Año: 2017
Editorial: El Transbordador
Género: Novela
Valoración: Está bien
Una novela imaginativa, un mundo extraño, un personaje muy especial
Ego aparece, o surge, o nace en medio de una inmensa llanura blanca. Ego tiene noción de su propia identidad y la capacidad de estructurar pensamientos coherentes. Ego no sabe nada más. Pero en su interior una pulsión indescifrable lo obliga a moverse en busca de ningún objetivo, construyendo su realidad a medida que la va experimentando.
Por mi parte, la reseña de Antrópica podría acabar aquí, pidiendo a su futuro lector que aparte cualquier tipo de prejuicio o idea preconcebida y se adentre en sus páginas. Pero algo más habrá que contar, claro está.
Dos adjetivos, orbitando en mi pensamiento de forma recurrente, me han acompañado durante la lectura de este libro. El primero, aplicable a la novela: extraña. El segundo, adecuado para el creador de la misma: valiente.
Escribir de este libro sin destriparlo es muy complicado. Y no solo porque estemos ante una novela inclasificable, que también. El protagonista absoluto de la obra es Ego. No sabe de dónde procede, ni dónde está, cómo ha llegado allí o qué es esa pulsión que le empuja a explorar el entorno. Solo sabe que se encuentra en un mundo extraño y que cada cierto tiempo sufre una desconexión de concencia, sobre la que tampoco dispone de más información. El título del libro guarda relación con entropía, término que procede del griego y significa evolución o transformación. Ego se encuentra en un lugar extraño, más allá del tiempo y del espacio, y tal vez su periplo tenga mucho que ver con esos procesos de evolución o transformación. O no.
Prohibido rendirse
Un poco enrevesado, ¿verdad? Eso mismo puede pensar el lector de Antrópica al acceder a ese mundo preparado por Alberto Moreno. Este es el primer obstáculo que se presenta en el libro, ya que al principio puede haber lectores poco avezados que se rindan y abandonen su lectura. Un consejo: seguid adelante. Dejaos llevar por esa pulsión que todos tenemos, esa que interiormente os está diciendo que tras ese inicio caótico hay algo bueno y todo tendrá su explicación. O no.
El libro está dividido en tres partes. La primera de ellas, Antrópica, es la más extensa. En ella se desarrolla el extraño periplo de Ego en pos de ese objetivo que desconoce, estando a merced de la pulsión que le hace avanzar y avanzar pese a que las recompensas son mucho menores que los sinsabores. En su camino topará con paisajes y criaturas surrealistas que no harán más que alimentar su confusión. En la segunda parte, La historia de nuestra vida, y la tercera, Quien ríe el último, el autor desenmaraña hasta cierto punto la madeja. Insisto, es poco lo que se puede contar sin destripar la historia.
La escritura de Alberto Moreno es ágil y nos llega envuelta de cierto lirismo, pese a la trama rocambolesca que presenta. No obstante, algunas de las descripciones se quedan cortas o carecen de la eficacia necesaria para que el lector pueda hacerse una composición mental de algunos de los escenarios que recorre Ego. Del mismo modo, tras una comienzo brillante, con el que Moreno logra trastocar nuestros esquemas y que nos hagamos mil preguntas sobre qué está pasando, se precipita al ofrecer demasiada información en la segunda parte, lo que hace que ese interés que logra crear en la primera quede en buena medida sin efecto. En la tercera parte vuelve a tomar el pulso a la narración, aunque el desenlace pergeñado por el autor, tal vez por las expectativas y la multitud de elucubraciones que provoca desde la primera página, puede no satisfacer del todo a algunos lectores.
Mención aparte merecen las magníficas ilustraciones de portada y contraportada de Autun Purser. Ediciones el Transbordador cuida al máximo esos detalles que aportan un encanto especial al objeto físico que llamamos libro.
Antrópica es una rareza. En su conjunto, no cabe duda de que la propuesta es muy original (extraña, adjetivo que utilicé al principio). Es muy difícil encajar tantas piezas y construir un relato redondo después de presentar un mundo como el que nos ofrece, pero en líneas generales el autor sale airoso del entuerto en el que él mismo decide meterse (valiente, segundo adjetivo que utilicé al comienzo de esta reseña). Un buen ejercicio de creación que exige al lector abrir su mente para acceder al mundo poco convencional concebido por Alberto Moreno.