Título original: The Light Brigade
Idioma original: Inglés
Año: 2019
Editorial: Runas
Traducción: Natalia Cervera
Género: Ciencia Ficción
La brigada de luz: Así es como se denomina a los soldados que luchan contra Marte cuando regresan «distintos» de los frentes de batalla interplanetarios a los que han sido teletransportados convertidos en luz.
Dietz es un despojo, alguien a quien se le niegan los derechos sociales básicos que proporcionan las megacorporaciones que controlan el sistema solar, y se alista en el ejército corporativo Tene-Silvia para vengar a los millones de personas que han muerto a manos de los marcianos. Pero se da cuenta de que sus saltos temporales no coinciden con los de su pelotón. Y lo que estos saltos cuentan sobre la guerra no es lo que los ejecutivos de las corporaciones quieren que los soldados crean que está ocurriendo.
La brigada de luz y la ciencia ficción bélica
Kameron Hurley es una de las autoras de referencia de la ciencia ficción actual. Y muy popular en España, donde ya pudimos leer Las estrellas son legión y el ensayo La revolución feminista geek. Obras donde muestra su afición a las historias violentas y belicistas, cuanto más crudas y brutales mejor. La brigada de luz refuerza su posición dentro de la ciencia ficción bélica contemporánea, en la que va colocando su nombre junto a los de ilustres como John Scalzi o Ann Leckie.
Desde el desconocimiento (y desde el prejuicio), se puede pensar que la ciencia ficción militar es un subgénero pobre en enfoques y argumentos. Sus lectores habituales saben que no es así, y La brigada de luz de Kameron Hurley viene a confirmarlo. Y lo hace recuperando y reformulando ingredientes de clásicos referenciales del género, pasados por el tamiz brutal de la autora.
Nuevos tiempos, viejos valores
La brigada de luz, al igual que Las estrellas son legión, transmite la sensación de estar ante una historia conocida, de transitar por caminos ya recorridos previamente. Esto se produce porque la narrativa de Kameron Hurley está construida sobre el conocimiento de la ciencia ficción clásica, de sus motivos argumentales y de sus recursos narrativos.
Veamos. La brigada de luz transcurre en un futuro cercano, en el que la Tierra libra una guerra contra los habitantes de Marte. Las corporaciones han reemplazado a las naciones soberanas, y los habitantes de los territorios dominados por ellas se clasifican en ciudadanos, residentes y despojos. Los despojos carecen de los mínimos derechos y deben ganarse la ciudadanía, por ejemplo luchando en los ejércitos corporativos. Tras una serie de guerras internas, la población del planeta ha disminuido sensiblemente y la mayoría subsiste en la miseria. El personaje protagonista, Dietz, decide alistarse cuando los marcianos destruyen la ciudad de São Paulo. Una vez en el ejército descubrirá que las corporaciones están ocultando a sus tropas, y a la opinión pública, la realidad sobre la guerra.
Todo ello articulado sobre una trama de compleja estructura narrativa, con continuos saltos temporales dentro de un bucle que Dietz intentará romper. Que se alterna con una subtrama paralela, la del espía marciano atrapado en San Petesburgo, que se relata a través de entrevistas y que terminará por encajar con la trama principal, de forma armónica y no forzada.
Referencias y más referencias
Bien, es sencillo reconocer muchas de las referencias con las que Kameron Hurley articula La brigada de luz. La primera y principal, Tropas del espacio de Robert A. Heinlein, con la que comparte motivos. En la obra de Heinlein, los extraterrestres destruían Buenos Aires, lo que incitaba al protagonista a alistarse. La ciudadanía y el derecho a votar se obtenía también tras servir en el ejército. Y el ambiente castrense, incluida la anulación de la voluntad individual, se trata en ambas novelas de modo similar.
Algo semejante ocurre con La guerra interminable, de Joe Haldeman, que también desgranaba las continuas movilizaciones de su protagonista militar, y su progresivo extrañamiento y disociación del mundo civil. Las sátiras Bill, héroe galáctico, de Harry Harrison, y Las sirenas de Titán, de Kurt Vonnegut Jr. asoman sobre todo en el período de instrucción de Dietz y sus compañeros, donde son deshumanizados por el procedimiento de despojarles de hasta el último ápice de su individualidad, iniciativa, dignidad y autoestima.
No es nueva tampoco la idea de un mundo regido por corporaciones, en el que los estados soberanos han desaparecido o son ornamentales, desde Jack London (El talón de hierro, La peste escarlata) hasta el cyberpunk (que la convirtió en uno de sus motivos principales, casi una obligación), pasando por La guerra de los mercaderes de Fredrik Pohl o la dupla película-relato de William Harrison Rollerball.
Otro tanto pasa con las historias de bucles temporales. La brigada de luz provoca reminiscencias inmediatas a otra trama bélica con viajes en el tiempo en bucle: la película Al filo del mañana, o su novela gráfica seminal All you need is kill, de Hiroshi Sakurazaka. Donde la Humanidad se enfrentaba igualmente a una amenaza extraterrestre y el protagonista se veía atrapado en un bucle temporal.
