Año: 2015
Editorial: Mundopalabras
Género: Novela
Valoración: Recomendable
Inmersos en la vorágine de los últimos libros que entrarán en la sección oficial del Premio Guillermo de Baskerville 2015 (y agarraos porque la semana próxima hay pronosticado un tsunami de ellos), volvemos a la carga hoy viernes para traeros a uno más: Estricnina.
Ignacio es un cuarentón corriente y moliente, tirando a perdedor, a cuyas espaldas recae el asesinato del párroco del barrio cuando no tenía más que once años. La reaparición de Adeline pondrá algo de color a su anodina existencia, y también hará que él tenga que regresar a su ciudad natal a enfrentarse con un pasado que todavía guarda muchos secretos.
Así arranca Estricnina, obra con tintes de novela negra y todos los ingredientes necesarios para mantener la tensión: misterio, asesinatos, secretos, suicidios… Muy completa, redonda, bien trabajada y estructurada. El planteamiento es óptimo y su desarrollo más que correcto. No le falta un detalle, la información llega al lector en su justa medida y (casi, casi siempre) en el momento oportuno. El elenco de personajes está bastante conseguido y la pareja de protagonistas es resultona, destacando el arco evolutivo de él, que vuelve al punto de partida (pero con un pequeño cambio).
Sin abandonar la trama, hay que destacar la buena conexión causa-efecto conseguida. El final me resultó tal vez demasiado simple para la complejidad (secreto sobre secreto) que llega a alcanzar la lectura en su segunda mitad. Pese a ello, al cerrar el libro queda la sensación de que el círculo queda cerrado, y que éste es bastante redondo. Solo creo que falla una cosa (sin spoilers): si el cura asesinó a la madre del protagonista cuando este era niño, ¿es lógico que lo tenga de monaguillo y así verlo a diario? Y lo que es más importante: si el mismo cura va a confesar su crimen en una carta ¿es lógico que se la dé al protagonista, una de las personas más interesadas en saber el contenido de la misma, para que la eche al buzón? Vaya nervios de acero los del cura, o como dirían en mi pueblo, los tenía cuadraos.
Tengo sensaciones contrapuestas con respecto al estilo. En términos generales, la forma de escribir de la autora mantiene una cierta regularidad, sin embargo, en la narración es frecuente encontrar frases o expresiones propios de la España profunda que a mí, personalmente, me chirrían a más no poder. Por el otro lado, y siendo justos, en otras tantas ocasiones a Mercedes Sáenz la pluma se le escapa de las manos y consigue dibujar imágenes de gran potencia, valor y belleza. Podría decirse que una cosa compensa a la otra, pero en mi opinión, me temo que esto no funciona así en literatura: un libro no es una ensalada donde si te pasas con el vinagre le añades un poco más de aceite y ya. Sea como fuere, dejo aquí uno de los fragmentos que más me han gustado y que en la edición en papel han tenido el buen gusto de resaltar:
“Lo vi levantarse con dificultad. Empuñar sus muletas y alcanzar el cuarto de baño como una figura doliente y solitaria. Y se me abrieron las carnes al comprobar lo terriblemente sencillo que es pasar por la vida sin dejar rastro.”
Para concluir no me queda más que recomendar Estricnina. Pese a compartir el nombre con un raticida, es una historia con todos los ingredientes para ser degustada y disfrutada. Muy buena primera novela.