Título completo: La lógica del absurdo (o el asombroso viaje de Hermenegildo Ósea)
Año: 2017
Editorial: Autopublicado
Género: Novela (Humor fantástico)
¿Lógica o absurdo?
La lógica de lo absurdo es la quinta novela publicada por R. R. López, quien acumula, además, varias obras de no ficción, así como relatos y artículos acerca del humor y la literatura fantástica. Si os dais una vuelta por su blog, captareis rápidamente el estilo y la temática que vamos a encontrar en La lógica de lo absurdo: un humor hasta cierto punto disparatado, pero con la suficiente inocencia como para que el lector se encariñe e identifique con sus personajes.
Sin conocerlo, R. R. López tiene pinta de caer simpático. El autor manifiesta firmar con sus iniciales porque se ha dado cuenta que «los escritores con iniciales en el nombre son los que lo petan», y se declara amante de los animales «sin caer en la zoofilia». Con esa carta de presentación, es complicado no sumergirse en La lógica de lo absurdo sin una predisposición positiva.
La lógica en el absurdo
La enorme estancia bullía con la fervorosa actividad de todos los romeros que se apiñaban en torno a la reja inquietos, expectantes. Con el retablo dorado de fondo, la Virgen del Rocío miraba al suelo impávida, como haciéndose la interesante, ajena a los rostros de feroz fanatismo que se apretaban devorándola con ansia sacra a la espera de que se produjera la culminación de la romería.
La obra comienza situando al lector tras la pista de Hermenegilda Ósea, protagonista principal de la historia, quien en un contexto de fervor religioso sufre una especie de revelación mística que la llevará a iniciar un viaje delirante en el que recorrerá el mundo para cumplir una misión, cuanto menos, extraña. Acompañada de un grupo de personajes secundarios bastante peculiares, vivirá situaciones tales como teletransportaciones o apariciones propiciadas por la ingesta de peyote.
No obstante, el análisis de La lógica del absurdo exige distinguir entre la narración explícita o el aparente delirio en que nos sumerge R.R. López, y la estructura formal o el ensamblaje que sostiene y precisamente permite que ese «delirio» no devenga en un sinsentido. El riesgo en esta clase de obras (que también podemos advertir en textos de corte bizarro como La casa de arenas movedizas o Ciudad revientacráneos) es siempre perder la verosimilitud y el pacto narrativo con el lector: el exceso de situaciones esperpénticas o una sucesión de acontecimientos incoherentes pueden provocar sensación de desconcierto en el lector y apartarlo de la lectura. Además, para complicarse un poco más la vida, R.R López introduce dos líneas temporales, una en la que se narra el viaje de Hermenegilda, y otra en la que se narra un viaje anterior que sigue la pista de un manuscrito con complejas fórmulas matemáticas. Por supuesto, la exigencia aquí será que que ambas líneas estén interrelacionadas.
Debemos señalar que la base estructural de La lógica de lo absurdo está muy bien trabajada. No hay incoherencias en la línea principal y los saltos temporales de la línea secundaria se siguen con facilidad. Además, por el contrapunto que ofrece a la historia de Hermenegilda, esta última enriquece mucho el texto y le otorga otro color. En esta segunda línea, el lector será transportado a la India de principios del siglo XX, y se pondrá en la piel de un joven genio matemático aparentemente iluminado por la misma deidad que guía los pasos de Hermenegilda. Por otro lado, el devenir de Hermenegilda, por absurdo que resulte, sigue un patrón relativamente sencillo: las pautas que le otorgan las sucesivas revelaciones de la Virgen del Rocío —en la foto—. De esta manera, el esqueleto de La lógica de lo absurdo se muestra como un cimiento sólido y consistente, permitiendo al autor dibujar sobre él toda la serie de dislates que componen los elementos más originales de la obra.
En ese sentido, es importante mencionar otro de los elementos que otorgan credibilidad a La lógica de lo absurdo: la fe ciega e irracional de Hermenegilda, llevada hasta el límite de sus posibilidades. Por la mezcla de un catolicismo incontestable y la práctica continuada de ejercicios espirituales de yogilates, desde la primera hasta la última página, Hermenegilda está convencida de que ha sido elegida por la Virgen para cumplir una misión y es, a su vez, capaz de convencer a sus sucesivos acompañantes de que deben seguirla.
—Vamos a ver —continuó Hermenegilda haciendo caso omiso al comentario—. La canción hablaba de Moscú, y tenemos el superdisco chino, pero sin el superdisco, y Jinderflon dijo que los siguientes acompañantes que tenía que encontrar eran el hombre encerrado en el cañaveral, que eres tú — aseveró señalando con el dedo a Lautaro — y el sabio que vive bajo tierra, con lo cual… ¡tenemos que ir a Moscú a buscar a un sabio chino que vive bajo tierra! —concluyó.
—Sí, suena muy coherente —afirmó Genaro en tono cínico.
—¡Papa yoyoooo! ¡Papa yoyooo! —exclamó Lautaro haciendo palmas—. ¡Que nos vamos a Moscú! —Por unos segundos se quedó pensativo—. ¿Y eso dónde está?
El absurdo sobre la lógica
Esas son las reglas de juego que se otorga R.R López —en la foto— y que, a su vez, le permiten introducir elementos esperpénticos y forzar la imaginación del lector sin violar el ya mencionado pacto narrativo. Así por ejemplo, al comienzo de La lógica de lo absurdo la Virgen se presenta como una mujer diminuta, vestida con un manto y de largos dedos, pero le indica a Hermenegilda que perfectamente podría haberse manifestado como Rafaella Carra con un pepino inserto en el trasero. Más adelante encontraremos a un personaje capaz de teletransportarse, pero que lo evita debido a que cada vez que lo hace se le descontrola el esfínter. O a un místico oriental que ha conseguido vivir doscientos años practicando el sexo tántrico con mujeres jóvenes y por ello es perseguido internacionalmente. O a héroes como Akírikikí, el pollo vengador y el primer superhéroe genuinamente español. La sucesiva presentación de personajes absurdos y situaciones irracionales, sobre la base lógica señalada más arriba, es para mí lo más destacado del texto.
En el debe, mencionar que quizás en ocasiones la obra se exceda en explicaciones historiográficas, que si bien por un lado le otorgan un fundamento objetivo y cierto sustento racional a la búsqueda de Hermenegilda —y además aporta datos relevantes para una persona interesada en las bases paganas del catolicismo—, por el otro interrumpen un tanto el ritmo de lectura y el carácter casi siempre hilarante del texto.
Termino destacando uno de los pasajes que más divertidos me han resultado. Se trata de la aparición determinante de Jínnglërflon, una estantería multiusos del IKEA, que en uno de los viajes alucinatorios de Hermenegilda se presenta como una especie de oráculo que indica a la protagonista los pasos que debe seguir, al tiempo que anuncia las bondades del propio producto. La idea de convertir un elemento tan propio de nuestra cultura capitalista como guía espiritual de un viaje religioso tan delirante me pareció sencillamente magnífica, y da buena muestra de lo que el lector encontrará en el conjunto de La lógica de lo absurdo:
La estantería la miró [a Hermenegilda] de reojo con uno de sus tornillos.
A continuación sentenció:
—Diferentes tipos de pared requieren diferentes herrajes. Utiliza los herrajes más adecuados para tus paredes (no se incluyen). […]
—Como oráculo eres pésimo —le recriminó la mujer, hastiada.
—Tú tampoco es que seas la mejor elegida que he visto… —La estantería dejó caer ese último comentario con un tono malicioso.
—¿Cómo encontraré a la persona que debo liberar?