ilíada ya es de por sí tan ligero como tragarse una caja de polvorones en Sevilla un 10 de julio a las 3 de la tarde, hacerlo en público era igual pero por turnos y durante unas 40 horitas de nada. Una empresa tan ardua como traspasar los muros de la mismísima Troya.
Pero Baricco es mucho Baricco, y rindiendo honor a los héroes aqueos del libro, la rendición no estaba entre sus planes. Eligió la versión de Maria Grazia Ciani (una de las decenas de traducciones que existen) y se puso a trabajar con la misma autora en una adaptación del texto. Adaptar el clásico de entre clásicos debió parecer una herejía propia de la horca, o de la hoguera, o de la horca en la hoguera, pero esto tampoco detuvo al intrépido escritor italiano. Suponemos que el hecho de que Hollywood deleitase al mundo ese mismo año con el truño abominable “Troya”, le ayudó a salir bien parado.
-Prueba mi ACERO, troyano -Pero Aquiles, si estamos en la Edad de Bronce -¿En serio? ¡Por Júpiter! -Madre mía… |
El resultado no pudo quedarle mejor. En primer lugar, se eliminó el rastro de los dioses que no paraban de aparecer y de interactuar con los personajes de una forma completamente innecasaria. Luego, el autor se deshizo de arcaismos y jerga filosófica para darle mayor agilidad al texto. En tercer lugar, la acción es contada en primera persona por los mismos protagonistas, 21 de ellos nada menos, entre los que se encuentran Ulises, Héctor, o Aquiles. Y por último, añadió anotaciones al texto, pero muy pocas y destacándolas en cursiva (como restauraciones declaradas sobre una fachada gótica, según el autor)
Juego, set y partido. La adaptación, lejos de ser pretenciosa, se convierte en un coqueto y respetuoso resumen de los últimos días de Troya, de la escaramuza final entre aqueos y troyanos. Sin artificios, dioses, discursos infumables, palabros indigestos y demás pedruscos en el camino, “Homero, Ilíada”, es un perfecto y sentido homenaje a uno de los símbolos donde hunde sus raíces nuestra cultura. Personalmente, y como licenciado en Historia que soy, recomiendo este libro a aquéllos (muchos) que han intentado leer el original de Homero y que, como yo hasta ahora, no lo consiguieron. Gracias Alessandro.