
Si una novela llega con una buena carta de recomendación, es aquella que lleva las palabras Nebula o Hugo en sus anuncios. Es el caso de Una memoria llamada Imperio (finalista y ganadora, respectivamente), primero de los títulos que aterrizan en castellano de Arkady Martine.
Contestemos de entrada las preguntas que últimamente tenemos todos en la cabeza cuando nos recomiendan algo nuevo: Sí, forma parte de una bilogía (conocida como Teixcalaán). Sí, el segundo volumen ya está escrito (y publicado en inglés). No, la autora no descarta crear más contenido ambientado en el mismo mundo. Y, por último, los volúmenes rondan las 500 páginas y están traducidos por Ismael Attrache.
En España está publicado por Nocturna y tiene un formato en el que mezcla la narración de los sucesos de los que habla con breves textos e introducciones que nos explica el contexto cultural e histórico. En ocasiones leeremos un párrafo de un medio de comunicación de este universo, o recuperaremos un recuerdo anterior de alguno de los protagonistas. Esta mezcla de voces y estilos facilita ver en qué nos hemos metido porque, ya adelanto, no es un libro especialmente ligero de leer.
Pese a que es una historia espacial, el nivel tecnológico es avanzado y los viajes en naves están a la orden del día, en esencia, Una memoria llamada Imperio es una trama política que bien podría desarrollarse en el Versalles de Luis XIV o en el Ala Oeste de la Casa Blanca. Abundan los nombres (encontramos un glosario de términos y personalidades para no perdernos) y las conspiraciones. Todo el mundo tiene segundas intenciones, posados públicos e intereses personales. Hará las delicias de los que disfrutamos de historias donde siempre, todo, tiene un sentido más allá de la bondad humana (si es que esta existe). Pero, además, juega con una construcción de mundo muy elaborada. El resultado es un tomo del que, si entras, no lograrás despegarte.
Mahit Dzmare es la nueva embajadora de su planeta y deberá acudir rápidamente al centro del multisistema imperio teixcalaanlí tras el fallecimiento de su predecesor. En las primeras páginas sabremos que su muerte no fue algo natural, aunque descubrir la verdad será solo una de sus nuevas tareas. La embajadora Mahit no tiene experiencia en el puesto, pero cuenta con un complemento: En su planeta, cuando uno quiere que su memoria no se pierda en el tiempo, puede insertarla en otra persona. Juega, pues, con la ayuda de una versión obsoleta de Yskandr, responsable de su puesto antes que ella, hecho que es el secreto tecnológico mejor guardado de su lugar.
Si sumamos el jet lag que tiene que dar un viaje espacial de varios meses y la sorpresa a su llegada de que había sido reclamada por el asesinato de Yskandr, descubrir que la situación de su planeta es todavía más compleja de lo que ya sabía y que está habiendo movimientos estratégicos en la galaxia que pueden significar la invasión definitiva de su hogar será la guinda del pastel. Se encuentra sola, inexperta, lejos de casa, sin poder comunicarse con sus superiores de manera segura y en medio de un juego para el que no está preparada.
Las cosas pasan muy rápido, y están explicadas de forma directa y sin preámbulos, algo que nos permite imaginar cómo se sentirá una joven a la que le cae a las manos un destino que teme le quede grande. Nosotros necesitaremos un par de consultas al glosario, o releer un párrafo para entender la complejidad de lo que se cuenta, pero es que ella también. Se le suma, además, la barrera lingüística aliñada por un nuevo idioma donde las sutilezas al vestir una oración y la polisemia de las palabras harán que, todos, necesitemos de todos los sentidos para seguir el hilo.
El resultado es un baile de formalismos, dobles significados y miedos de estar perdiéndote algo que acompañan a la protagonista y que hacen que la implicación del lector con la historia sea inmediata. En su arranque nos sentiremos como el personaje de El proceso, empujados a seguir con algo para lo que nos iría bien detenernos, pedir un vaso de agua y mucha ayuda.
Algo tendremos, la embajadora contará con una funcionaria de carrera, llamada Tres Posidonia, que será nuestro enlace con el Imperio y de la que dependeremos para absolutamente todo. Somos invitados en un mundo donde no se nos reconoce como ciudadanos; lo que nos impide, literalmente, acceder a cualquier puerta, información o beneficio del lugar. La relación arranca como simbiótica (una necesita la fuente de información, la otra la posibilidad curricular que supone) y se convierte en mucho más. Un punto a favor: incluso acercándose a Tres Posidonia y confiando en ella, Mahit se siente sola. Desconozco lo que debe ser emigrar lejos de casa, pero se me antoja a que se acercará bastante a lo que ella siente; dan ganas de tocarle el hombro y decirle que te desvives por sus aventuras, pero ella está lejos de casa, en un lugar que apenas comprende y para el que ha trabajado toda su vida. Su sueño se ha hecho realidad, pero no es fácil sostenerlo.
El libro sigue una curva de aprendizaje que permite que no nos perdamos. Si bien en su arranque se explican modelos teóricos (funcionamiento del gobierno, posibilidades de Mahit, obligaciones y definición de la función de un embajador, etc), conforme avanza se convierte en algo mucho más personal, tangible y violento. De una forma muy bien llevada, pasamos de aprender la teoría del mundo que Martine ha construido a vernos en medio de situaciones de lo más prácticas.
Este es uno de los puntos que me lleva a pensar que se puedan sacar muchísimas historias derivadas de esta bilogía; el manual del usuario ya lo hemos aprendido, conocemos las normas de juego y se ha creado confianza en la complejidad del worldbuilding. Lo que nos sigue, desde más o menos la tercera parte del libro, es disfrutar con la anécdota y poder concentrarnos en la acción. Solo con las referencias históricas de las que se nos han informado, hay varias tramas que podrían funcionar perfectamente de manera independiente.
Quizás nunca las veamos, pero sin duda se trata de un ingrediente imprescindible para que una obra de ficción que habla de lugares lejanos parezca verosímil e interesante. Esa conciencia de que solo se nos está dejando ver una parte, pero que fuera del libro, el resto sigue su camino. Sin todo esto (que es complicadísimo de hilar con gracia) la mordida queda un poco hueca: No hay nada peor que una historia donde ves todo lo que hay.
Una memoria llamada Imperio es un librazo de los que agradeces haber leído. De los que vuelven a tu memoria recurrentemente y suponen un lugar de desconexión. Ojalá una impresión por capítulos que nos permitiera comentarlo semana a semana, porque todo es comentable: su mundo, las tramas, la intuición de que alguien no es agua clara, la seguridad de que lo que está pasando puede acabar fatal y la necesidad de discutir cada línea que vas leyendo. Es divertidísimo y no puedo más que recomendarlo encarecidamente y felicitar a Nocturna por haber confiado en esta historia.
Deseando estoy de leer la segunda parte.
Título: Una memoria llamada Imperio
Autore: Arkady Martine
Año: 2024
Editorial: Nocturna
Género: Ciencia ficción
Hazte con un ejemplar de La canción de arena aquí.
¿Quieres conocer más libros de ciencia ficción? Hazte mecenas de Libros Prohibidos para que podamos seguir con nuestra labor sin recurrir a publicidad.
Y si quieres conocer más sobre nosotros y estar al tanto de todas nuestras publicaciones y novedades, síguenos en Twitter e Instagram.