La brigada de luz es una sucesión de referencias (incluso de huevos de Pascua. Las españolas Rocío Vega y Felicidad Martínez aparecen tuckerizadas como censuradas escritoras futuristas). Referencias que, combinadas y revisadas, funcionan. ¿Cómo logra Kameron Hurley innovar y sorprender usando antiguos recambios usados?
La brutalidad, el ingrediente secreto de Kameron Hurley
Por una parte, lo consigue revisando y dando una vuelta de tuerca a todos estos elementos conocidos, de manera que resulta La brigada de luz un conjunto compacto, homogéneo, en el que nada desentona. Por otra, llevando ese conjunto a su estilo brutal y directo. Así aflora toda la sordidez, la crudeza y la truculencia del estilo literario de Kameron Hurley. La violencia, gráfica y expresiva, y su habilidad para retratar lo cochambroso y lo viscoso. El rancho vomitivo de la tropa. El barro del campo de batalla. Las vísceras, los sesos, la sangre y los cuerpos desmembrados de los compañeros caídos que salpican a los protagonistas. Los miserables suburbios de São Paulo, donde Dietz y su familia rebuscaban comida entre la basura y los escombros. Hurley muestra uno de sus puntos fuertes: su acierto para describir lo escabroso, lo que incomoda.
La vida cotidiana de Dietz y sus compañeros, un elemento narrativo común a toda prosa bélica, cobra aquí el mismo aspecto sucio, llegando a la escatología. Hurley los retrata con humanidad, jóvenes desesperados, convertidos en máquinas de luchar, resocializados en una guerra que apenas comprenden, y cuya única aspiración, perdidas todas las demás, es sobrevivir.
Por qué luchamos
Kameron Hurley no ha escrito una sátira, ni una novela antibelicista, aún menos probelicista. Su mérito es mostrar la guerra en toda su dureza, pero sin intentar dirigir los sentimientos del lector. Es esta aparente indiferencia la que da brillo a la narración, del mismo modo que Dorothy M. Johnson nos dejó los mejores relatos posibles de indios y cowboys precisamente por narrar la violencia de la Frontera con calmada normalidad. Hurley no enfatiza, no busca la expresividad. Y eso es justo lo que hace que las emociones y los pensamientos de sus personajes sean creíbles.
A través de los pensamientos de Dietz (que narra en primera persona, casi como un largo monólogo interior) y de su interacción con sus compañeros, Kameron Hurley transmite la sensación de injusticia, de asistir a cómo miles de jóvenes mueren por la incompetencia y la codicia de las corporaciones. Tanto como la de futilidad, a medida que la trama avance y Dietz vaya encajando las piezas del rompecabezas que es el bucle temporal en el que se halla.
Así que uno de los puntos fuertes de La brigada de luz es la ausencia de tesis y de dirigismo moral. La autora expone los hechos y es el lector quien juzga. Lo que no le impide crear una distopía total, a nivel político, económico, medioambiental, social y demográfico. De hecho el medio ambiente es uno de los motivos de la guerra, y lo peor es que el bando de la Tierra ni tan solo es el bueno en ese ámbito.
Hablando de eso, aquí cabe matizar la vuelta de tuerca que Hurley le da al enemigo de los terrícolas. Porque, en los ejemplos arriba citados, la Humanidad lucha contra otras especies. En La brigada de Luz, el enemigo (Marte) no es tan distinto de nosotros mismos.
Un nóvum interesante y personajes deconstruidos
No todo es actualización de motivos clásicos en La brigada de luz. Kameron Hurley aporta un nóvum llamativo: los soldados de las corporaciones son enviados al campo de batalla convertidos en luz, para que su transporte sea casi instantáneo. Una tecnología falible y peligrosa, causante además del bucle temporal que atrapa a Dietz y sirve de base a la trama. Un nóvum para el que Hurley contó con asesoramiento científico, y que permite elaborar una trama no confusa, pero sí compleja.
Y ofrece también una curiosa manera de elaborar a su protagonista. Dietz es una persona totalmente deconstruida, carente de marcas de género. Entre los secundarios abundan los personajes femeninos con fisonomías no consideradas tradicionalmente femeninas, y se retrata la diversidad afectiva, mostrando Dietz y otros personajes atracción por personas de distinto sexo. La afectividad, de hecho, junto a la camaradería, es una de las pocas vías de escape de los protagonistas frente al infierno en el que sobreviven.
Una buena novela bélica
La brigada de luz, con sus 358 páginas y su estilo de descripciones escuetas y frases cortas, es una lectura cómoda. Aun con su complejidad estructural, logra capturar el interés, incluso para quien no lea narrativa bélica de forma habitual. Porque lo principal no es ni el conflicto armado ni su resultado (hay, de hecho, varios finales posibles, no en vano es una novela de viajes en el tiempo), sino el destino personal de Dietz, su evolución como personaje y su relación con los secundarios. Lo que no es óbice para que los amantes de la ciencia ficción bélica la disfruten por sus batallas encarnizadas y sus escaramuzas tácticas. Incluso por su período de instrucción, cuajado de castigos inhumanos, insultos, malos tratos y anulación de la voluntad, a cargo de instructores que dejan en mal lugar al sargento Hartman de La chaqueta metálica. Todo lo que vuelve más fuerte a Dietz, uno de esos protagonistas brutales que tan bien se le dan a Kameron Hurley.