Título: Proyecto ketchup
Autora: Inés Galiano
Cubierta: Pep Boatella
Año: 2022
Editorial: Obscura
Género: Terror, humor
¿Qué pensará una estudiante española si le invitan a pasar un año académico en un pueblo de Tennessee? Proyecto ketchup nos acerca esa experiencia con mucha retranca y un toque de terror peliculero.
Hay libros que llevan en su adn estar hechos para su adaptación a video. Ese es el caso de Proyecto ketchup, una obra que te conquistará si eres consumidora de productos que huelan a años 2000. Pongamos que te gustó Daria o Akward (incluso yendo más allá en el tiempo, Jóvenes y brujas), series protagonizadas por mujeres jóvenes que ironizaban sobre su entorno, reflejaban millones de detalles cotidianos y se centraban en el imán de ellas todo el metraje; contenidos sobre la adolescencia de sus protagonistas y en cómo veían los estereotipos que nos venden a diario. Humor y cinismo que tú, como adolescente doliente, compartías.
Ese es el caso de nuestra protagonista, española, que viaja a los Estados Unidos menos urbanitas que podamos imaginar. Lugares que solo nos han llegado por lo que la industria usiana quiere vendernos y que nos llegan por la voz narradora, que pasará allí parte de su etapa académica. La autora de hecho hizo eso mismo, lo que nos permite deducir que es, en parte, autobiográfico. Como si de un diario se tratara, se cuentan una serie de episodios encadenados a los que, quizás, les falte algo de pegamento y que están escritos en un tono tan ligero que puede ser utilizado bien como lectura de capítulo diario para desconectar o beberse de un tirón en una tarde gustosa.
Un shooter suele ser una persona que dispara con un arma de fuego. En Europa, un loco.
A ese espíritu informal se le suman multitud de referencias pop que, algo nada fácil, se meten con cintura y de una forma poco artificial mezcladas con clichés fácilmente imaginables. Humor y terror (muy) suave conviven en una historia que realmente no necesita llevar a ningún lugar concreto y que funcionaría perfectamente a modo de ficción semanal de 20 minutos, donde un último episodio en cada temporada nos hace avanzar sensiblemente en la vida de la protagonista.
La necesidad de clichés y referencias es utilizada por Inés Galiano de una forma muy inteligente, en lugar de venderse como una estrategia oculta que nos ha colado (nunca nos las cuelan, siempre se detectan), la abraza con honestidad y hasta llegando a verbalizarlas. De esa manera se convierte en algo que relaciona a escritora y lector y de lo que nos hace cómplices; lo vulgar pasa a ser algo compartido y común entre ambas partes.
La sensación de poca contundencia es su mayor punto flojo, en ocasiones no tienes claro si esa historia tiene algo más que rutina. Y realmente lo tiene, aunque algo descafeinado. Pero prefiero señalar su mayor virtud: escribir humor sin que resulte incómodo de ver. Es mucho más meritorio lograr algo así y apunta maneras. Inés Galiano es una escritora joven que ya ha conseguido encontrar el punto a recursos poco habituales: un humor absurdo propio de la autora que consigue reflejar en las páginas y que hace que la historia sea entretenida y risosa. Lo demás, el oficio lo dará, pero ella ya tiene algo muy difícil de lograr.