Año: 2019
Editorial: Cerbero
Género: Novela (ciencia ficción)
Obra perteneciente a la sección oficial de los Premios Guillermo de Baskerville 2019
Cuéntame un cuento japonés mientras el mundo se acaba es una apuesta arriesgada de la editorial Cerbero. Arriesgada solo en su formato, puesto que con la autora, Mª Antònia Martí Escayol, tienen asegurado un libro de calidad. Ha sido finalista del premio Minotauro de ciencia ficción y literatura fantástica en 2004, ha aparecido en Alucinadas II y Alucinadas III, ha escrito como invitada en Supersonic y, además, su relato de la antología Visiones 2017 fue favorito del jurado y traducido al italiano. Por si este currículum fuera poco, también es coeditora de la revista de terror, ciencia ficción y fantasía MaMuT.
Una premisa epatante
Topaz es una profesora extranjera que se esconde de algo más que del terror muerto que asola el país; algo que le hace ocultarse y huir cuando están a punto de encontrarla. Salta por la ventana y cae en el jardín de Jinen, un hombre que, a pesar de curar las heridas causadas a esta mientras ha perdido el conocimiento, la ignora deliberadamente. No está en la misma habitación que ella, no le habla y sigue viviendo su vida ignorando lo que pasa tras el muro de ese cuidado jardín que hace las veces de santuario. Él mira al cielo y ve el humo; sabe que los queman. A los que están medio muertos o quizá medio vivos. Sus vecinos van desapareciendo poco a poco. No se sabe quién será incinerado mañana. Por eso Topaz huye de la epidemia, pero también del racismo que trae consigo ya que se acusa de la enfermedad a los gaijin como ella. A los extranjeros. Y ella, a pesar de querer tanto a Japón y a su cultura, ha de correr. Y su tobillo no se lo permite por el momento. Su cabeza tampoco, porque está febril. Ha de descansar. Y ha caído en el sitio más idóneo para ello. O no.
Jinen es un hikikomori que ha estado recluido durante veinte años. Cuida la casa y la casa lo cuida a él. Se entrena para fortalecer el cuerpo y la mente, y el silencio y la soledad le dan paz, no desazón. Tiene las habilidades para ser el superviviente ideal en el escenario apocalíptico que le ha tocado vivir a pesar de que la epidemia trae consigo el toque de queda. Uno que él ya lleva cumpliendo muchos años, porque el mundo exterior se había vuelto inhóspito para él, pero ahora, con el mundo al revés, ¿tiene sentido seguir recluido? ¿Es el momento de salir al exterior por primera vez en décadas? ¿Qué es lo que le haría dar el paso? ¿Aún quedan más personajes que conocer o están todos muertos? ¿Qué son esas libélulas que les sobrevuelan? ¿Qué cuentos encontraremos en Cuéntame un cuento japonés mientras el mundo se acaba?
A la puesta de sol Jinen emprende la rutina diaria de recorrer la casa. Cierra, cierra, cierra y cierra. Después, reverencia el templito de los antepasados.
Es una profunda reverencia.
Es una profunda reverencia, la más profunda que se puede hacer.
Es una profunda reverencia, la más profunda que se puede hacer, tocando el suelo con la frente.
La belleza está en el interior
«Cuéntame un cuento japonés mientras el mundo se acaba» es un libro peculiar. No solo por la presentación de su formato en papel con una encuadernación tradicional japonesa cosida con hilo rojo, sino por lo que uno se encuentra dentro de las páginas. Cada una de ellas ha sido maquetada para que esté exactamente como está. No hay fallos. Contiene poemas, una especie de caligramas, cuentos, algún carácter japonés, una delicada flor como separador de escenas y el número de la página a la derecha. La portada obra de Calavera Diablo está resguardada por una cubierta y una portadilla con las siluetas de Topaz y Jinen, haciendo que el libro sea llamativo, curiosamente, por ser tan blanco y minimalista.
La historia está divida en cuatro partes, siendo la primera «Las palabras que dicen la verdad no son hermosas», más lírica, estática y centrada en el hogar japonés. Es casi onírica y fantasiosa, muy zen. La segunda, «Quien nace tiene la muerte segura, quien muere, el nacimiento seguro», pega un cambio bastante brusco, pero necesario. Es una ruptura que da acción a la historia, movimiento e interés, sobre todo en sus últimas páginas. La tercera, «Para debilitar algo primero hay que fortalecerlo», es otro cambio. La historia empieza a cobrar sentido y te hace mirar atrás. La cuarta, «Lo que vuelva al origen formará parte de la humanidad», es el final. Es la unión de esa armonía metafórica del principio con la concisión de la tercera.
Supongo que la única queja que tendría en este aspecto es que quería un poquito más de la primera parte en el resto. Y más cuentos.
Como si se tratase de cuentos milenarios, los vecinos explican historias como la del señor Kawaguchi. Dos semanas atrás mató a su vecino, el señor Takakana, con un enorme cuchillo de pan, zanjando una disputa que se inició en los años sesenta; y también se cuenta la historia de unos sobrinos del matrimonio Ishino, encerrados en un convini, donde comieron hasta reventar; y la historia de Tetsu, quien amaba tanto a su ordenador que se bañó con él hasta trascender lo virtual.
El estilo de Mª. A. Martí Escayol se adapta a cada parte según lo requiere la historia pero a la vez recurre a las mismas formas literarias para unificar toda la obra. Las repeticiones que usa la autora están puestas con maestría y las metáforas muy conseguidas. Leer se convierte en una experiencia disfrutable, novedosa y zen. Diría que es el apocalipsis más tranquilo y personal que he vivido nunca. Supongo que hasta en eso imita lo japonés. En ese terror que no se basa en los sustos, sino en poner el peligro delante del espectador, pero acercándose poco a poco, aumentando el tiempo durante el que se aguanta uno el aire en los pulmones. Hasta que le da un golpe en el pecho y le hace soltarlo en una única exhalación.
Un tour replicable y un dibujo muy preciso de la cultura nipona
Tuve la suerte de asistir la primera presentación de Cuéntame un cuento japonés mientras el mundo se acaba que hizo la autora, donde contó muchos de los entresijos de la novela. Entre ellos que todos los lugares que aparecen mencionados en ella pueden visitarse. Y no son pocos. Al leer uno se da cuenta de que le están pintando una imagen muy clara de todo el ambiente. No es solo imaginación, es memoria fotográfica. Y muy precisa. En cuanto a su cultura, queda bien descrita a lo largo de toda la historia. Hay crítica incluso.
Ya que la ambientación es tan importante, Japón en pleno apocalipsis, es lógico que el libro se etiquete dentro de la ciencia ficción, pero concuerdo con compañeros en que no es la única etiqueta que se le puede aplicar. Fantasía o terror también podrían. Quizá por eso esta obra es tan única.
El título de la obra deja claro lo que vas a encontrar entre las páginas. Y, a pesar de eso, hay mucho más. Es un libro que gusta durante la primera lectura, pero con la relectura seguro que deja ver muchos matices que no se han advertido con la primera. Personalmente, me ha encantado el final. Soy muy fan de los que son de ese tipo: de los que te dejan serena porque sabes que has leído una historia de algo más grande que tú mismo.