Título completo: El lingotazo. Mil novecientos y algo I
Año: 2019
Editorial: Insólita
Género: Novela (fantasía)
Sergio S. Morán es de esos perfiles prolíficos y renacentistas que siempre está con algo entre manos. Lo último ha sido el proyecto de cofinanciación para la novela Se vende alma (por no poder atender), tercera parte de Parabellum, una serie policíaca y paranormal que logró conseguir su meta económica en un suspiro. Pero antes vinieron otros títulos, como este del que escribo hoy publicado por Insólita el año pasado.
Un argumento de muchas curvas
El lingotazo es una novela de corte histórico y fantasioso situada en una cercana Península Ibérica. Pese a que su historia inicial está protagonizada por dos caballeros y una joven que se convertirán en compañeros de aventuras de un modo accidental, a medida que avanza la historia se descubren nuevos personajes que llegan a copar incluso tanta atención como los iniciales.
Lucas Florido de Espinosa es un ampuloso periodista que trabaja por igual para medios que publican noticias contradictorias entre sí, de esos que cambian de chaqueta según la dirección del viento. Pero no supone ningún problema, entre sus cualidades está la de saber reinterpretar la realidad según mejor convenga a su cliente del momento. Junto a él encontraremos a Izel, una joven recién llegada a la península y que esconde poderes mágicos. Y Félix, un enorme señor especialista en máquinas y engranajes. Juntos emprenderán un accidentado trayecto en carruaje que acabará llevándolos a batallas en globos aerostáticos para lograr obtener el oro de una engañosa operación con el Switzrletican International Banque du Grandcheese.
Pese a que lo que cuenta El lingotazo es una historia a caballo entre el western y los cuentos de piratas, su tono entre cómico y socarrón favorece que sea una lectura ligera y entretenida cuyas bromas a veces recuerdan a un estilo casi pratchettiano. A su vez, las localizaciones están ficcionadas pero mantienen una evidente similitud con los nombres hispanos, de nuevo un rasgo que hace más sencillo sobreenteder aspectos culturales de sus personajes, que son abundantes, pero con descripciones claramente personalizadas que permite recordarlos a todos.
El trabajo del oro era separar, enfrentar a unas criaturas con otras. El oro no era más que la representación física de poder, poder decantado en un estado tan puro que se había solidificado, y el poder solo existía para separar a los que lo tenían de los que no.
Pero hay muchas cosas que no se cuentan en una sinopsis. Como el hecho de que constantemente se cuelen comentarios de corte social que muestran una mirada casi sardónica, o el hecho de que el autor haya querido situar la obra, y explicitarlo, en una época de cambio tecnológico que complementa muy bien con toda esa tecnología que ha sacado de la chistera para darle un fondo verosímil a la historia. El resultado es algo más complejo de lo que aparentemente pueda parecer que, sin embargo, se lee con mucha facilidad y sin perder el hilo en ningún momento.
Su punto fuerte: entretenimiento entre risas
La obra de Sergio S. Morán es divertida, ahí radica la mayor de sus ventajas y, además, es atemporal; de esos cuentos que nos explicaban de pequeños o veíamos en películas antiguas y nos atrapaban como lo habían hecho antes a nuestros padres. Aunque el tono socarrón puede sorprender de entrada, lo cierto es que da una pátina de desdramatización a toda la historia que se agradece. El libro no cae de las manos en lo que pasamos de escena y de protagonistas.
Y es que El lingotazo en realidad no cuenta una sola historia o las aventuras de un personaje específico; podemos agarrar una página del inicio y otra del final y parecerán ficciones distintas. Los cambios entre contenidos se realizan de una forma natural como para no sorprender ni costar de seguir y con suficiente interés como para que no incomoden.
Habiendo agarrado este título sin ideas preconcebidas y llamada de entrada por su portada (preciosa, por cierto, obra de Fran Mariscal Mancilla), lo que tiene que contar es interesante y ligero. Cumple la función de libro con el que desconectar y encontrarse en un lugar feliz. Además, aunque su final responde a las grandes dudas y explica una historia con lógica propia, deja la puerta abierta a una continuación que prosiga una aventura de la que cuesta desprenderse.
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Barco pirata obra de Noupload en Pixabay.
Retrato de Sergio S. Morán en la web del autor.